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Thomas Mann, la lucha contra Hitler

Este 2025 se celebran los 150 años del nacimiento del escritor, Nobel de Literatura, una cuestión de Estado en Alemania

Thomas Mann.

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Hace 150 años nacía en Lübeck, Alemania, uno de los escritores más representativos y complejos de la literatura del siglo XX, Thomas Mann. Su fama se asienta principalmente en su obra literaria: Los Buddenbrook (por la que recibió el Premio Nobel de Literatura en 1929), La montaña mágica y Doctor Faustus. Sin embargo, cronista implacable de la Europa de su tiempo, su compromiso político también fue relevante. Este año Alemania, con la que discrepó enérgicamente, se ha volcado en su figura y lo ha convertido en una cuestión de Estado, mientras la crítica examina su vigencia.

El escritor continúa interpelando. ¿Cómo debe responder el arte y la literatura ante la barbarie? ¿Cuál es el papel de la cultura? Mann es el representante más destacado de los intelectuales del exilio durante los años del nazismo y, especialmente, durante la Segunda Guerra Mundial. Su compromiso a favor de la democracia se dio tras una evolución que se refleja tanto en sus textos políticos como en los literarios.

«El siglo XX alemán lo han personificado dos figuras: Adolf Hitler y su antípoda Thomas Mann». Esta frase, del crítico literario Marcel Reich Ranicki, la recoge, a su vez, Hans Wisskirche, el presidente de la Sociedad Thomas Mann, en el libro Tiempo de magos. Heinrich y Thomas Mann. 18781-1955.

Mann se convertiría en la principal voz contra el Tercer Reich con una serie de alocuciones retransmitidas por la BBC, que podían ser escuchadas clandestinamente en Alemania. «¡Oíd, alemanes!», así comienza cada una de las 59 emisiones de radio que realizó desde su exilio en Estados Unidos, entre 1940 y 1945 y que ahora los ha publicado la editorial Nota al margen justamente con ese título. No es la única. También la editorial catalana Comanegra se une a la efeméride y publicará la tetralogía mítica José y sus hermanos, escrita entre 1933 y 1943, cuando los valores democráticos europeos se derrumbaban. En ella profundiza en temas como la fe, el destino, la culpa, el poder y la redención y utiliza la historia como parábola sobre la condición humana. Mann diría que había logrado terminarla antes de que el mundo pudiera derrotar a Hitler.

Comanegra publicará en catalán la tetralogía bíblica ‘José y sus hermanos’

Erika Mann, una de sus hijas, sostenía que su padre empezó con Los Buddenbrook, novela claramente alemana, para luego escribir una obra europea, La montaña mágica, publicada en 1924 y adentrarse después en los fundamentos morales con la tetralogía bíblica José y sus hermanos.

Sin embargo, fue su segunda gran novela, La montaña mágica, la que se considera el centro de su obra, una metáfora de Europa antes del colapso. El sanatorio de Davos representa una Europa enferma, paralizada en sus propias contradicciones, incapaz de reaccionar ante el desastre que se avecina: la Primera Guerra Mundial. Los pacientes viven ajenos al mundo real, dedicados a debates intelectuales, rutinas burguesas y obsesiones personales. Esta vida «elevada» es, en realidad, una forma de evasión: la enfermedad como excusa para no actuar. Davos es Europa antes de 1914: culta, arrogante, enferma de sí misma.

En 1947 Mann publicaba Doctor Faustus, probablemente su novela más oscura. Escrita durante su exilio en Estados Unidos, en plena Segunda Guerra Mundial, esta obra monumental es mucho más que una reescritura moderna del mito fáustico: es una meditación sobre el destino de Alemania, la responsabilidad del arte y la fragilidad del alma humana ante la tentación del poder. La novela cuenta la vida de Adrian Leverkühn, un compositor alemán ficticio quien, en busca de una genialidad sobrehumana, firma un pacto metafórico con el diablo: renuncia al amor y a la vida emocional a cambio de un talento artístico absoluto que lo lleve a la gloria. El precio es alto: la soledad, la locura y la condena. Su historia personal corre paralela a la de Alemania, que también, sugiere Mann, habría vendido su alma al mal: al nazismo.

Tras el exilio, Mann no volvió a vivir en su país natal. ¿Es posible borrar esos doce años y hacer como si no hubieran existido?», se preguntó en 1945 en una carta abierta al escritor Walter von Molo, quien le pedía que regresara para ayudar a curar las heridas. Al contrario, Mann exigía una confrontación con ese pasado y plantearse en qué medida todo el desastre no había surgido de algo que estaba arraigado en la cultura del país.

En este aniversario, el presidente alemán, Frank‑Walter Steinmeier, enlazó su figura con el presente al aludir al «diálogo transatlántico que se ha vuelto difícil» y recordó que Mann solo regresó ocasionalmente a Alemania, pero tampoco se quedó en Estados Unidos, «donde incluso tuvo que temer la persecución. ¿Se podría haber imaginado los EEUU de hoy, en los que el arte y la ciencia están más amenazados que nunca?», se preguntó.

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