Cultura

Impacto generacional

Los años 90: entre el consumo y la crítica

Década de contradicción. Cuando la apatía era bandera, el ruido poesía y el ‘underground’ marcaba el compás del ‘mainstream’

Uma Thurman en el póster promocional de 'Pulp Fiction' (1994)

Uma Thurman en el póster promocional de 'Pulp Fiction' (1994)A BAND APART / MIRAMAX FILMS

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Francesc Pérez

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Nadie imaginaba que una década pudiera reinventarlo todo. Los años noventa no fueron una continuación, sino una ruptura. Dejaron atrás el brillo de los ochenta para abrazar una estética más cruda, introspectiva y contradictoria. Con la Guerra Fría en retirada y un nuevo orden global en gestación, la cultura pop mutaba: más realismo, más ironía, más rebeldía contenida.

Música

Fueron los años del desencanto con estilo, de la apatía convertida en bandera y de la búsqueda constante de identidad en medio de una sobreexposición mediática.

Los noventa se convirtieron en un volcán de sonidos en erupción. Nirvana rompía el molde con Smells Like Teen Spirit (1991), canción que marcó el auge del grunge y elevó el grito generacional al panorama mundial. En Reino Unido, Oasis y Blur representaron el britpop con himnos como Don’t Look Back in Anger (1996) y Parklife (1994), interpretaciones del orgullo y la melancolía urbana. Por otro lado, la música pop abrazaba voces femeninas inolvidables: Whitney Houston volvió a lo más alto con I Will Always Love You (1992), considerada una de las canciones más memorables de la década. Madonna continuaba redefiniendo el mainstream con Vogue (1990), una oda a la autoafirmación visual. También entraron en escena nuevas generaciones: No Doubt y su dolorosa Don’t Speak (1996), Radiohead con Creep (1992), Cher con Believe (1998), TLC con Waterfalls (1995) y Corona con Rhythm of the Night (1993).

En España surgieron canciones que aún resuenan: La flaca de Jarabe de Palo (1996) se convirtió en fenómeno cultural con mezcla de rumba y pop latino. También marcaron época Maldito duende de Héroes del Silencio (1990), Corazón Partío de Alejandro Sanz (1997), Te quiero igual de Andrés Calamaro (1999) o Sobreviviré de Mónica Naranjo (1997). Paralelamente, el movimiento mákina y las famosas rutas del bacalao en Valencia marcaron la escena electrónica de la década, con DJs como Chimo Bayo, Xavi Metralla y Pastis & Buenri, impulsando una cultura fiestera que se convirtió en todo un fenómeno social, con espacios icónicos como la legendaria discoteca Pont Aeri y la mítica canción Flying Free (1999) que se convirtió en himno de la revolución juvenil. 

Fotografía de Héroes del Silencio en la década de los 90

Fotografía de Héroes del Silencio en la década de los 90CEDIDA

En Estados Unidos, el hip hop vivió una de sus etapas más intensas. Tupac Shakur y Notorious B.I.G. simbolizaron el auge y el conflicto entre las costas este y oeste de EEUU, con letras crudas y vidas arrebatadas por la violencia. Dr. Dre con The Chronic (1992), Snoop Dogg con Doggystyle (1993) y Nas con Illmatic (1994) consolidaron un sonido que pasaba de los suburbios al centro de la cultura. Lauryn Hill, con The Miseducation of Lauryn Hill (1998), llevó el género a nuevos territorios melódicos. Y a finales de la década, un joven de Detroit llamado Eminem sacudía la escena con The Slim Shady LP (1999), abriendo una nueva era para el rap blanco con provocación, humor negro y una nueva leyenda por nacer.

Moda

La moda de la época combinaba minimalismo con rebeldía. El heroin chic imponía una estética delgada, pálida y melancólica, con Kate Moss como icono. Calvin Klein, Prada y Helmut Lang marcaron el paso de la sobriedad cool. Al mismo tiempo, lo urbano se colaba en las pasarelas: pantalones anchos, camisetas de logos, gorras, y zapatillas eran parte del nuevo uniforme.

Las supermodelos: Cindy Crawford, Naomi Campbell, Claudia Schiffer y Linda Evangelista eran estrellas globales. En la calle, el look era una mezcla de crop tops, petos, chaquetas de cuero, tartán y chokers. La nostalgia noventera todavía hoy marca tendencia.

Literatura

La narrativa fue un reflejo de la fragmentación del mundo. En Estados Unidos, autores como David Foster Wallace o Don DeLillo exploraban la saturación mediática y el vacío existencial. La broma infinita (1996) o Submundo (1997) se convirtieron en retratos complejos de una sociedad hiperconectada. Stephen King mantuvo su vigencia con obras como El juego de Gerald (1992), novela que reafirma su maestría en el terror contemporáneo.

En España, el desencanto post-transición y la cultura pop retrataba el nihilismo juvenil. Historias del Kronen, de José Ángel Mañas (1994), fue su estandarte. Ray Loriga, Lucía Etxebarria o Benjamín Prado también pusieron voz a una juventud perdida entre bares, música y televisión. La literatura oscilaba entre la crónica íntima y la denuncia social, con una estética directa, urbana y provocadora. Mientras, el cine fue tan diverso como revolucionario.

Cine

Quentin Tarantino dinamitó el lenguaje cinematográfico con Pulp Fiction (1994), mientras que los hermanos Coen, Fincher o Paul Thomas Anderson renovaban la autoría en Hollywood. Trainspotting (1996), El club de la lucha (1999) o American Beauty (1999) ofrecían retratos cínicos de la sociedad. Fue también la era de los grandes dramas humanos: La lista de Schindler (1993), Forrest Gump (1994) o Cadena perpetua (1994). En paralelo, Pixar redefinía la animación con Toy Story (1995), y Matrix (1999) cerraba la década anticipando los dilemas virtuales del siglo XXI. Goodfellas (1990), de Martin Scorsese, llevó el cine de gánsteres a una nueva cima con su crudeza estilizada y narrativa acelerada. Al Pacino mantuvo su estatus en películas como Donnie Brasco (1997) o Heat (1995), consolidando su leyenda.

Póster promocional de ‘Matrix’ (1999)

Póster promocional de ‘Matrix’ (1999)Warner Bros / Village Roadshow Pictures

Los noventa fueron década de contrastes: de ruido e introspección, consumo y crítica, del mainstream y el underground. Una época donde todo parecía posible y, al mismo tiempo, nada parecía importar demasiado. El eco de aquella apatía brillante aún resuena en el presente.

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