La Terraza
El Rinconcito de Manel, la guarida de Willy Wonka en Salou
La terraza se cierne sobre el mar y se trata de un lugar idílico para ver puestas de sol

El Rinconcito de Manel se encuentra al final de la Platja de Llevant.
Se acaba de inaugurar en el vestíbulo del histórico hotel Cala Viñas una exposición sobre el arquitecto Bonet Castellana, responsable de la primera urbanización del Cap de Salou. Es importante, porque aclara el proyecto original que se tenía para el paraje más idílico de toda la Costa Daurada —su «resumen» como reza un anuncio de los 50— y lo permite comparar con la degradación que sufrió en realidad.
Por suerte, el Cap de Salou está mejorando. Muchos hoteles se han reformado, la masa forestal primigenia se está recuperando y los pinos están más verdes que nunca. Y, sobre todo, el deslumbrante Camí de Ronda permite al paseante apreciarlo. La terraza que visitamos hoy marca el inicio de este camino y es el sitio ideal para cargar el cuerpo de glucosa a quien lo quiera recorrer todo, hasta la Pineda.
El Rinconcito de Manel es un punto privilegiado, al final de la Platja de Llevant y justo cuando empieza la roca agreste del cabo. La terraza se cierne sobre el mar, y es un sitio guay para ver puestas de sol. Se accede por la Fuente Luminosa y la boca de la calle Colón, ahora en verano siempre llena de turistas, pero que eso no os asuste. No muerden.

Uno de los productos característicos del establecimiento.
Por lo que realmente se ha hecho famoso el Rinconcito, dejando el paisaje a un lado, es por lo que sirven. El establecimiento —recientemente ampliado a causa del éxito— ofrece un catálogo increíble de todas las cosas que están de moda en Instagram y TikTok. Batidos, smoothies, cócteles con frutas, hot dogs, rolls, gofres, creps, brioches con helado, crónuts, pancakes y hasta delirios como el Sweet Twist, una noria giratoria con mini croissants, mini palmeritas, popdots y mini muffins acompañada de nutella y nocilla blanca.
Igual no entendéis la mitad de la carta, pero no importa, porque es un sitio francamente divertido. En ocasiones las mesas se llenan de artefactos inverosímiles, fondues de chocolate y bebidas de colores impredecibles. Una terraza donde se escondería Willy Wonka de veranear en Salou, cosa que no sería de extrañar porque es un señor inglés soltero de mediana edad.
Yo, por supuesto, no tomo azúcar. Pero soy tolerante y he observado como los adictos, niños y no tanto, disfrutan como gorrinos en el Rinconcito. Y esto, para mí, es suficiente. Al fin y al cabo, como dice el lema de la casa: «nuestro ingrediente secreto es el amor».