Literatura
Charlotte Gneuss: "La reunificación alemana trajo divergencias que aún hoy se pueden sentir"
La escritora alemana debuta con una novela con la que se adentra en la RDA de los años 70

La escritora alemana Charlotte Gneuss en Barcelona.
Vecinos, padres y madres, tíos y tías, primos y primas, abuelos... La Stasi, la policía secreta de la República Democrática Alemana (RDA), inspirada en la KGB soviética, se nutrió de la población de a pie para crear una extensa red de vigilancia y represión contra sus propios ciudadanos. Es en esta RDA del 1976 en la que se adentra la escritora alemana Charlotte Gneuss en su debut literario, Gittersee, publicada en catalán por Edicions del Periscopi con traducción de Carlota Gurt, y en castellano por Acantilado, con el título de Los confidentes, traducida por Alberto Gordo.

La novela narra la vida de Karin, una adolescente del barrio obrero de Dresde, de 16 años, quien pasa a ser el centro de atención cuando su novio, Paul, huye al otro lado de la frontera de un día para otro. A raíz de este hecho, la joven recibirá la visita de la Stasi y, contra todo pronóstico, empezará a relacionarse con el agente Wickwalz.
Gittersee, que aborda cuestiones como «el abuso de poder, la manipulación, el dolor y el amor», como explicó Charlotte Gneuss en un encuentro con la prensa en Barcelona, ha provocado cierta controversia en Alemania, donde se ha debatido sobre quién tiene derecho y quién no a hablar de la RDA, lo que deja entrever fisuras en la reunificación del país, de 1990.
A algunos les gustaría leer una novela sobre la RDA en la que no apareciera la Stasi, pero esta no es la realidad
«Depende de a quién le preguntes, aún hay nostalgia», comenta Gneuss. «Es decir, en 1989 y 1990 hubo una revolución de libertad, pero después se empezó a capitalizar todo el este de Alemania. Aumentó el paro, se cerraron empresas, se disparó la tasa de suicidios, bajó la natalidad y aumentaron los abortos porque muchas personas estaban en una situación en la que no se atrevían ni a tener hijos. Hubo quien pensó que había vivido en una dictadura y no podían decir lo que pensaban, pero al menos tenían un trabajo y unas relaciones de comunidad. De hecho, todas las empresas en la RDA tenían asociados clubs de deportes, los fines de semana iban a hacer excursiones y esto formaba un grupo que en los años 90 desapareció, lo que causó mucho miedo existencial en muchas personas».

Destacó, específicamente, la situación en la que quedaron los derechos de las mujeres. «En la RDA los abortos eran gratuitos y sin control, las mujeres podían formar parte del Ejército y muchas de ellas eran económicamente independientes. Cuando se reunificó el país, muchas soldados se quedaron sin trabajo porque en los años 90, en la República Federal de Alemania no había mujeres con uniforme. También los controles sobre el aborto eran más estrictos, lo que supuso todo un retroceso».
Por lo que respecta al socialismo, son muchos los que aún «continúan creyendo. Pensaban que cuando se unieran las dos partes de Alemania podría continuar existiendo, aunque con un aspecto algo más capitalista y esto hizo que en los años 90 la izquierda del este del país se fragmentara. La manera como se hizo esta unión a nivel político y económico, trajo muchas divergencias que todavía hoy, desgraciadamente, se pueden sentir». Aunque lo más cruel, destacó, «es que sea la ultraderecha la que se aproveche del desencanto de la reunificación».
Deberes comunistas
Como parte de la documentación, la autora visitó los archivos de la Stasi y el barrio de Gittersee, que da título a la novela, una zona en la que había uranio y a donde se desplazaban los rusos para extraerlo. Si bien Gneuss creció en la RFA, tanto sus abuelos como sus padres lo hicieron en la RDA. «Muchos de mis tíos intentaron huir y la mayoría acabó con dos años de prisión. Algunos fueron comprados por la Alemania Occidental, se los podía liberar por un precio. Pero mis padres solicitaron autorización para irse y se les concedió tras siete años de espera». De hecho, la novela, que no está centrada en la fuga, se la dedica a su abuela: «Ella siempre se quedaba atrás. ¿Por qué me he quedado aquí?, se preguntaba. Pero no todo el mundo puede huir, sobre todo en las zonas rurales».
También consultó los libros de texto que sus progenitores utilizaron. De ellos destacó su «dificultad», así como la «omnipresencia del pensamiento comunista». Como curiosidad, «a algunos les gustaría leer una novela sobre la RDA en la que no apareciera la Stasi, pero esta no es la realidad».