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El Reus choca contra un ejército (Reus Deportiu 3-5 Lleida)

Los rojinegros caen ante el Lleida y dejan escapar la oportunidad de ser líderes

Pablo Nájera es marcado de forma estrecha por un jugador del Lleida.foto: alfredo gonzálezJoan Salvat no acierta a empujar la pelota dentro de la portería de Serra. FOTO: ALFREDO GONZÁLEZ

Marc Libiano
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Oriol Vives y Àlex Rodríguez encendieron la mecha con un madrugón inesperado. Soltaron los caballos sin avisar y el Reus-Lleida tomó un impulso fascinante. Se jugó a un millón de pulsaciones y sólo la ausencia de hinchas impidió la plenitud. El templo no es el templo sin su gente. Gélido, carece de alma. La pandemia sosea el juego con sus efectos.

Vives avanzó al Lleida en el primer ataque. Àlex respondió en el siguiente. Dos dianas distintas, pero igual de efectivas. Dos remates en posición caliente, prácticamente indefendibles para los metas, todavía fríos de disparos. Se habían consumido 28 segundos.

El Reus prefirió el vértigo al sesteo. Imprimió ritmo a sus ataques pero no acertó cuando merodeó a Serra. Disfrutó de minutos brillantes, con el rival aculado y aferrado a su extraordinaria disciplina defensiva. Àlex, por ejemplo, se chocó con el poste después de una deliciosa maniobra individual. La contundencia que había exhibido el Reus ante el gol no compareció en la fase inicial y se arrepintieron los de Garcia. El técnico activó la rotación para ofrecer refrescos y oportunidades, pero dio la impresión que esta vez no fructificó.

El Lleida se acomodó en el partido, sobre todo después de otro acierto de Vives. En una transición que él mismo generó, cruzó el tiro y perforó a Ballart. El premio impregnó de autoestima a los ilerdenses, que con el marcador a favor suelen gestionar el juego con maestría. El Reus se enfrentaba a un escenario complejo y duro.

García había incluido en el plan la presión defensiva en pista contraria. El Reus intentó aplicarse con la intensidad que pedía la noche. Con máxima atención. Halló el empate antes del respiro, metido en un millar de dudas, pero sin contemplar la rendición. Fue en una triangulación maravillosa entre Nájera, Julià y Marín. Toda a un toque. Supersónica. La culminó Marín, que envió el duelo a un desenlace cardíaco.

En realidad, el Lleida alcanzó el guión que siempre sueña. Dominar el marcador y los argumentos menos visibles del juego. En la intendencia se maneja como nadie. Le importa poco pasarse mucho tiempo defendiendo su botín. Sabe desgastar a sus enemigos y enviarlos al manicomio de nervios. Eso ocurrió en el segundo tiempo. Volvió a tomar ventaja con una diana del defensor de Vila-seca Cañelles, que desvió una bola colgada en el interior del cuadro. Ni siquiera el empate de Marín, desde el punto de penalti, modificó la propuesta ilerdense. Folguera convence a sus jugadores de que su idea es la que mejor se adapta a sus características. La defienden hasta la extenuación.

El Reus lo intentó por acoso y derribo, logró ocupar pista contraria con frecuencia y sometió al rival, aunque con más corazón que coherencia. Le faltó cierto grado de madurez para no desesperarse. También acertar en cada instante definitivo de la noche. Con 3-3, la cita caminaba sobre un alfiler, pero el Lleida conquistó los pequeños detalles, sobre todo sujetado a la eficacia de Oriol Vives. Secuestró la victoria a través de una pelota parada. Primero, a los 43 minutos al convertir una pena máxima. Poco después, el rojinegro Marc Julià erró lo que nunca falla, un tiro directo con el Reus bajo la trompeta de la épica.

Al borde del final, el mismo Vives acertó en una falta directa y rompió el buen inicio del Reus, que se quedó sin liderato y sin la condición de invicto.

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