Economía

Novedades e innovaciones

Las novedades pueden ser perfectamente inútiles, servir para más bien poco o pueden dar una cierta vistosidad a un producto. Pero innovar, lo que se dice innovar, es otra cosa.

Franc Ponti. Profesor de innovación en EADA Business School

Franc Ponti. Profesor de innovación en EADA Business School

Franc Ponti
Publicado por

Creado:

Actualizado:

Como la innovación es siempre un tema de moda, muchas veces caemos en errores graves sobre su génesis y también sobre sus resultados o consecuencias. Me explico.

Cuando una persona o una organización hacen algo diferente, por ejemplo, poner la etiqueta de un producto en una zona poco habitual (en el cuello de una botella, verbigracia) seguramente están haciendo algo nuevo o diferente. Claramente se trata de una novedad. No es difícil generar novedades: un profesor puede dar la clase a la pata coja, un músico puede tocar el trombón disfrazado de Mickey Mouse o las cápsulas de nuestro café preferido pueden ir decoradas con pequeñas frases de Aristóteles.

Las novedades pueden ser perfectamente inútiles (dar la clase a la pata coja), servir para más bien poco (disfrazarse de ratita para tocar un instrumento) o pueden dar una cierta vistosidad a un producto (las frases de Aristóteles).

Pero innovar, lo que se dice innovar, es otra cosa. Aunque tradicionalmente se ha distinguido entre innovación incremental (hacer los sistemas de frenado de los coches cada vez mejores) y radical (reinventar todo un sector como ha hecho Netflix), en términos generales innovar tiene que incluir la generación de valor. Es decir, ¿cómo incrementamos el valor de un producto, servicio o proceso a través de la innovación? Y, aún más: ¿cómo podemos demostrar que realmente es una innovación y no una novedad?

Hay algunas preguntas que nos podemos hacer para aprender a distinguir novedad de innovación. La primera, ¿puedo apoyar mi afirmación de haber hecho algo innovador con cifras? ¿Por ejemplo, incremento de ventas? En segundo lugar, ¿puedo evaluar la reacción de mis competidores? ¿Están empezando a copiarme o me ignoran? En tercer lugar, los comentarios de mis usuarios, clientes o consumidores: ¿puedo demostrar que están más contentos y satisfechos que antes?

Me temo que si una empresa no tiene respuestas claras para ninguna de estas preguntas difícilmente podrá demostrar que está innovando. Algunas veces he intentado dar una clase a la pata coja y, créanme, no he visto una reacción demasiado entusiasta por parte de mis sufridos alumnos.

Vivimos en un mundo de fake news, de apariencias, de simulacros, como decía el espléndido sociólogo francés Jean Baudrillard. No importa tanto lo que hacemos sino lo que decimos que hacemos. A corto plazo puede funcionar pero no he conocido ninguna empresa que haga crecer de forma sostenida sus resultados económicos a base de innovaciones fake. Como en todo, ser íntegro y honesto acaba generando más dividendos que hacer pasar gato por liebre. Y eso que me encantan los gatos...

Franc Ponti es profesor de innovación en EADA Business School

tracking