No es una cuantía brutal, pero sí un granito de arena en los maltrechos presupuestos de muchas familias afectadas por esta crisis del coronavirus: el ahorro que consiguen al cambiar su tarifa de luz a la de discriminación horaria (la conocida habitualmente como nocturna) ronda los tres euros al mes y entre 20 y 30 euros al año. Por ese ahorro, y también porque las compañías están obligadas a plantear esta opción en las facturas, cada vez más clientes se pasan a esta tarifa por tramos horarios.
Hasta ahora han sido casi 900.000 los usuarios que han optado por esta modalidad en el primer semestre de este año, según los últimos datos disponibles en la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia (CNMC). Y en concreto, desde marzo hasta junio el número de hogares que han contratado la tarifa nocturna se ha situado en unos 500.000.
Esta elección, que detrae contratos en el colectivo de familias que siguen pagando el mismo precio del kilovatio/hora (kwh) todo el día, se ha visto impulsada en los meses en los que estuvo en vigor el estado de alarma (del 14 de marzo al 23 de junio) y el obligado confinamiento en casa. Es decir, cuando más consumo de luz realizaron las familias.
Con estas cifras, es aproximadamente un 36% el porcentaje de contratos ya vinculados a los tramos horarios. A finales del año pasado eran menos del 33%. Y en los últimos ejercicios el colectivo de hogares acogidos a esta tarifa ha ido aumentando.
Uno de los puntos de inflexión para explicar este cambio en las opciones de los clientes llegó hace ahora dos años. En octubre de 2018, el Ministerio de Transición Ecológica aprobó un decreto, ante el repunte del precio de la luz tras el verano, en el que incluyó medidas como la que obligaba a las eléctricas a incluir en la factura de cada consumidor con PVPC, el importe al que hubiera ascendido de haberse aplicado una tarifa con discriminación horaria. En el caso del PVPC (las tarifas reguladas), los precios de la luz están divididos en dos tramos (en algunos casos, hasta en tres): en invierno, la hora punta (la más cara) va desde las 12.00 hasta las 22.00 horas;y la valle (la más barata), desde las 22.00 y hasta las 12.00 horas del día siguiente. En verano, los horarios son de 13.00 a 23.00 (punta) y de 23.00 a 13.00 horas (valle).
El Gobierno calcula que el mero cambio a la tarifa nocturna puede generar un ahorro que, en muchos casos, puede superar los 20 euros anuales. Más todavía con hábitos de consumo eficiente. Siete de cada diez usuarios que optan por este sistema tienen en cuenta los periodos diarios para sus decisiones de consumo.
La ventaja de esta modalidad de contratos reside precisamente en los nuevos hábitos que adquieren las familias al ser conscientes de que la luz es más barata a determinadas horas del día. El cambio de tarifa no solo se produce entre los más de diez millones de hogares que siguen con el precio regulado, sino que también se observa entre quienes tienen contratada la luz en el mercado libre. De hecho, muchas compañías ofrecen esta posibilidad en sus packs comerciales conscientes de que supone un atractivo para los consumidores a la hora de contratar una determinada tarifa