Sonia es una alumna razonablemente buena y trabajadora; saca buenas notas y nunca ha suspendido ninguna asignatura «menos con las matemáticas que no se me dan bien... Lo peor son los exámenes; me pongo mala y me da dolor de barriga», relata. Estudia cuarto de ESO y el año que viene está segura de que hará Bachillerato, pero lo único que tiene claro es que elegirá una opción donde no haya matemáticas.
Sabe que, a priori, esto limitará lo que pueda estudiar en el futuro, pero «el trauma de las mates es más fuerte». Le explicamos que hoy se celebra el Día Internacional de las Matemáticas y no ve mucho que celebrar.
El caso de Sonia no es único a juzgar por los datos de las últimas pruebas de competencias básicas que aplica el Departament d’Educació. En la prueba que se hacía el año pasado a los alumnos de 4º de ESO en Tarragona el 26,4% tenía un nivel bajo y un 30,6% medio- bajo en matemáticas. En Terres de l’Ebre los resultados son mejores, 20,% estaba en el nivel bajo y el 31,4% en el medio bajo. El año pasado, de hecho, se obtuvieron las peores calificaciones en Catalunya desde 2012.
En sexto de Primaria más de lo mismo: 4 de cada 10 alumnos tiene un nivel bajo o medio bajo en Tarragona.
Hay, además, diferencias entre niñas y niños. En Primaria el 17,4% de ellas está en el nivel más bajo frente al 15,8% de ellos. Y en Secundaria las diferencias son más evidentes. Las chicas que están en el nivel bajo son un 27,9% frente al 19,1% de los chicos.
Las diferencias más notorias se dan entre los alumnos que son repetidores y los que no (14,7 puntos de diferencia en Primaria) y la complejidad de las escuelas (10,8 puntos de distancia entre centros de alta y baja complejidad).
Mucho más que la pandemia
Explica Javier Roca Martínez, presidente de la Associació de Professors de Matemàtiques de les Comarques Meridionals, que existe consenso entre los de docentes de matemáticas en que la pandemia supuso un importante descalabro. «En matemáticas, para que se produzcan aprendizajes profundos y significativos, se necesita diálogo, manipulación, análisis... Y todo esto se vio afectado», recuerda.
Reconoce, no obstante, que tenemos un «reto muy grande» en lo que respecta a la forma de enseñar. «Hay una diferencia entre las matemáticas escolares y las reales. Hacer matemáticas es mucho más de lo que se ha estado haciendo en las escuelas e institutos... Las matemáticas escolares son mecánicas; van de detectar el método escondido y sacar un resultado... Esto ha hecho mucho daño», señala.
La otra gran dificultad incluso trasciende a la escuela: es el pensamiento social extendido en matemáticas se es bueno o no se es bueno. Apunta que, efectivamente, hay personas con más o menos capacidades innatas pero los estudios demuestran que lo realmente importante no son las capacidades previas sino la dedicación. «Es como en los deportes; si no entrenas no eres bueno... A quienes mejor les van las matemáticas es porque les dedican más horas, porque están motivados o por la razón que sea».
Cree, además, que entre todos (también las familias) tenemos que ayudar a desterrar estereotipos y dar a los alumnos «la idea de que equivocarse es fuente de aprendizaje» y de que «uno no es bueno ni malo».
Hablando de casos como el de Sonia admite que «sería desalentador si hiciéramos un estudio de las personas que han decidido lo que estudiar solo huyendo de las matemáticas».
Faltan profesores, los estudiantes del grado de matemáticas prefieren el mundo empresarial
Con todo, asegura convencido que «si no te gustan las mates es porque no ha descubierto su magia». Y asegura que hay muchos profesores luchando por dar la vuelta a la tortilla y apostando por unas matemáticas más manipulativas, promoviendo el diálogo matemático y la resolución de problemas abiertos con múltiples enfoques.
Faltan profesores y preparación
Una de las claves, admite Roca es la falta de formación específica para los docentes. En Primaria le parece inexplicable, por ejemplo, que se existan maestros especialistas en música, inglés o educación física «muy necesarios» y se haya eliminado la especialidad de matemáticas.
Hay, además, una falta de profesores en Secundaria. La mayoría de los estudiantes que acaban el grado de Matemáticas optan por el sector empresarial para trabajar, mejor remunerado y con unas mayores expectativas de desarrollo profesional. El nicho del que hoy se nutre fundamentalmente este ámbito de la enseñanza es el del alumnado de las facultades de ingeniería.
Carme Julià es profesora agregada del Departament d’Enginyeria Informàtica i Matemàtiques de la URV e imparte clases en la Facultat de Ciènices de l’Educació i Psicologia. En resumen: es una matemática que forma a futuros maestros y reconoce que, de entrada, muchos de sus alumnos admiten que no les gustan las matemáticas y alguno hasta habla de odio. «Intentamos dar la vuelta a esa opinión, porque si no eso es lo que van a transmitir».
Objetivamente, además, el nivel con el que llegan los alumnos es bajo a juzgar por los resultados de las pruebas de aptitud personal que deben pasar los aspirantes a maestros. Asegura que la parte matemática «es muy sencilla» y el año pasado solo la mitad la aprobó. «Es algo que nos preocupa mucho», asume.
La propia actitud de los alumnos también es una dificultad «les cuesta estarse unos minutos ante la incertidumbre de no saber resolver un problema», ejemplifica.
Justo por ello le parece un auténtico despropósito la propuesta de reforma de los planes de estudio de Magisterio que plantea el Ministerio de Universidades. La reforma quitaría horas a la didáctica de las matemáticas. «Con las horas que tenemos ya nos toca ir muy de prisa; al contrario, necesitaríamos más tiempo... Así no habrá manera de mejorar los resultados» argumenta.
