«Estas navidades es preferible regalar un libro que un perro o un gato, ya que estos seres no son un regalo, sino un contrato a largo plazo que no todas las personas pueden asumir». Con estas palabras Virgilio Martínez, autor del cuento infantil El Regalo, pretende cambiar la mirada de los más pequeños en lo que se refiere al trato de los animales.
Así, mientras que en algunos hogares Papá Noel ya ha traído una mascota, en otros tantos esperan que el nuevo miembro de la familia llegue con los Reyes Magos. Pero, regalar un perro o un gato en Navidad, ¿es una buena o mala idea? «Debe ser una decisión en familia», afirma Maribel Vila, responsable de terapias asistidas con animales de compañía de la Fundación Affinity, quien argumenta que «regalar un perro porque los niños y niñas insisten es un error con múltiples consecuencias».
En este sentido, continúa explicando, «si no existe un consenso familiar, tener un animal en casa está destinado al fracaso porque una vez pasada la novedad, el cuidado de la mascota pasa a ser responsabilidad de los padres». De este modo, «si los progenitores no están por la labor, el perro o el gato acabará en el mejor de los casos con otra familia, o en su defecto en una protectora», augura Maribel Vila.
Una tendencia que corroboran los datos del estudio El nunca lo haría 2021 de la Fundación Affinity, que indican que «las protectoras de animales recogieron 286.000 animales de compañía en 2020 y, aunque las adopciones aumentaron un 15% en el periodo de confinamiento de la pandemia, entre marzo y mayo, el abandono de mascotas registró un ascenso de entre un 5 y un 10% en los meses siguientes».
Las cifras de recogida por meses también indican que enero (10,6%), febrero (8,9%) y julio (9,4%) fueron los que mayor número de perros se recogieron. Para Maribel Vila estos porcentajes muestran «una correlación entre el impulso de ‘regalar’ un cachorro a mediados de diciembre, y después de un mes abandonarlo como consecuencia de esta compra impulsiva».
Pros y contras
Para evitar llegar a esta situación, la responsable de terapias asistidas con animales de compañía de la Fundación Affinity recomienda «reflexionar en familia teniendo en cuenta, no las Navidades, sino los próximos 15 años». ¿Queremos incorporar un animal en nuestro estilo de vida? «Si la respuesta es sí, podemos hacerlo en cualquier momento del año, ya sea verano o las fiestas navideñas, aunque no deberíamos poner en el mismo saco de los regalos a un perro o un gato porque no son un juguete», afirma y añade que «en nuestra infancia, el 90% de las personas hemos pedido tener un perro, y más cuando en las películas de Disney siempre hay una mascota como coprotagonista».
A la hora de tomar la decisión, conviene hacer una lista de pros y contras, que ayudará a inclinar la balanza hacia un lado u otro. «Debemos tener en cuenta que el animal puede vivir entre diez y quince años; que para estar en buenas condiciones necesita una alimentación adecuada y acudir a las revisiones veterinarias, lo que conlleva unos gastos asociados; según el estilo de vida que tengamos como familia deberíamos preguntarnos si tendremos tiempo para dedicar a la mascota; es fundamental, para tener un perro sano tanto a nivel físico como emociona, pasearlo y que haga ejercicio…», detalla Maribel Vila.
Por todo ello, también es recomendable fijarse en la personalidad de la mascota. «Si somos una familia muy activa a la que le gusta ir a la montaña, será mejor un perro activo que nos acompañe; en cambio, si somos más de sofá o de ir al teatro o al cine, buscaremos un perro más tranquilo, ya que de lo contrario nos va a desquiciar. Y es aquí donde empieza el conflicto, cuando la personalidad del perro no encaja con el estilo de vida de la familia», asegura Maribel Vila.
Voluntarios
En cualquiera de los casos, también existen alternativas antes de ampliar la familia con una mascota y comprometerse. «Hoy en día, es una tendencia ser familia de acogida, por ejemplo en invierno, ya que en los meses de frío, no es lo mismo estar en una caseta al aire libre que convivir con una familia y compartir su hogar; pero también existe la posibilidad de ser voluntarios de una protectora de animales durante los fines de semana, para ayudar a pasear a las mascotas», detalla Maribel Vila, quien añade que «a través de esta acción solidaria, los niños y niñas aprenden a ser generosos y a dedicar su tiempo a otras actividades, que no estar frente a una pantalla, además de satisfacer la nostalgia o las ganas de tener un animal de compañía».
Beneficios
Está demostrado que crecer junto a un animal proporciona a los niños y niñas muchos beneficios emocionales y físicos, si lo hacemos bien. «Influye en el desarrollo de la responsabilidad y el cuidado; los pequeños sociabilizan de manera diferente e interaccionan con más personas; pueden ser fantásticos como compañeros de juego; e incluso les da seguridad», detalla la experta. Sobre este último aspecto, Maribel Vila apunta a los resultados de un estudio de la Fundación Affinity que decía que «los niños de entre 7 y 12 años que se levantaban por la noche con terrores nocturnos, iban de igual manera a abrazar a los padres que a la mascota».
Seres sintientes
En España, los animales ya son legalmente «seres sintientes» o dotados de sensibilidad. Un logro que se ha alcanzado después de la reforma del Código Civil y que conllevará que 11 millones de perros y gatos pasen a ser reconocidos por la ley como «seres vivos dotados de sensibilidad».
En consecuencia, Maribel Vila recuerda que «las mascotas no están al servicio de los niños y niñas, a quienes debemos educar para relacionarse desde el respeto con los animales, lo que incluye vigilar como juegan, respetar su descanso, no molestarles, etc. para que pequeños y mascotas puedan ser grandes compañeros de vida».
