Javier Sancho: «La transformación del polo petroquímico de Tarragona ha de ser un objetivo de país»

Director del Complejo Industrial de Repsol en Tarragona y vicepresidente de la Associació Empresarial Química de Tarragona (AEQT)

26 junio 2023 12:06 | Actualizado a 28 junio 2023 13:44
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Repsol está liderando en Tarragona algunos de los proyectos de transformación más relevantes que vive su polo petroquímico. Entre ellos, el mayor electrolizador de España para la producción de hidrógeno verde (en colaboración con Enagás Renovable, IQOXE y Messer), con una capacidad de 150MW, o una Ecoplanta (junto con Enerkem) para producir metano circular a partir de residuos urbanos (uno de los siete grandes proyectos europeos, entre más de 300 aspirantes, que la Comisión Europea financiará con cargo al Fondo de Innovación de la Unión Europea).

Javier Sancho Hernández (1967), es desde el año 2020 director del Complejo Industrial de Repsol en Tarragona, una empresa en la que lleva trabajando cerca de 30 años. Licenciado en Ciencias Químicas por la Facultad de Ciencias Químicas de Tarragona (Universitat de Barcelona) y Máster en Programa de Desarrollo de Directivos (PDD) por la escuela de negocios IESE, es vicepresidente de la Cambra de Comerç de Tarragona y de la Associació Empresarial Química de Tarragona (AEQT).

¿Qué papel juega hoy el complejo industrial de Repsol en Tarragona respecto al conjunto de esta empresa y qué futuro le espera?

Repsol en Tarragona tiene presente, pero también futuro. En la Península Ibérica, Repsol tiene seis centros industriales, y una de las fortalezas competitivas respecto a su competencia es trabajar de forma integrada entre los seis centros. Dicho esto, el de Tarragona es el complejo industrial con el nivel de integración más importante entre las distintas áreas de negocio, que son el refino, las olefinas y la química derivada. Las sinergias que hay entre estas áreas es lo que le da un peso específico.

Manejan cifras de inversión en Tarragona de hasta 1.400 millones de euros. ¿Cómo de significativo es en relación con la historia de esta empresa en este territorio?

Estamos en un proceso de transformación muy importante, ciertamente, de mejora continua, que ha llevado a que en los cuatro o cinco últimos años se hayan invertido alrededor de 150 millones de euros al año, con lo cual ya llevamos un esfuerzo de inversión importante. Por otro lado, somos la primera compañía de nuestro sector que fijó unos objetivos de cero emisiones hasta 2050.

La fecha marcada por la Comisión Europea para que nos convirtamos en el primer continente climáticamente neutro del planeta... ¿Lo conseguiremos?

Por lo que incumbe a Repsol, creemos que llegar a esas cero emisiones solo se puede lograr a través de hitos intermedios, con un plan que fija reducir en 2025 un 15% las emisiones respecto a 2016, que en 2030 tiene el compromiso de reducirlas un 28%, en 2040 un 55% y, en el último decenio, el resto hasta llegar a cero. Y eso requiere inversiones. Las más significativas, aprovechando los periodos de paradas programadas, que hacemos en ciclos de seis años para cada una de nuestras áreas.

«Repsol en Tarragona tiene presente, pero también futuro»

¿Cuál es la próxima?

Ahora estamos trabajando para la parada del área de química derivada en febrero de 2024, pero también en la del cracker del año 2026. Es la senda de inversiones, con 380 millones de euros entre 2021 y 2026, que nos llevará a superar ese objetivo de reducción de emisiones del 15%. Después, efectivamente, tenemos un plan de inversiones en fase de estudio hasta la parada de 2032, con un nivel de inversiones por encima de los 1.400 millones de euros, siempre y cuando supere todas las etapas.

¿A qué se refiere?

A que, para asegurar la competitividad, necesitas la rentabilidad de las inversiones, y nosotros hacemos un análisis de las inversiones en todos los escenarios posibles.

¿Escenarios de crisis?

La situación de todo el sector está marcada, desde el año pasado, por un escenario de inflación y un marco geopolítico que ha cambiado y ha tensionado los mercados. Ahora, la palabra clave es incertidumbre, aunque siempre hay ciclos. Y, aunque ahora mismo tenemos demandas bastante ajustadas, somos optimistas.

¿Será capaz el polo petroquímico, en su conjunto, de llevar a cabo esta transformación sin poner en riesgo su viabilidad económica?

La descarbonización de la petroquímica en Tarragona es un reto mayúsculo no solo para Repsol, sino para todas las empresas del sector, y eso es algo que no podemos hacer solos. Las empresas hemos de colaborar con otras empresas, pero también con la Administración.

«Para operar no solo hay que tener una licencia administrativa, sino también social»

¿Los proyectos del electrolizador y la Ecoplanta son ejemplos de esa colaboración?

En ese volumen de inversiones de 1.400 millones de euros al que usted hacía referencia hay dos inversiones clave para Repsol, pero también para la petroquímica, que son, efectivamente, el electrolizador más grande de la Península Ibérica y la Ecoplanta. Son dos inversiones que pueden estar en torno a los 1.000 millones de euros. Transformar, nos transformaremos, pero queremos acelerar el ritmo, y para eso necesitamos colaboración público-privada.

¿En qué sentido?

Por ejemplo, ese electrolizador, que podría estar en marcha en 2026, tendrá 150MW de potencia, que suponen una producción de 23.000 toneladas de hidrógeno al año. Pero es que hoy, solo Repsol ya consume 100.000 toneladas de hidrógeno al año, además de ser el primer productor de hidrógeno de la Península Ibérica. Lo que quiero decir con esto es que son proyectos con una rentabilidad muy pequeña, y hay una petición que tenemos que hacer a la Administración: la transformación del polo petroquímico de Tarragona ha de ser un objetivo de país, su importancia es capital.

¿Y en qué se traduce eso?

En un proceso de transformación como este, el nivel de proyectos es muy elevado, lo cual implica una gran tramitación administrativa. Necesitamos más licencias administrativas como las de la Ecoplanta, que ha sido declarado proyecto empresarial estratégico para lograr reducir en un 50% el tiempo de tramitación. Actualmente, el tiempo de tramitación administrativa [de un proyecto industrial como los que se despliegan en el polo petroquímico de Tarragona] está entre el año y medio y los dos años, pero eso puede ser crítico para que una inversión se haga aquí o no. En el caso de Repsol Tarragona, tenemos competencia global, pero también dentro del grupo para captar esas inversiones.

«La descarbonización de la petroquímica en Tarragona es un reto mayúsculo»

¿Agilizar trámites lo resuelve todo?

No solo. Para que las inversiones se puedan hacer, necesitamos también que la Administración las subvencione en parte, igual que se está haciendo [desde la Comisión Europea, mediante el Fondo de Innovación de la Unión Europea] con la Ecoplanta. La Química no puede financiar al 100% su transformación.

Lograr ese nivel de apoyo desde la Administración y la sociedad requiere complicidades. ¿Las tiene hoy el sector, o ha vivido mejores momentos?

En el caso de Repsol en Tarragona, le diré que somos plenamente conscientes de que para operar no solo hay que tener una licencia administrativa, sino también una licencia social. Eso significa seguridad, Medio Ambiente y eficiencia operativa para ir más allá de lo que marca estrictamente la ley, con medidas ‘cero pellets’ o reduciendo al máximo las necesidades hídricas de nuestras instalaciones.

¿En qué situación se encuentra hoy el crédito para esa licencia social?

Venimos de la situación del accidente de IQOXE, que fue un punto de inflexión dentro de la historia de la petroquímica. Después de muchos años de trabajo en transparencia, fue un punto crítico en la confianza de las empresas del sector. Se ha trabajado mucho en revertir esta situación y pienso que se está consiguiendo, pero hay un camino por recorrer. La licencia social la pierdes y la ganas cada día, y eso se hace evitando al máximo cualquier repercusión [de nuestra actividad] en el territorio. Por eso hay que ir más allá del cumplimiento de la normativa.

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