«Crear comunidad no suma, sino que multiplica las ideas»

Entrevista. Núria Ríos, consultora de marketing. Desde que alcanzó el sector del emprendimiento de forma casual, ha invertido toda su energía emprendedora en los proyectos Espai Factoria Coworking y Masterheart

21 enero 2022 21:50 | Actualizado a 22 enero 2022 19:09
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Licenciada en Biología, la trayectoria de Núria Rios (Vimbodí i Poblet, 1980) ha desembocado en el mundo del marketing y el emprendimiento, como consultora de marketing, cofundadora del Espai Factoria Coworking y fundadora de Masterheart, una comunidad de mujeres emprendedoras en Reus. «Acompaño a emprendedores conscientes e impulso negocios con estrategias de marketing y comunicación», destaca de su experiencia laboral, porque «entiendo el éxito en comunidad y el aprendizaje continuo, ya que para mí es garantía de vida y progreso».

Es licenciada en Biología. ¿Cómo llegó al mundo del marketing?

La vida me ha llevado hasta aquí. Empecé en una empresa de alimentación, en el área de control de calidad, cuando todavía no había terminado la carrera, y después pasé a I+D. Más tarde, la misma compañía me propuso hacer el traspaso hacia el marketing. Acepté e hice el salto a marketing manager, lo que me condujo a trabajar durante 14 años en una corporación. Después, cuando abandoné la corporación por el emprendimiento, cursé un Máster de Marketing Digital y Comercio Electrónico, hace seis años.

¿Alcanzó al mundo del emprendimiento de forma casual?

Sí. Coincidiendo con una restructuración de la corporación donde estaba trabajando, tuve la suerte de que me despidieron. Entonces, se despertó mi energía emprendedora y las ganas de crear un proyecto propio, que en su momento fue una agencia de marketing. Más tarde empecé a trabajar como consultora de marketing.

Es cofundadora del Espai Factoria Coworking y también fundadora de Masterheart, una comunidad de mujeres emprendedoras. ¿Qué tienen en común ambos proyectos?

La comunidad. Siempre me habían dicho que era conectora de personas. Entones me pregunté cómo podía convertir esta habilidad en un proyecto y ambos surgieron de una forma orgánica, por propia necesidad, el Espai Factoria Coworking y el Masterheart. Creo enormemente en el poder de la comunidad, porque cuando estamos juntos, no sumamos, sino que multiplicamos, ya que las ideas cogen otra dimensión cuando se comparten.

¿Cuál es el poder de la comunidad Masterheart?

Por un lado, sentirnos acogidas y no sentirnos solas. Se ha romantizado mucho el mundo del emprendimiento, pero alrededor también existen retos que compartidos se sobrellevan mejor. Por otro lado, ser un reflejo las unas de las otras, por lo que las voces mentales que nos persiguen se suavizan y se calman. Y por último, las sinergias que se generan, tanto en el sentido de convertirnos en prescriptoras de otras compañeras como por el hecho de que juntas podemos impulsar proyectos que de otra manera no promoveríamos.

¿Qué inquietudes comparten las mujeres del programa Masterheart?

La principal es compartir para crecer juntas.

¿Qué significa ser un emprendedor consciente?

Un emprendedor consciente es aquel cuyo proyecto nace desde dentro hacia afuera, es decir, desde su coherencia, su autenticidad, desde el respeto y el amor por uno mismo y por los demás.

¿El emprendimiento está vinculado a las emociones?

Sí. Mi faceta como consultora de marketing la desarrollo desde las emociones, es decir, no hay experiencia si no hay emoción. Al final, lo que nos hace conectar con los clientes es la emoción, las personas no queremos conectar con los productos, queremos conectar con las personas y su historia.

¿De cualquier producto se puede extraer una emoción?

Sin duda, y este es el reto.

¿Qué otros retos existen en la conexión emocional con el cliente?

El principal reto es saber entender cuál es la emoción que un producto despierta en los clientes. En este sentido, primero identificamos las frustraciones y las alegrías que tienen los clientes, para poner el foco en cómo la compañía puede generar estas alegrías y de qué manera podemos ayudarla a trascender las frustraciones. Por todo ello, la clave es conocer mucho al cliente, a través de una radiografía completa.

¿Qué ha cambiado respecto al marketing tradicional?

La realidad es que al final del día los impactos que recibimos son muchos. Como compañía, o somos capaces de encontrar un espacio en la mente del consumidor o no existiremos, para que cuando tenga la necesidad del producto, piense en nosotros. Por lo tanto, debemos destacar en la jungla de mensajes que recibimos. Y para ello debemos profundizar en las necesidades concretas y en aquello que le hace vibrar. En definitiva, debemos ponernos en sus zapatos para entender lo que realmente necesita.

En este proceso, el aprendizaje debe ser continuo.

En momentos de mi trayectoria, el aprendizaje ha tenido un rol casi obsesivo. Cuando emprendes un proyecto siempre tienes la sensación de que no estás suficientemente preparado, lo que se conoce como Síndrome del impostor y el crítico interno que necesitas saber de todo. También debemos conectar con el valor que tenemos, por lo que hoy en día soy más selectiva con la formación.

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