Violencia machista entre adolescentes: ¿Qué estamos haciendo mal como sociedad?

El caso de la presunta violación en Tarragona de un chico de 13 años a una chica de 15 pone al día el debate sobre si la violencia de género está calando cada vez más entre los jóvenes

02 mayo 2022 12:00 | Actualizado a 02 mayo 2022 12:03
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El pasado domingo 24 de abril nos despertábamos con una noticia impactante: el arresto de un adolescente de 13 años, acusado de agredir sexualmente a una joven de 15 años en Tarragona. Actos de violencia machista entre adolescentes y jóvenes -en algunos casos, incluso, con resultado de muerte- están apareciendo en los últimos tiempos en los medios de comunicación, obligándonos a hacernos muchas preguntas de difícil respuesta.

¿Podemos asegurar que la violencia machista es una práctica que ha aumentado entre nuestros adolescentes? ¿Qué estamos haciendo mal, como sociedad, para que un joven cometa un acto tan execrable?

El Diari ha requerido de la ayuda de Chus Rodríguez, miembro del grupo de trabajo de violencia machista del Col·legi Oficialde Psicologia de Catalunya, para intentar poner luz a algunas de estas sombras. Esta experta en violencia machista empieza reconociendo que sí se detectan más casos entre adolescentes, aunque puntualiza que «esto pasa porque las adolescentes se acercan más a pedir ayuda ante este tipo de situaciones. No es que haya más volumen de casos, sino que las adolescentes le ponen nombre, lo que permite que se identifique más este tipo de violencia entre adolescentes. Antes también había muchos casos de violencia psicológica o sexual, pero quedaban en un ámbito en el que no se les ponía nombre. Ahora eso no pasa, y las jóvenes piden ayuda».

Para contextualizar el problema, esta psicóloga recuerda que «vivimos en una sociedad patriarcal, que es la base de la violencia machista, donde la desigualdad entre hombre y mujer es patente. Además, esta sociedad patriarcal ha logrado convivir con todos los modelos económicos, sociales, políticos, etc.. (comunismo, capitalismo, etc...). Y lo ha hecho transformándose y adaptándose a los cambios para perdurar. Por ejemplo, ahora mucha de esta violencia se canaliza a través de internet, una red donde los jóvenes tienen mucha presencia. Piensa que la media de edad del primer contacto de los niños con la pornografía a través de internet es a los 10 años y medio. Eso significa que el primer contacto que tendrán en su vida estos niños con la sexualidad será a través de la pornografía».

Las nuevas tecnologías

La Fiscalía General del Estado alertaba en su informe de 2019 de cómo las nuevas tecnologías, que han puesto en manos de los agresores de las víctimas de violencia de género «mecanismos muy potentes de manipulación, humillación y control, pueden generar dominación y relaciones desiguales entre hombres y mujeres, capaces de producir efectos lesivos extraordinariamente graves».

Sobre este aspecto, Rodríguez apunta que «las nuevas tecnologías nos permiten llegar donde queremos. No hay límites, tanto para lo bueno como para lo malo, y el uso dependerá de cada uno. Y en una etapa vital como es la adolescencia es un factor que puede facilitar una situación de violencia machista. La adolescencia es una etapa de descubrimiento y el peligro no se ve igual que cuando eres adulto. Por eso el consumo desmedido de según qué páginas web puede ser un factor importante en el desarrollo de según que tipo de conductas».

Hacer autocrítica puede ser importante para intentar mejorar cosas que podríamos estar haciendo mal como sociedad. Para esta psicóloga «que el problema es que hay dos fuerzas contrapuestas en la sociedad. Una parte tiene claro que tiene que luchar para educar en igualdad, pero hay otra que no cree en eso y no ve la necesidad de que sea así, además en medio de un entorno político que legitima esto, como así hacen algunos partidos políticos. Puede que estemos haciendo mal algunas cosas, pero no el 100% de la sociedad».

Sobre si existe una edad concreta en la que tengamos que empezar a educar a nuestros hijos en valores como la igualdad de género o el respeto al otro sexo, Chus Rodríguez cree que «aún no hemos asimilado que no se trata de educar sino de modelo de sociedad, y esto significa que desde que tu hijo nace tienes que educarlo en estos valores. ¿Verdad que no nos planteamos a qué edad tenemos que enseñar a nuestro hijo cómo se tiene que alimentar de forma sana? Pues con esto es igual. Es un tema de modelo de sociedad, desde que nace».

Recuperar al adolescente

Uno de los objetivos que debemos tener como sociedad es recuperar a los adolescentes que incurren en prácticas de violencia machista para que abandonen este camino, como puede ser el último caso de Tarragona. En este sentido, Rodríguez comenta que «sin entrar en concreto en el caso de Tarragona, porque lo desconozco en profundidad, primero hay que saber qué le ha pasado a este adolescente para que haya hecho lo que ha hecho. Porque dependerá sobre cómo tendremos que actuar para que no vuelva a hacerlo y que tenga una vida sana y que este hecho no lo acabe marcando. Por ejemplo, si en un caso como el de Tarragona pesa más un factor neurológico, el abordaje será más clínico, psiquiátrico o psicológico. En cambio, si pesan más factores ambientales o familiares, con una carencia emocional, el abordaje será distinto. Hay que hacer un buen análisis del caso y ver qué ha pasado, así podremos marcar un plan de trabajo efectivo».

Diferentes violencias

Más del 16 por ciento de las adolescentes españolas ha sido insultada o ridiculizada por su pareja, ha sufrido un control abusivo, ha sido aislada de sus amistades o presionada para realizar actividades sexuales que no quería practicar. Son las formas más comunes de violencia de género que afectan a las menores.

El estudio ‘Menores y Violencia de Género’ de la Delegación del Gobierno contra la Violencia de Género, con entrevistas a 10.465 chicos de 14 a 18 años, hace una fotografía de la violencia que sufren las adolescentes en sus relaciones sentimentales. El 16,9 % de las chicas reconoce que su pareja las ha insultado o ridiculizado; el 16 % indica que la ha controlado hasta decidir por ella hasta el más mínimo detalle; el 14,7 % dice que las ha aislado de sus amistades; el 13,6 % fue controlada a través del móvil y el 10,9 % se sintió presionada para realizar actividades sexuales que no quería practicar.

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