El perfil del ahogado en Tarragona: un varón de avanzada edad

Los motivos son la accesibilidad de la costa y su mayor superficie. Este año han fallecido 12 personas, la última ayer

10 agosto 2019 09:20 | Actualizado a 10 agosto 2019 09:56
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Un hombre de 85 años de edad se convirtió ayer viernes en la duodécima víctima por ahogamiento en la demarcación de Tarragona. Ocho de las muertes se produjeron en playas (dos en Cambrils, dos en Tarragona, Torredembarra, Vila-seca, El Vendrell y Mont-roig del Camp), dos en ríos (el Brugent, en La Riba, y el Ebre, en Amposta), una en una piscina privada de Reus y la otra en el puerto de Tarragona.

Tarragona concentra casi la mitad de ahogamientos de toda Catalunya. Según los datos de un estudio realizado a nivel de todo el Estado español por la Real Federación Española de Salvamento y Socorrismo, entre 2015 y el pasado 31 de julio, se produjeron 113 ahogamientos en las playas catalanas, 51 de ellos en Tarragona, es decir, el 45,13%.

Playas

  • 30 abril. Hombre. 83 años. L’Ardiaca (Cambrils). Servicio de vigilancia no comenzado.
  • 28 mayo. Una niña de 5 años. La Pineda (Vila-seca). Servicio de vigilancia no comenzado.
  • 23 de junio. Hombre. 31 años. El Regueral (Cambrils). Con vigilancia. Bandera verde.
  • 18 de julio. Hombre. 71 años. Coma-ruga (El Vendrell). Con vigilancia. Bandera verde.
  • 22 de  julio. Hombre. 72 años. La Porquerola (Mont-roig). Con vigilancia. Bandera amarilla.
  • 28 de julio. Hombre. 62 años. La Móra (TGN). Fuera del horario del servicio de vigilancia. 
  • 31 de julio. Hombre. 67 años. La Llarga (Tarra-gona). Fuera del horario del servicio de vigilancia.
  • 9 de agosto. Hombre. 85 años. Els Muntanyans (Torredembarra). Con vigilancia. Bandera verde.
Ríos

  • 10 marzo. Brugent (La Riba).
  • 27 de abril. Ebre (Amposta).
Otros

  • 7 de julio. En el puerto de Tarragona.
Piscinas

  • 1 de julio. Reus.
¿Por qué tantos en Tarragona?

Según explica la responsable del Servei de Gestió d’Emergències de Protecció Civil de la Generalitat, Montse Font, aparte de que Tarragona cuenta con 18 kilómetros de longitud más de playas que Girona y 400 kilómetros cuadrados más de superficie, las playas son mucho más accesibles que las de la Costa Brava.

Además, el mal tiempo o un viento fuerte disuade más a los bañistas en Girona, que ya ni se acercan a las pequeñas calas, que a los de Tarragona, que apenas tienen que desplazarse.

¿Y si la comparación se establece con las playas de Barcelona? Font responde que, salvo en Sitges, la inmensa mayoría de usuarios de playas barcelonesas son de la propia localidad y saben cuándo pueden bañarse, mientras que Tarragona cuenta con muchos más ‘turistas playeros’ foráneos. De los siete ahogados en Barcelona, cuatro fallecieron en Sitges, otro en una playa de Viladecans y los otros dos en ríos o rieras.

El perfil de la persona fallecida por ahogamiento es, precisamente, como el de la víctima de ayer: un varón de avanzada edad, de 65 años o más. De las 8 personas ahogadas en la playas de la Costa Daurada, cinco superaban esa edad. Un quinto la rozaba: 62 años. Los otros fueron una pequeña de 5 años y un hombre de 31.

«Son personas que sufren patologías previas y que están acostumbradas a ir a la playa o nadar. Cuando se encuentran mal, en vez de acudir al socorrista o ducharse, van a refrescarse al mar. En el momento en que se desmayan porque sufren una parada cardiaca o un simple mareo caen y se ahogan», explica Font.

Las imprudencias matan

La causa fundamental de los ahogamientos es la imprudencia. La coordinadora de la Comisión de Prevención y Seguridad de la Federación Española de Salvamento y Socorrismo, Jessica Pino, lamenta que cada año se producen en España en torno a 400 ahogamiento, es decir, más de uno al día, «una cifra escandalosa».

«Detrás de todas esas muertes están las imprudencias (no respetamos las banderas, las señalizaciones, las zonas prohibidas al baño... o no vigilamos a los menores) y el desconocimiento, no valoramos los riesgos. Los espacios acuáticos son para disfrutar, pero con límites», advierte Pino.

De los 16 ahogamientos en las playas catalanas entre el 15 de junio y el 31 de julio, es decir, cuando ya se ha puesto en marcha el servicio de socorrismo, diez tuvieron lugar en playas sin servicio de vigilancia o fuera del horario. Y en tres de los seis fallecimientos dentro del horario ondeaba la bandera amarilla.

«Insistimos mucho en que la gente se bañe en playas con servicio de vigilancia», recuerda Font. Con contadas excepciones, los rescates en playas con socorristas son exitosos. Por contra, en playas sin vigilancia «cuando llegan los socorristas o el SEM es demasiado tarde», lamenta.

¿Sería conveniente ampliar el horario de salvamento? ¿Y más aún cuando las personas acuden más tarde a la playa para evitar las horas más intensas de sol? Font: «Lo más adecuado es ajustar el horario de los socorristas a los momentos de mayor afluencia, pero muchos municipios no tienen suficiente presupuesto».

Font y Pino alertan contra los incívicos que desobedecen las instrucciones del socorrista. Jordi Badet, coordinador del servicio de socorrismo de la playa de Roda de Berà, se ha encontrado en más de una ocasión con gente, sobre todo adolescentes, que le ignoran. «Tenemos mucha mano izquierda, pero si persisten en sus imprudencias, avisamos a la Policía Local. Sentimos que no tenemos autoridad. Estaría bien que pudiéramos sancionar», dice.

¿Qué se puede hacer para evitar los ahogamientos, más allá de la propia responsabilidad personal del bañista y su autoprotección? Para Font sería positivo imponer sanciones a los imprudentes: «La irresponsabilidad de la persona que se baña con bandera amarilla o roja provoca que se juegue la vida el socorrista. Eso debería ser sancionable como el que no se pone el cinturón de seguridad».

Pino cree imprescindible la educación en las escuelas: «Los niños tienen que aprender a hacer una reanimación cardiopulmorar o a salir de una situación de riesgo, tendría que haber una cultura de salvamento».

Más horario de socorristas. Sanciones. Educación. Correcto, pero, como sentencia Pino, «si fuéramos todos más cívicos y prudentes, no pasaría nada».

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