Estados Unidos, un relato de perpetuo racismo

Colson Whitehead publica ‘Los chicos de la Nickel’, una historia de brutalidad en un reformatorio.

11 septiembre 2020 12:40 | Actualizado a 11 septiembre 2020 12:52
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Impotencia. Incomprensión. Incapacidad de alterar el curso de la historia. El racismo en Estados Unidos es estructural y poco o nada se puede hacer por acabar con él. Es prácticamente inamovible. Este es el durísimo poso que dejó el dos veces Premio Pulitzer, el escritor y profesor estadounidense Colson Whitehead en una rueda de prensa virtual con los medios a raíz de la publicación en nuestro país de su última novela, en catalán y en castellano (Els nois de la Nickel. Edicions del Periscopi; Los chicos de la Nickel. Literatura Random House)

«Me han detenido, me han puesto esposas por estar en el lugar equivocado en el momento equivocado y creo que le ha pasado a la mayoría de chicos de color. No es que valga la pena ya ni contarlo. Es tan común, tan habitual...» manifestó Colson con naturalidad desde su Nueva York natal. Sin embargo, a pesar de todo, sí que ha querido indagar, investigar, novelar una historia de odio y violencia. Otra vez.

«En Nueva York, detener y cachear forma parte de las normas policiales para ver si se lleva droga u otra cosa y esto viola los derechos más básicos. Es así como se trata a los jóvenes negros que están a merced de la policía», sostuvo el autor.

 

Esta arbitrariedad que Colson conoce bien le llevó a dibujar el personaje de Elwood en Los chicos de la Nickel, un joven que crece en la Florida de los años sesenta y que está a punto de entrar en la universidad. Serio, educado y trabajador, ¿qué puede salir mal? Todo. Porque un error inocente lo llevará directo a un reformatorio tutelado por el Estado donde se cometieron atroces abusos, palizas y asesinatos durante casi un siglo, tormentos que irónicamente ocurrían en un lugar llamado ‘Casa Blanca’ porque, efectivamente, era blanca.

“En América hace mucho tiempo que una novela no ha tenido un impacto social real”

El reformatorio Nickel existió y  en el mundo real se llamaba Escuela Dozier. En ella se llevaron a cabo torturas espeluznantes a niños y jóvenes negros, más graves todavía si cabe, por la impunidad en la que ocurrieron. «Nadie hacía nada al respecto», señaló Colson. Nadie pagó por ello. Ni siquiera cuando en 2014 se excavaron fosas comunes con cuerpos de aquellos niños y jóvenes que habían sido condenados por robo y asesinato, por absentismo escolar o comportamiento difícil. También huérfanos. Y esa absolución generalizada es precisamente la génesis del libro

“Todo el mundo se ha ido de rositas. los responsables de las atrocidades de Dozier recibieron su pensión ”

Hilvanar el relato no fue fácil a nivel emocional, a pesar de que el autor procura poner líneas de defensa. « Por momentos estaba deprimido y nervioso frente a lo que iba descubriendo. Las últimas seis semanas de escritura estuve muy cansado y tenía que parar de trabajar. Cuando acabé me dediqué a jugar a videojuegos y a pasar tiempo con mi familia».

Y es que para tejer la novela, Colson leyó numerosas memorias de supervivientes. «Hay una página web con historias de estos chicos. A veces dos párrafos, a veces dos páginas. Hablé con uno de ellos que vivía en Manhattan. Me contó que le habían dado palizas, que le habían llevado a la Casa Blanca. Y en su lenguaje corporal podías ver el rictus de esos abusos cometidos», contó el escritor.

“Cuando supe del Pulitzer estaba haciéndome un análisis de sangre para saber si tenía la Covid-19”

Sin embargo, con su obra, no pretende ningún objetivo preciso, más allá del artístico. « La mayoría de legisladores no leen novelas o poesía», dijo. Y en este punto la conversación, inevitablemente derivó al magnate Trump. «Si se le vuelve a elegir, mucha gente morirá y eso será una tragedia no solo para los americanos, sino para todo el mundo. Y aunque las cosas irían mejor sin él, hay que estar atentos porque igual cambia un punto de la legislación y luego vuelven los republicanos al poder y lo revocan. Hay muchas maneras de manipular». 

El reformatorio Nickel existió y en el mundo real se llamaba Escuela Dozier, en Florida

En la encrucijada, Elwood y Turner, los dos protagonistas de la Nickel. ¿Qué actitud tomar, callar o plantar cara? ¿Es posible seguir las enseñanzas del momento de Martin Luther King dentro de un infierno como el de Florida? « Elwood cree que si estás ahí, que si plantas cara y defiendes la Justicia, puedes cambiar el orden social. Mientras que Turner opina que las cosas no cambian. Ese es el gran conflicto. Ambos forman parte de las dos caras de la moneda que ofrece el mundo», afirmó. 

El escritor supo de su segundo Pulitzer mientras le hacían la prueba de la Covid-19 y solo pudo reír. «Fue algo inesperado. Dentro de la miseria de los últimos seis meses, algo bonito, muy agradable». Un prestigioso galardón que ya consiguió con El ferrocarril subterráneo (Random House/Periscopi), novela que habla de la esclavitud, esa a la que el escritor sitúa en el origen de todo. Y sobre la que Amazon está a punto de estrenar una serie.

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