Las paredes del serrallo se pintan de mar

Un gran mural dedicado a las remendadoras de redes completa la serie que decora el barrio desde hace unas semanas

29 diciembre 2020 20:30 | Actualizado a 30 diciembre 2020 07:09
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Nada más pasar el emblemático Pont de la Petxina de El Serrallo, un grupo de personas se congrega delante de un edificio. Están, sin duda, ante el que será tema de conversación de esta mañana en el barrio: el mural de diez metros que comienza a tomar forma de la mano de Orion Leim, quien trabaja subido a una grúa ajeno a la expectación que despierta.

Leim comenzó a pintar el lunes el mural que deberá estar acabado hoy. La fachada elegida es una de las primeras que se ve cuando se entra al barrio por este lado y ya comienza a adivinarse el motivo: una estampa en blanco y negro en la que la protagonista es una remendadora. Es el tributo a un oficio prácticamente perdido en estos tiempos en que cada vez hay menos barcos pesqueros zarpando al mar. Hoy son los propios marineros, ayudados por «los que saben», quienes se encargan de la labor manual que antes hacían estas mujeres.

El año sin fiestas

Este mural es el último del proyecto Mar-Mur que ha organizado la Associació de Veïns del barrio. David Martín, su presidente, explica que este año de pandemia era imposible organizar fiestas, así que se les ocurrió que esta sería una buena manera de invertir en una actividad cultural que dejará algo positivo para los vecinos. «Es una manera de dignificar el barrio», comenta.

Así fue como se les ocurrió la iniciativa para la cual cuentan con la colaboración del Port de Tarragona y del Ayuntamiento y que consiste en una serie de murales en fachadas del barrio, algunas de ellas correspondientes a solares vacíos.

Una de las peculiaridades fue que para decidir quién se encargaba de las obras se abrió una consulta por internet en la que los vecinos pudieron votar por los proyectos que más les gustaban. En todos había un motivo común: el mar.

Pere Granè, de la cooperativa Combinats, que se encargó de la gestión artística del proyecto, explica que la mayoría de artistas que se propusieron eran del Camp de Tarragona, aunque también había de otras partes, incluso internacionales. Se cuidó, además, de que hubiera paridad de género. La página web que desarrollaron contó con 8.500 visitas y hubo más de 1.500 votos válidos.

Así pues, en noviembre se pintaron cuatro murales por parte de los cuatro ganadores. Uno de los proyectos seleccionados fue el del dúo ebrense A la Sombra, conformado por Ferran Orta y Enrique Caballero, encargados de pintar en el carrer Sant Joan, número 10. Allí han dejado un personaje marinero tan largo como entrañable, que atesora en una botella su propia idea del mar.

Pero el mar no es uno solo, y así lo demuestran los diferentes murales realizados por la tarraconense Sara Porras, que pintó en el carrer Gravina, número 55; el reusense Miquel Falgàs, que intervino en el carrer Sant Pere 62, y la colombiana Zurik, encargada del mural del carrer Espinach 9.

Granè cuenta que están muy contentos, porque aunque cada uno tiene un lenguaje visual diferente, todos están ligados al barrio. Y se consiguió, además, un logro nada despreciable: mantener una actividad cultural en tiempos «de hibernación».

Mantener viva la cultura

Hoy se terminará el quinto y más grande de los murales que completa la serie. Laim, que prefiere que le llamen ‘escritor de grafittis’ en lugar de grafitero, es quien se está ocupando de este último mural y cuenta que está acostumbrado a trabajar bajo la mirada de la gente. Crear en la calle es lo suyo desde la adolescencia y reconoce que ve sitios donde pintar por doquier.

El altafullense ha ido desarrollando su propia técnica, así que no nos explica cómo está haciendo para pasar de un pequeña foto en blanco y negro a una imagen de gran escala.

La que aparece en la imagen es una remendadora del barrio y la barca es la de la familia propietaria del edificio. «Que estuvieron encantados cuando les pedimos permiso para lo que íbamos a hacer», cuenta el presidente de la asociación de vecinos.

En resumen, que si quien lee hace tiempo que no ‘baja’ al barrio de El Serrallo, debe tener en cuenta que estas pequeñas sorpresas que encontrará por las paredes bien valen darse una vuelta por allí.

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