Opinión

Josep Muñoz Gràcia

Carácter, capacidad y química = confianza

Una ciudad se hace día a día, año tras año, no pensando en lo que ha pasado o se ha heredado (...) Necesitamos «ya» que Tarragona sea conocida a todos los niveles, como la ciudad que es, «fantástica»

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Una de las cosas más poderosas que podemos tener los seres humanos se llama «confianza». Todo avance necesita de ese «pegamento emocional»: una pareja no puede afianzarse si no hay «confianza mutua»; una relación de sociedad, de amistad, de trabajo, de los ciudadanos con los que gobiernan, no pueden establecerse y ser segura si no hay «confianza».

Es verdad que la «confianza» tarda años en construirse y minutos en derribarse. Una mentira, un engaño, una traición, una mala gestión gubernamental, da un giro de ciento ochenta grados a lo que pensábamos, nos hace cambiar todo lo que habíamos creído y lleva a que aquella «confianza» que se construyó se destruya.

Dentro de todos nosotros existe un poder, y a ese poder, yo lo llamo «poder de confianza». El politólogo Francis Fukiyama investigó el tema de la «confianza» y reveló algo interesante. Este investigador descubrió que, cuanta más desconfianza hay, más dinero pierde el país. Hay una relación directa entre «confianza y desconfianza».

Él sostiene que cuanta más desconfianza hay, todo es más lento. Un ejemplo reciente ha sido la lentitud de la aprobación de los presupuestos generales, por la falta de «confianza» en ellos. En consecuencia, sea cual fuere la relación, cuando hay desconfianza por alguna de las partes, todo es mucho más lento. Cuanta más «confianza», más rápidas funcionarán las cosas y los ingresos que correspondan a las partes de aceptará con buena predisposición.

La «confianza» es un poder fundamental en cualquier relación. La «confianza» es el pegamento humano, es aquello que nos conecta con el otro. Si hay «confianza» habrá movimiento, inversiones, finanzas y relaciones interpersonales sanas y duraderas. Cuando una persona o grupos de ellas son heridas en su «confianza», queda muy lastimada, porque la traición duele profundamente en el alma.

¿Qué pasa entonces cuando alguien pierde su confianza? La persona se vuelve desconfiada, todo le resulta sospechoso y la desconfianza nos lleva a pensar que siempre hay un mensaje oculto que se debe desentrañar, se piensa que en todo ser humano hay una motivación oculta para lastimarnos.

En cualquier relación que establezcamos, de pareja, de amistad, empresarial, familiar, política… es necesario explicitar lo que esperamos de los demás. Todo contrato tiene una parte formal, por ejemplo: si el jefe (o el pueblo dice: Pedro, espero que te encargues de administrar las finanzas de la empresa, del estado… etc. Desde hoy ocuparás un nuevo cargo; cuando termines tu horario pasa por la oficina de personal y firmaras los papeles, o sea un contrato formal.

Sin embargo, hay también un contrato emocional, algo que no ha sido dicho a nivel emocional, y es que el jefe (el pueblo) espera que Pedro ponga todo su empeño y trabaje ordenada y eficazmente para lo que ha sido elegido. El comprender lo que es formal y lo que es emocional es allí donde comienzan los conflictos.

Tal vez el jefe (el pueblo) espera que Pedro se quede a hacer horas extras y trabaje incondicionalmente en agradecimiento al nuevo cargo, pero si Pedro no responde a esta creencia, tanto el jefe (como el pueblo) se sentirán desilusionados, defraudados y su «confianza» habrá sido quebrada. Es por eso que, para establecer vínculos sanos con los otros, sea cual fuere el ámbito en que nos movamos, nuestras palabras deben de ser claras y dar a conocer al otro u otros cuáles son nuestras expectativas. Haciendo propio este poder de ofrecer la «confianza», creo que hay tres cosas que tenemos que lograr para que la gente pueda confiar en nosotros: Carácter, capacidad y química.

Carácter: es transparencia y la transparencia activa la «confianza». Cuando una persona no tiene agendas ocultas y no tiene dobles intenciones, cuando una persona se muestra tal como es, pone las cartas sobre la mesa y habla con claridad, esa persona inspira «confianza». El carácter tiene que ver con ser como uno es en todos los ámbitos. La sociedad no quiere «carisma», sino «carácter».

Carácter es no tomar lo que no es de uno. Ser íntegro quiere decir «moverse por la verdad» y la verdad siempre produce «confianza».

Capacidad: para generar «confianza» se necesita también tener capacidad. Si se produce un problema eléctrico en nuestra casa, de nada nos sirve un técnico que sea una excelente persona pero que nos queme toda la instalación porque no conoce el oficio. La persona que se capacita, que desarrolla sus competencias, que día a día crece, que supera su techo y mejora, es una persona digna de tenerle «confianza».

Química: puedes ser una persona íntegra, una persona formada, puedes tener carácter, pero si no tienes química con los demás, es decir una actitud positiva, todas tus relaciones terminarán quebrándose.

El tema no es lo que tenemos, sino cómo usamos el potencial que tenemos. Una persona y además pública está mucho más limitada por su falta de capacidad para transmitir una idea, un concepto, una opinión, un proyecto, un país, que por no tener una inteligencia elevada.

Carácter, capacidad y química, es lo que nos permitirá ser pionero. ¿Qué es ser pionero? Pionero es alguien que abre caminos, también es aquel que paga las consecuencias porque ha hecho algo que nadie había hecho jamás, y ahora todo el mundo pasa por ese camino. Estas tres condiciones te permitirán ser pionero de proyectos, de sueños, de metas, de emprendimientos, de soluciones… En conclusión, si un dirigente público no tiene estas tres características, no podrá acabar lo que ha intentado empezar.

Estas reflexiones, me llevan a pensar que el actual gobierno central, cada vez está perdiendo más la «confianza» de los ciudadanos. También he llegado a la conclusión que los que están gobernando nuestra querida y diferente Catalunya, no están a la altura necesaria para que depositemos en ellos la suficiente «confianza» para seguir dirigiendo nuestro complicado futuro, por no hacer un frente común todos los partidos que intentan gobernarnos.

Igualmente, estoy o estamos decepcionados, con la forma de actuar y cambiar nuestra especial Tarragona del Ayuntamiento actual (gobernantes y oposición). Es verdad que han heredado del PSC una situación económica muy complicada y además se ha agravado por la falta de ingresos por la pandemia. Lo que me demuestra a pesar de todo que les falta algo de «carácter, capacidad y química…»

Una ciudad se hace día a día, año tras año, no pensando en lo que ha pasado o se ha heredado. Una ciudad se puede hacer de muchas maneras, no solamente apilando piedras con más o menos arte; trazando calles y plazas más o menos racionalmente; plantando árboles más menos bonitos; imponiendo la velocidad máxima en 30 kilómetros. Y hacer eslógans más o menos acertados…

Hacer o cambiar una ciudad es la suma de todas las voluntades (gobierno y oposición) ya que la ciudad debe de ser lo que va bien y quieren los ciudadanos: famosa, respetada, limpia, … porque tiene materia para ello. Necesitamos «ya» que Tarragona sea conocida a todos los niveles como la ciudad que es, «fantástica», ya que por ella le sobra carácter, capacidad y química; que no ha sido jamás explotada.

Por favor, se aproximan, si ya no los tenemos tiempos muy difíciles y complicados con la Covid-19. Todos, todos, todos, debemos colaborar en hacer todo lo posible y más para salir airosos de este reto. Para ello necesitamos la máxima participación, sin excusas, de nuestros dirigentes (gobierno y oposición), ya que los problemas son de todos, no solamente de los que gobiernan.

Al contrario, nos veremos abocados a una problemática difícil de solucionar y ninguna/o de nosotras/os nos lo merecemos.

Por favor, seamos todos conscientes, vale la pena, ya que el 2021 será un año de inicio de «reconstruir lo que la mala gestión y la Covid-19 ha destruido» y las circunstancias han rematado.

Josep Muñoz Gràcia es asesor fiscal.

Josep Muñoz Gràcia.

Josep Muñoz Gràcia.Foto: DT

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