Opinión

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«Por qué eligieron ustedes Catalunya?» Artur Mas le formuló esta pregunta al vicepresidente de las empresas de Warren Buffett, primera fortuna mundial. Buffett tiene tres empresas en el sur de Europa y las tres están en Catalunya. La respuesta fue rotunda, al menos para mí que estaba presente en aquel encuentro. No respondió el interlocutor que habían elegido Catalunya por el clima, ni por el ambiente nocturno, ni los puertos o autopistas de enlace. «Tienen ustedes talento», dijo contundente. No niego esa razón, pero también es verdad que no había considerado hasta entonces que este atributo pesara tanto en quienes nos contemplan desde fuera.

El talento supone imaginación –no fantasía- inquisición y búsqueda, aparte de un cierto atrevimiento para asumir riesgos desde notables convicciones. De ahí que este sea un país de buenos investigadores, creadores e incluso inventores, todo ello desde una humildad y una notable modestia que nos caracteriza dentro del mal llamado seny.

Esta semana, hablando con Xavier Bultó, un hombre cabal y de una importante aportación en la realización americana de Port Aventura, de frases muy maduradas y justo en sus apreciaciones, me ha dicho que este es un país de una gran sociabilidad, eso que los franceses llaman «convivialité» y antes sentenciaron con una palabra que hoy suena a arcaica: «Fraternité». ¿Lo sabíamos? Pues me temo que no.

Yo siempre había pensado en que éramos gente de esfuerzos sin límites, sin ufanarse de casi nada, de una sencillez generalizada y una mentalidad cutida en la esperanza, virtud teologal de la que tampoco se habla.

España es tal vez un país importante y Catalunya uno de sus motores. Y no es de recibo denigrarse los unos a los otros

La conclusión es que pese a estos atributos, sabemos muy poco de nosotros mismos, seamos catalanes de uno u otro color. Tal vez porque, como decía Mafalda, «la urgente no nos deja pensar en lo importante». A veces pienso que huimos, en especial los fines de semana, de nosotros mismos, no vaya a ser que nos llevemos un chasco. Es bien cierto que cuando se piensa menos se es más feliz.

Bultó me argumenta que tenemos entre nosotros una gran facilidad de relación positiva –y yo añadiría que tal vez cordial– que se acentúa en el ámbito intergrupal e incluso en el intergeneracional. Es esta una virtud que permite un mundo de relación abierto y fructífero que facilita bienestar general.

También existe, según mi buen amigo, una notable afabilidad en nuestra sociedad que facilita la cercanía personal. Esto, barrunto yo, favorece en mucho los negocios. Para resumir en una sola palabra, podríamos calificar una gran capacidad de solidaridad entre nosotros.

Soy consciente de que tenemos defectos. A mi entender, demasiados y yo el primero. Esta España y esta Catalunya divididas en dos y, lo que es peor, enfrentadas sin remedio es el principal problema que nos acucia sin que nadie intente ponerle remedio. El odio ha sido sembrado con desmesura. Pero también es una realidad que no somos lo que un humorista llamó «la piltrafilla de Europa». Jordi Pujol me dijo un día de no hace mucho que «España es un país importante» tratando de ser justo y me conminó a que así lo valorara. Eso de ser justo es muy difícil, pues la justicia no existe. Sí, España es tal vez un país importante y Catalunya uno de sus motores. Y no es de recibo denigrarse los unos a los otros, tal vez porque padecemos de una ignorancia mutua, recíproca, y todos de nosotros mismos. Nos conocemos poco y también, en cierta medida, nos valoramos menos.

Lo que no sabemos de nosotros mismos

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