Opinión

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José María Aznar es como el río Guadiana. Desaparece en las entrañas de la tierra (solo dando apariciones en la revista Hola de fiesta en fiesta de sarao en sarao; el Hola es sin duda el órgano oficial de comunicación de la derecha española), como de repente reaparece y se transforma en río navegable. En el caso de Aznar se transforma en guru o pitoniso cual oráculo de Delfos (que por cierto era una mujer). «No solo habrá que ganar una investidura, sino una mayoría parlamentaria que dé continuidad a la España constitucional», le advertía Aznar. La España constitucional es la que se encuadra en sus sueños, el orden monocromático, la España absoluta, el monolingüismo, la centralidad piramidal de Madrid cual París pero sin sus intelectuales. Feijóo puede soñar con volver a la etapa de las mayorías absolutas del propio Aznar y también de Rajoy, o de replicar sus cuatro mayorías absolutas en Galicia. Pero los sueños suelen acabar transformándose en pesadillas. Porque el gobierno en España no lo dan directamente las urnas, sino la aritmética parlamentaria, y eso escuece en la derecha porque el sumatorio siempre beneficia al PSOE. «La aspiración de la que no desisto es volver a ser el partido de 10 millones de votantes», aseguraba este sábado Feijóo. Pero es una evidencia de que el actual escenario, con un Vox al alza, lo hace más que inviable. Solo existe una variable que insufla optimismo en las filas populares y que podría ser el trampolín de Feijóo hacia la Moncloa en caso de adelanto electoral: el caso Cerdán que acorrala al PSOE de Pedro Sánchez. Pero, día que pasa, día que Pedro Sánchez se afianza en su lugar. No se mueve. No va a moverse. Lo sabe su entorno, lo saben sus adversarios y los saben los empresarios. Pedro Sánchez no dimitirá. Esta es la gran lección del fin de semana: al PP los números no le salen de momento y a Sánchez -también de momento- no lo mueve nada. No pasarán, dicen en Moncloa. La situación podría complicarse aún más, pero lo importante es llegar al otoño sin más heridas que lamentar. El congreso del PP ha sido un espejismo, una teatralidad de unidad que todos saben está lejos de ser la realidad. Si Aznar regresa a la superficie, también puede volver a esconderse. De momento, calor y moscas. Como en los toros.

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