Las pandemias agravan las desigualdades y las desigualdades hacen que las sociedades sean más vulnerables a las pandemias. Esta es la conclusión principal de un informe de la ONU. El documento muestra que las desigualdades no solo son el resultado de las crisis sanitarias, sino que contribuyen a que estas sean más frecuentes, letales y prolongadas. Las pruebas recopiladas revelan un círculo vicioso: las desigualdades internas y globales aumentan la vulnerabilidad de las sociedades. Y las pandemias refuerzan esas mismas desigualdades, una dinámica que se observa en emergencias como las de la Covid-19.
Prepararnos para futuras emergencias requiere sistemas de salud resilientes, una gestión cualificada e inversiones continuas en políticas sociales, ciencia, tecnología e innovación. Hoy en día se reconoce que fortalecer la producción de vacunas, pruebas diagnósticas, medicamentos y otros suministros es una vía esencial para garantizar el acceso a los recursos sanitarios.
Romper el ciclo de desigualdad-pandemia es un imperativo ético y práctico para garantizar la seguridad sanitaria mundial. La dimensión biológica de las pandemias es evidente, pero las dimensiones social, política y fiscal siguen siendo subestimadas. Ignorar las desigualdades es perpetuar los riesgos de futuras emergencias sanitarias e impedir que enfermedades como el sida y la tuberculosis sean finalmente superadas.
El mundo tiene una oportunidad decisiva, con los resultados de la COP30 y las agendas en curso en el G20 y la OMS (Organización Mundial de la Salud). El informe pone de manifiesto que invertir en equidad genera resiliencia y que la omisión tiene un alto precio, tanto en la economía como, sobre todo, en vidas humanas.
Necesitamos solidaridad global y compromiso con los avances sociales, a fin de transformar las economías y hacer efectiva la salud para todos, antes de que una nueva pandemia nos recuerde, una vez más, los costes de la inacción.