¿Existe Mariano Rajoy?

Al parecer, hay un hombre de barba cana, alto, desgarbado y con aire profesoral que responde al nombre de Mariano Rajoy. Los ciudadanos lo eligieron presidente del Gobierno hace tres años, aunque muchos se preguntan ahora por qué.

Según las previsiones electorales, el hombre ha perdido la mitad de los votos logrados y ha conseguido que apruebe su gestión sólo uno de cada cinco votantes. Todo un récord. Por menos que eso, hay quien ha dejado la política y hasta el país. Él, no.

A simple vista, parece que debe ser un hombre predestinado, cuyo cometido presidencial debía estar escrito en las estrellas. Pues no: estaba escrito en un papel de José María Aznar, al que lo mismo podría habérsele ocurrido elegir como sucesor a Rodrigo Rato. ¿Se imaginan que dilema?: tendríamos entonces un presidente que lo mismo podría acabar en La Moncloa que en la cárcel de Alcalá Meco.

Pues pese a tantos síntomas existenciales de la inanidad de Mariano Rajoy, este hombre que cumplirá en unos meses 60 años dirige el Partido Popular con mano férrea. Tanto, que lo lleva directo al abismo electoral sin que ninguno de los que le rodea modifique el rumbo. ¡Ay de quien se atreva!

En todos los demás partidos existen sus dimes y diretes, producto de las ambiciones personales, claro está, pero también de la democracia interna, que consiste en tener diferentes opiniones sin que a uno le manden por ello a un Gulag, aunque parezca mentira. Pero eso en el actual PP no se lleva mucho. ¿O es que en un partido que tiene 800.000 militantes no hay quien pueda sustituir a Rajoy? ¿O es que en plena renovación generacional de la política española no tiene el PP jóvenes con más talento, conocimiento de la realidad actual y aceptación social que un sexagenario en pleno declive acelerado? Pues ya ven.