Opinión

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Es muy difícil encontrar motivos para la esperanza ante la deriva autoritaria de esta época que nos toca vivir pero los hay. Existen esos brotes. A veces, adoptan la forma de jóvenes periodistas, intrépidos y creativos que despiertan en uno una chispa que pensaba apagada. En otras ocasiones, se trata de esfuerzos diplomáticos que suceden en la sombra por parte de personas buenas, que pueden modificar ciertos aspectos de un sistema corrupto o regresivo. Dejadme que aterrice esto en dos ejemplos concretos.

El Center for Collaborative Investigative Journalism (CCIJ) publicó en 2023 una investigación sobre un supuesto fraude electoral en las elecciones a la presidencia de Nigeria que se celebraron ese mismo año. Según el reportaje, varias decenas de mesas electorales repartidas por el país con la mayor población de África borraron miles de votos de las hojas de cómputo antes de subir los datos al sistema informático de la comisión electoral. Las elecciones las terminó ganando Bola Ahmed Tinubu, del partido APC, perpetuando así la hegemonía de un partido político que lleva gobernando el país africano durante una década. No me quiero detener mucho en esta historia, falte decir que el supuesto fraude supuso un escándalo en el país pero que, al final, Tinubu juró el cargo y la vida continuó (continúa) como antes. Eso no significa que la investigación no tuviera impacto. Lo tuvo, sólo que su efecto se quedó conscripto a un momento y un lugar: Allí y entonces.

Periodistas de África transforman una investigación sobre fraude en Nigeria en un juego de ‘Fortnite’

Ahora, un grupo de mujeres periodistas y desarrolladoras de África se han aliado para darle vida a aquella investigación en forma de videojuego. Sí, han creado un espacio dentro del famoso videojuego Fortnite, utilizando componentes abiertos del juego, para recrear la investigación que se llevó a cabo. Ponen al jugador en la piel de una periodista que recorre varios espacios juntando las pruebas y tomando decisiones editoriales sobre qué publicar y qué no en función de las consecuencias que puedan tener. Evidentemente, los periodistas no saltan edificios, ni se deslizan por cuerdas para bajarse por ellos, pero los principios básicos de nuestra profesión están muy bien implementados en el juego. Es una manera de enseñar el valor del periodismo a un segmento de la población, los jóvenes, que están cada vez más cerca de las tesis que defiende la ultraderecha.

Para el segundo ejemplo nos tenemos que trasladar a Italia. En mayo de este año, el IPI y un grupo de freelancers italianos, publicamos una investigación sobre el creciente número de amenazas que recibían los periodistas del país transalpino que cubren los fenómenos de la crisis climática. Lo hicimos a través del caso de una periodista que ha sido objeto de una de estas campañas de amenazas en redes sociales. La investigación copó las portadas de los principales periódicos y la policía decidió incluirla como parte de las evidencias en la investigación que llevan para identificar las cuentas en redes sociales que lanzaron esa campaña de acoso y amenazas contra la periodista. Por desgracia no puedo aportar más detalles sobre la investigación. Sin embargo, en una conferencia, una de las fuentes que nos ayudó en este trabajo, se nos acercó para indicarnos otras redes y ecosistemas en los que estas y otras cuentas siguen operando impunemente. Indicios nuevos para ampliar nuestra investigación. 

Otra investigación, la que llevamos a cabo desde el IPI sobre los ataques a la prensa durante la dana de Valencia, en concreto contra los equipos de RTVE y otras televisiones sobre el terreno, ha sido incluída como parte de cursos especializados del Instituto Universitario Militar de Portugal en el que asisten miembros de la armada de toda Europa. La desinformación en momentos de crisis es uno de los talones de aquiles de nuestra democracia.

La desinformación en momentos de crisis es uno de los talones de aquiles de nuestra democracia

Estos dos ejemplos ilustran cómo en momentos de pesadumbre hay personas dispuestas a dar un paso adelante, a pesar de los riesgos que ello pueda suponer. Leo estos días el libro The Creative Act: A Way of Being, de Rick Rubin. Uno de sus capítulos ha inspirado esta columna. «En esos días nublados, ayuda recordar que el sol sigue ahí. Solo está oculto detrás de una capa más densa de nubes».

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