Masías rurales, foco de atracción para extranjeros

Turismo. Casa Vella del Pantà y Casa Argentera, gestionadas por una familia danesa-catalana, se convierten en destinos clave sin masificar

27 julio 2020 08:00 | Actualizado a 27 julio 2020 11:34
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Un entorno para disfrutar de la naturaleza, de los deportes al aire libre, la cultura y la gastronomía del territorio. Con estos ingredientes, Ina Rahbek y Albert de Porras Esteban sacan adelante los alojamientos rurales Casa Vella del Pantà (Riudecanyes) y Casa Argentera (L’Argentera), respectivamente. Los describen como «focos de atracción para extranjeros durante el verano».

Teniendo en cuenta que Riudecanyes cuenta con 1.124 habitantes (IDESCAT, 2019) y L’Argentera con 124 (INE, 2019) se trata de entornos de turismo «no muy masificados».

La reapertura, tras la desescalada, la han encarado con buenas sensaciones. «Siempre hay trabajo y hemos logrado fidelizar un público que quiere repetir con nosotros, a pesar de la incertidumbre», dicen. Para reabrir los alojamientos han aplicado las medidas de prevención necesarias contra el coronavirus y se están adaptando a la normalidad del momento. Las cancelaciones han hecho «mucho daño al sector», corroboran. Como respuesta, ellos promocionan el alojamiento con estancias prolongadas. «Si cerramos reservas para tres y cuatro noches, mejor», explica Rahbek. Para sacar el máximo rendimiento a los alojamientos, lo mejor es «alquilarlo a grupos», asegura.

Llevan 10 años en el turismo, han acumulado experiencia. Con la emergencia sanitaria, encuentran que «el turista se encuentra más tranquilo en un alojamiento menos céntrico». «La idea de dedicarnos a esto surgió en Barcelona. Le propuse a Albert emprender en Dinamarca, donde nací, pero no acabó de cuajar. Una vez en Irlanda, –habiendo visto cómo funcionaba el Bed and Breakfast–, nos preguntamos por qué no hacíamos algo así en España», resume. Se establecieron en L’Argentera, en una masía que reformaron en diferentes fases, «con un balcón trabajado artesanalmente».

Con el tiempo, vieron que se les daba bien y buscaron otro alojamiento. «Siempre pasábamos por unas ruinas de Riudecanyes –ahora Casa Vella del Pantà–, propiedad de la Comunitat de Regants del Pantà de Riudecanyes, y pensamos que podría ser un buen lugar», recuerda. En la actualidad, tienen un acuerdo de concesión por 50 años en el que son usufructuarios, la abrieron alrededor de 2013.

«Realizamos una inversión para hacerla más sostenible. En un futuro, nos gustaría tener animales y árboles frutales», concluyen.

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