Sucesos
De la incautación a la incineradora: así se elimina la droga decomisada en Tarragona
Desde la aprehensión hasta su destrucción final, la marihuana intervenida sigue un proceso riguroso de muestreo, análisis, custodia y quema controlada para garantizar su trazabilidad y evitar riesgos de robos o irregularidades
Destrucción de droga en la planta de tratamiento de Sirusa.
Al aluvión de titulares que anuncian kilos y toneladas de hachís, cocaína o marihuana intervenidos suele seguirle una pregunta recurrente: ¿qué ocurre con esas sustancias a partir de ese momento? La respuesta es un proceso reglado y poco visible.
Cuando una droga es localizada, lo primero que se hace es un muestreo. Se selecciona una parte representativa de la sustancia —ya sea marihuana, hachís o cualquier otro estupefaciente— para su análisis en laboratorio.
En el caso del cannabis, es necesario esperar a que el cogollo se seque correctamente antes de poder determinar su composición. Estos análisis certifican que la sustancia es efectivamente ilegal y cuál es su principio activo, un paso imprescindible para sostener la acusación penal.
Una vez obtenido el informe, se informa al juzgado y se solicita autorización para destruir el resto del material. Mientras tanto, la droga permanece custodiada en dependencias policiales, en espacios específicamente acondicionados. En el caso de la marihuana, es necesario controlar temperatura y humedad, ya que se degrada con facilidad.
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El pesaje y el muestreo son actuaciones policiales, aunque en las operaciones de mayor relevancia suele intervenir un letrado de la Administración de Justicia para dar fe del proceso. También pueden estar presentes los abogados de los detenidos, si así lo solicitan, con el objetivo de evitar futuras nulidades.
La destrucción de la droga se autoriza normalmente con relativa rapidez, especialmente en territorios donde el volumen de plantaciones desmanteladas es elevado. En Catalunya se desmantelan más de dos al día. Mantener grandes cantidades almacenadas no solo satura los depósitos, sino que incrementa el riesgo de robos o irregularidades, por lo que el objetivo es vaciar los almacenes cuanto antes.
Una vez autorizada la eliminación, en la provincia de Tarragona la droga se quema en instalaciones preparadas para ello, como la incineradora de residuos peligrosos de Constantí o la planta pública de valorización energética de Sirusa. Antes, estos traslados se realizaban hasta Sant Adrià de Besòs, pero se optó por acortar distancias y reducir riesgos. Los hornos deben alcanzar temperaturas mínimas de 850 grados y el proceso puede supervisarse presencialmente o mediante cámaras, sin posibilidad de zonas opacas.
La marihuana es la droga que más se destruye. Otras sustancias, como la cocaína, requieren sistemas de filtrado específicos debido a su composición química. Todo el procedimiento queda documentado en la llamada cadena de custodia, un conjunto de registros que garantizan la trazabilidad del material desde su intervención hasta su eliminación final.
El camino no acaba ahí para todo lo incautado. Parte del material logístico intervenido —como aires acondicionados u otros equipos— puede reutilizarse en proyectos de carácter social si así lo autoriza el juzgado. La droga, en cambio, desaparece definitivamente entre llamas.