Sucesos

Crónica Negra

El Misterio de la Mussara

La desaparición de Enrique Martínez Ortiz, el vecino de Tarragona que la tierra se tragó en 1991

Treinta y cuatro años después, sigue sin resolverse qué ocurrió con un vecino de Campclar que se evaporó sin dejar rastro mientras buscaba setas en la sierra de La Mussara

Jordi Cabré
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El 16 de octubre de 1991, Enrique Martínez Ortiz salió de su casa en Campclar, un barrio obrero de Tarragona, para pasar el día recogiendo setas en la sierra de La Mussara junto a tres amigos. Nunca regresó. Su desaparición, una de las más desconcertantes ocurridas en Catalunya, sigue sin explicación más de tres décadas después.

Vista de las antenas de La Mussara.

Vista de las antenas de La Mussara.FOTO: SANTI GARCIA

El Diari ha intentado en los últimos meses conocer si ha existido en estas más de tres décadas alguna novedad del caso que lleva la Guardia Civil. La Benemérita ha informado que la desaparición de este hombre, que nació el 3 de septiembre de 1955, sigue en las bases de datos policiales sin resultado.

Las mismas fuentes añaden que sí en cualquier momento aparecieran nuevos indicios de su desaparición, se continúa la investigación en esa línea.

Así mismo la Guardia Civil recuerda que no archiva este tipo de investigaciones en ningún caso, a pesar de los años transcurridos.

Lo único que se sabe y que se ha ido contrastando con informaciones es que Enrique tenía el día que desapareció 36 años recién cumplidos y había nacido en Alquife, un pequeño pueblo de Granada. 

El bar de Campclar

Estaba casado con Ana María y regentaba un bar en el barrio de Campclar. Su vida transcurría con normalidad: acababa de reformar su negocio y se había comprado un coche nuevo. Nada hacía pensar que quisiera marcharse ni que atravesara un mal momento.

Aquel miércoles de octubre, el grupo de amigos decidió separarse en parejas para cubrir más terreno. Enrique iba con Antonio, y entre ambos mantenían cierta distancia mientras buscaban setas. De repente, Antonio dejó de oírlo. No hubo gritos, ni ruido, ni señales de lucha. Simplemente, silencio. Al volver sobre sus pasos, solo encontró su cesta con una única seta en su interior.

El coche, las llaves y la medicación

Los amigos pensaron que quizás se había extraviado o reunido con los otros dos. Pero al llegar la hora del almuerzo y no aparecer, comenzó la alarma. Su coche seguía aparcado en el mismo lugar, con la documentación, las llaves y la medicación que debía tomar a diario dentro. Avisaron a la Guardia Civil, que inició una búsqueda esa misma tarde.

Durante seis días, más de 200 personas —entre agentes de la Guardia Civil, voluntarios, perros rastreadores y helicópteros— recorrieron la zona sin éxito. 

Al operativo se sumaron los zapadores de montaña del Ejército desde el campamento de Los Castillejos y medio centenar de militares del cuartel General Contreras de Tarragona. No se escatimaron esfuerzos: se distribuyeron retratos, se revisaron barrancos, cuevas y simas. Nada. El 22 de octubre, sin nuevas pistas, se dio por suspendido el rastreo.

El 22 de octubre de 1991 se cerró la búsqueda del vecino de Campclar

La desaparición de Enrique Martínez alimentó la leyenda negra de La Mussara, un paraje envuelto en niebla, ruinas y supersticiones. Algunos la vincularon con historias de sectas y fenómenos paranormales. De hecho, meses después, uno de los amigos aseguró haber visto, de noche, siete figuras encapuchadas dentro de la iglesia abandonada de Sant Salvador. Nunca se pudo demostrar, pero el relato contribuyó a agrandar el misterio.

Su esposa, Ana María, nunca creyó en la hipótesis de una fuga voluntaria. Convencida de que Enrique sufrió un accidente, llegó incluso a recurrir a videntes en su desesperación. Tenía motivos para dudar de cualquier otra posibilidad: su marido padecía problemas en las piernas y era improbable que se adentrara en zonas escarpadas sin avisar a nadie.

A día de hoy, la investigación oficial sigue abierta como desaparición sin resolver. La Guardia Civil confirma que la denuncia permanece activa y que ninguna de las hipótesis —accidente, homicidio o huida— ha podido probarse.

34 años después, el caso de Enrique Martínez Ortiz continúa siendo un misterio. Un hombre, una cesta para setas y un bosque silencioso en el que desapareció. En La Mussara, dicen algunos, que el tiempo se detuvo aquel día de octubre de 1991.

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