Tarragona

Vuelven las reformas del hogar... con fumigación, mascarillas y barreras

Esta semana se han recuperado las obras en locales y viviendas deshabitadas bajo estrictas normas: EPI, gel, equipos de desinfección, vallas separadoras y escaso uso de zonas comunes

Oberos en la rehabilitación de unos locales en un edificio de Salou. Los trabajos se han reanudado esta semana.

Oberos en la rehabilitación de unos locales en un edificio de Salou. Los trabajos se han reanudado esta semana.FOTO: PERE FERRÉ

Raúl Cosano
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Guantes de construcción –no hacen falta los de látex–, mascarilla, gel desinfectante, vallas de separación y fumigaciones con lejía. Las obras en el interior de los edificios también han regresado esta semana, en la fase cero, aunque con restricciones y estrictas medidas de seguridad. Una orden ministerial publicada en el BOE el domingo permite las reformas en viviendas deshabitadas y locales cerrados, cuando «no se produzca interferencia con las personas no relacionadas con la actividad de la obra», esto es, con los vecinos.

Bajo esa premisa, algunas obras puntuales en la provincia se han reactivado. «Se pueden continuar las obras en edificios y pisos que estén vacíos. Ahora se permite puntualmente que se pueda entrar en lugares de doble transición. Esta nueva orden aclara mucho más una normativa que estaba provocando conflictos. Ahora hay una mayor laxitud que nos permite recuperar algunas intervenciones», explica Jordi Roig, miembro de la junta del Col·legi d’Aparelladors, Arquitectes Tècnics i Enginyers d’Edificació de Tarragona (COAATT).

El ascensor tendrá que esperar

Es resumen: siguen sin permitirse las tradicionales reformas de espacios como cocinas o baños en viviendas que continúen habitadas, así como las obras interiores para instalar ascensores. Sí están permitidas las obras exteriores como la rehabilitación de fachadas, sin que haya contacto con los vecinos; es prácticamente la única intervención que ha podido llevarse a cabo durante el estado de alarma.

Sobre el terreno, cada obra ha sido un mundo. «En algunos sitios se modificaron los planes de seguridad, sectorizando, para colocar separaciones de protección. El problema venía de obras, por ejemplo, en las que para entrar tenías que pasar por un portal», cuenta Roig.

Un ejemplo de obra retomada ahora está en Salou: intervenciones en los bajos de un bloque de viviendas turísticas que ya deberían estar habitadas, al menos en parte, en esta época del año pero que están vacías. Desde este lunes se han reemprendido los trabajos. En algunos casos, ha sido la propia comunidad de vecinos la que ha pedido parar la intervención y dejarla en ‘standby’ para después del verano, a pesar de que se cumplían los requisitos.

También está previsto que se recuperen las obras en fachadas cuyo acceso se realizaba por el portal; todo ello, eso sí, con las medidas adecuadas. Las vallas para separar los espacios de trabajo del lugar de tránsito vecinal se han convertido en algo habitual. «La nueva normativa permite pasar puntualmente por zonas comunes, informando previamente a la comunidad de que se va a hacer. A la práctica se suele pasar dos veces: al inicio de la jornada y al final», cuenta Roig.

La adaptación no ha sido complicada. «Para los operarios de la construcción ha sido muy fácil implicarse en estas medidas de seguridad. Son perfiles ya acostumbrados a trabajar con protecciones, así que no ha costado amoldarse a llevar los EPI», asegura Roig.

También se ha extremado la limpieza. Se emplean productos de desinfección como lejía, en una proporción de 1 a 10, y suministrada con fumigadores, tanto en las zonas de paso como sobre las propias barreras que separan el espacio común de los lugares de trabajo. Se suele hacer una limpieza intensiva dos veces al día. Las autoridades recomiendan una distancia de dos metros entre empleados e incluso la instalación de barrera físicas, como mamparas de diferentes tipos de plástico, siempre que no obstaculicen la visibilidad. Por último, los responsables de la obra colocan gel hidroalcohólico en dos puntos, que suelen ser en una zona de entrada y en los baños.

«Mucha incertidumbre»

Este regreso parcial a la actividad debe aliviar a un sector, como tantos otros en la provincia, a la expectativa de que las fases de la desescalada puedan permitir una vuelta más generalizada. «Más que preocupación tenemos incertidumbre por escenarios que no conocemos. No sabemos cuándo se podrán hacer nuevas contrataciones y nuevas obras», indica Jordi Roig desde el Col·legi.

El impacto en el sector es notorio. Entre el 13 de marzo y el 28 de abril, la actividad profesional cayó un 60% respecto al mismo periodo de 2019, según el balance del Col·legi d’Arquitectes Tècnics de Tarragona. Así, los trabajos relacionados con la obra descendieron un 30%, la edificación nueva un 25% y la rehabilitación un 31%. El gremio también se ha visto agraviado por cuestiones burocráticas como el parón en las tramitaciones pendientes por parte de las administraciones públicas. Así, la redacción de informes periciales y las tasaciones cayeron un 70%, los certificados de habitabilidad un 75% y los de eficiencia energética más de un 84%.

Más de 45.000 empleos afectados por un ERTE

A pesar de que el sector servicios es el más afectado por la pandemia, tampoco la construcción se escapa de los efectos negativos. En Catalunya, se han aplicado 7.727 Expedientes de Regulación de Empleo (ERTE) en el ámbito del ladrillo, afectando a 45.210 trabajadores, según los últimos datos publicados ayer por la Generalitat. Por actividades económicas, la construcción de inmuebles es la que se lleva peor parte. Acumula 2.468 expedientes, con 13.713 empleados. Las obras de ingeniería civil suman 183 regulaciones que han dejado sin empleo temporalmente a 3.328 personas. De ahí que el sector haya pedido ayuda para poder salir de la situación. Los colegios de aparejadores catalanes han impulsado la campaña ‘Tornarem a construir’.

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