Crónica
Tarragona vuelve a mostrar su devoción a la Verge del Carme en una emocionante procesión
El barrio del Serrallo se ha volcado por completo con el acto, con una gran asistencia de vecinos que se han acercado para ver cómo la figura recorría su característico trayecto en barca en las aguas del puerto

Los portantes, descalzos y decididos, llevan sobre sus hombros a la Verge del Carme lista para ser embarcada en las aguas del puerto
La fiesta en el Serrallo se siente mucho más que nunca. Tras haber despedido a Sant Pere para el año que viene, esta tarde el barrio marítimo ha vuelto a vibrar con la emoción contenida y la solemnidad de su procesión más popular: la de la Verge del Carme. A las siete de la tarde, la iglesia de Sant Pere se ha llenado de fieles y vecinos expectantes como cada año. Las calles del Serrallo estaban completamente llenas, esperando a que la virgen asomara por las puertas de la iglesia. Delante suyo, el séquito tradicional, compuesto por la Vibrieta, los ‘gegants’ y los Petits Pescadors, que en conjunto bailaban a ritmo de los tambores.
Las puertas del templo se han abierto y, con un silencio respetuoso entre la multitud, la imagen de la virgen ha iniciado su recorrido. Llevada en hombros por los portantes descalzos, se abría paso por encima de la alfombra de flores típica de cada edición, en cuya imagen de este año se ha representado a la misma virgen con decoraciones y tonos anaranjados. Además, los Xiquets del Serrallo se han encargado de complementar la escena con dos de sus 'castells', que saludaban a la figura.

La Verge del Carme se alza gloriosa un año más gracias a los portantes, la decoración de la alfombra de este año y los Xiquets del Serrallo
La Verge del Carme ha descendido hacia el muelle, y no han faltado los vítores y los aplausos mientras llegaba al puerto. Tras esto, llegaba el momento más esperado: la salida al mar. Con extremo cuidado, la figura ha sido embarcada en una barca preparada para la ocasión.
Además, como imagen curiosa, destacaba una gran cantidad de asistentes que, como no tenían espacio debajo de la pérgola debido a la numerosa asistencia de vecinos, han optado por ver el paso de la virgen desde algunos de los barcos que permanecían atracados.
Los tambores resonaban en todo el puerto mientras la procesión avanzaba por las aguas tranquilas, con el sol ya empezando a bajar en el horizonte. Y aunque todavía hacía un calor sofocante, esto no fue impedimento para nadie. «Si no queda otra y te da el sol pues qué le vas a hacer. Pero yo no me lo pierdo», me explicaba con una gran sentimiento José Manuel, un vecino de la zona.
A la vuelta, la virgen ha sido recibida entre más aplausos. Posteriormente, los portadores han emprendido el tramo más importante: las escaleras de regreso a la iglesia. Como ya es costumbre, de rodillas.
Una procesión que, aunque se repite cada año, logra siempre emocionar por igual a todos los que no somos de Tarragona y a los mismos tarraconenses como si fuera la primera vez: «Nos mudamos a Tarragona hace tres años y no lo conocíamos. Desde entonces siempre venimos», me contaba alegre una exvecina de Reus.