La Facultat de Ciències de l’Educació i Psicologia de la URV se convirtió ayer en un lugar para el asombro. Durante toda la mañana alumnos de una veintena de escuelas e institutos de la demarcación se dedicaron a explicar, a quien les quiso escuchar, cómo la tecnología se ha convertido en parte de su vida educativa.
Se trataba de la cuarta edición de la jornada #DMRBTKTGN, organizada por los Serveis Territorials del Departament d’Educació en Tarragona, en la que se pudieron ver en funcionamiento diferentes proyectos de robótica, móviles y programación.
Los ‘delegados digitales’
Bastaba con observar cómo se movían los chicos para constatar lo que ya sabe cualquiera que tenga contacto con niños o adolescentes: que cuando se trata de tecnología, ellos van varios pasos por delante de los mayores. Un claro ejemplo es el de los alumnos del Institut Narcís Oller de Valls y su proyecto de ‘delegados digitales’. Izan Puente, alumno de segundo de bachillerato, resume el espíritu del proyecto: Hay profesores que están muy puestos en la tecnología y otros que prefieren dar las clases de manera tradicional por miedo a que algo con los aparatos vaya mal.
Lo que se les ocurrió entonces fue formar a alumnos interesados en la tecnología en cada clase para echar una mano cuando hace falta. Incluso crearon una aplicación que les dice cómo actuar frente a las incidencias más comunes, como un proyector que no funciona. Los alumnos están preparados para solucionar por sí mismos pequeñas incidencias, o pueden comunicar, a través de un formulario, si se precisa ayuda técnica.
Los delegados, además, informan al resto de compañeros en temas de seguridad informática y otros centros ya se han interesado por su modelo. De hecho, uno de los alumnos del grupo ha diseñado un aplicativo que calcula cuán segura es la clave que se crea para acceder a un determinado servicio.
Ideas con retorno social
Aunque a simple vista lo de ayer parecía un número ingente de niños jugando con todo tipo de artilugios, lo cierto es que la inmensa mayoría de inventos estaba pensada con un fin social. «Podéis hacer cosas que cambien el mundo», les había dicho en la inauguración de la jornada Jean Marc Segarra, director de los Serveis Territorials. Les recordó, además, que hay un reto pendiente con la igualdad de género, puesto que sólo hay un 4% de mujeres en las carreras industriales.
Ayer, no obstante, abundaban las niñas con ganas de contar sus proyectos. Era el caso de las alumnas del Institut de Sant Salvador, que explicaban que se les ocurrió crear una App para personas con discapacidad porque hay muchas en su barrio. Muchas demostraban, además, una seguridad para defender sus ideas que ya quisieran para sí los mejores expertos en márketing. Un ejemplo: Lucía, una alumna de quinto de primaria de la escuela L’Antina, de Torredembarra, nos abordaba por el pasillo: «¿Te gustaría probar nuestro invento? Se llama ‘electrotable’».
El artilugio era un coche teledirigido modificado para poder traer y llevar objetos a personas mayores con problemas de movilidad. Y los niños insistían. «Pero ponga aquí el móvil, la libreta, el bolígrafo. Verá cómo funciona». Y funcionaba.
Maquetas para soñar
También funcionaban, unos pasos más allá, las maquetas del cuerpo humano que habían diseñado con materiales reciclados los alumnos de la Escola La Parellada de Santa Oliva. En su centro la robótica ya está integrada en las clases desde hace tres años desde P3 hasta 6º de primaria.
Otros alumnos del mismo centro también mostraban orgullosos la mochila para bicicletas que han diseñado con el fin de evitar accidentes de tráfico. La idea es sencilla; si se quiere girar a la derecha se oprime un botón en el manillar y la pantalla de la mochila marca una flecha grande a la derecha.
También era una oportunidad para soñar y ver cómo serían esos sueños. Es justo lo que hicieron los alumnos de la Escola Campclar, que diseñaron e imprimieron con una impresora 3D una maqueta con su escuela y todos los elementos que les gustaría que tuviera su patio, desde una pared de escalada a una mesa de ping pong, un párking de bicicletas o un circuito de agua.
Pero las sorpresas no acababan en primaria; si no, que se lo dijeran a Inés, una niña de P5 (5 años) de la escuela Marià Fortuny, de Reus, que nos explicó en un plis plas cómo hacía para que un robot con forma de abeja llegara hasta la casilla que a ella le interesaba. El colofón de la jornada lo puso por la tarde la World Robot Olympiad, organizada por Petits Enginyers y la Escola Tècnica Superior d’enginyeria de la URV.