En la provincia de Tarragona se dieron de alta el año pasado 552 excedencias por cuidado de un familiar, según las últimas cifras ofrecidas por el Ministerio de Inclusión, Seguridad Social y Migraciones. El 72% de estas excedencias fuero de mujeres (401) y el 28%, de hombres (151), lo que significa que tres de cada cuatro personas que el año pasado pidieron una excedencia para cuidar a un familiar en la provincia de Tarragona fueron mujeres.
Este dato demuestra claramente que son ellas las que, en una amplia mayoría de casos, asumen la responsabilidad de hacerse cargo de un familiar –casi siempre, personas mayores– por delante de los hombres. Esta proporción de mayoría de mujeres pidiendo una excedencia laboral para hacerse cargo de un familiar se repite también a nivel de toda Catalunya, donde el año pasado se dieron de alta 7.322 excedencias, 5.176 de las cuales a mujeres.
Isabel tiene 55 años y cada día, a veces por la mañana o a veces por la tarde (dependiendo el turno laboral que tenga), se acerca hasta la casa de su madre, de 83 años, para ayudarla en sus tareas domésticas, ya que la anciana tiene sus capacidades de movilidad reducidas. «Me combino como puedo con el trabajo, pero la verdad es que cada vez se me hace más difícil, porque a todo esto hay que sumarle el trabajo que supone tirar adelante mi casa, con dos hijos», explica Isabel, quien reconoce que «en la mayoría de ocasiones somos nosotras las que nos hacemos cargo de nuestros ancianos. En mi caso, tengo un hermano, pero no vive en Reus».
Ante esta situación de estrés, esta reusense no descarta solicitar una excedencia laboral para «dedicarme en exclusiva a cuidar de mi madre. Tengo la suerte de que mi marido trabaja y también se implica al 100% en las tareas de casa, así que es probable que solicite una excedencia».
Estrés y salud mental
El caso de Isabel ejemplifica la dificultad que tienen muchos cuidadores de combinar su vida personal con el cuidado de su familiar, llegando a producir en muchos casos situaciones de estrés y, en el peor de los casos, a afectar su salud mental. A Juana del Olmo, miembro del grupo de trabajo Psicologia del Envejecimiento del Col·legi Oficial de Psicologia de Catalunya, no le extraña que el 72% de las excedencias para cuidar a un familiar sean de mujeres. «Es normal, las mujeres tenemos más tendencia a cuidar que los hombres. Nos han educado en el cuidado desde pequeñas».
Ante esta situación, Del Olmo advierte de que estos cuidados, en muchas ocasiones, suponen para quien los lleva a cabo «una carga mental y emocional porque el trabajo es doble ya que se junta familia, trabajo y el cuidado del familiar. Llega un momento en que el estrés es tan grande que el cuidador puede enfermar». Para evitar llegar a este punto, esta psicóloga experta en envejecimiento recomienda que «los cuidadores pidan ayuda. Muchos quieren hacerlo ellos solos, piensan que les ha tocado a ellos y creen que no tienen que pedir ayuda por no molestar, cuando esto no es así».
Por eso, De Olmo aconseja a muchas de las mujeres cuidadoras que participan en grupos de apoyo que «no se entierren en vida. Que también tengan su vida y que atiendan sus necesidades. Los cuidadores también necesitan cuidarse». El problema, según esta experta, es que «los recursos públicos son escasos y la gente va tirando hasta que les llega el síndrome de Burnout, el del cuidador quemado, porque hacen más de lo que su cuerpo y mente puede soportar».
Guías de ayuda
La vida del cuidador, en muchos casos, da un giro de 180 grados, repercutiendo tanto en su persona (trabajo y economía, ocio, salud, estado de ánimo...) como en sus propias relaciones familiares. Por este motivo, y con el objetivo de ayudar a este cuidador, se han editado diferentes guías de autocuidado para estas personas cuidadoras de familiares mayores. Como, por ejemplo, una que editaron hace años conjuntamente el Ayuntamiento de Muskiz y la Diputación Foral de Bizkaia.
En ella se aconseja al cuidador que autovalore su situación para ver cómo ha afectado el cuidado a su vida cotidiana, que compruebe hasta qué punto el cuidado le sobrecarga o supera, y que mire cuál es su estado de ánimo o su nivel de tensión.
En esta guía también se ofrece un test para que el cuidador pueda comprobar si en su caso se producen algunas señales de alarma como problemas con el sueño, cansancio continuado, aislamiento, disminución del apetito o cambios de humor, entre otras, que puedan llegar a afectar su salud. También se aconseja al cuidador que se autocuide, ya que si no lo hace «puede tener serias repercusiones que afectarán a su propio bienestar y al de la persona cuidada. Es importante que intente equilibrar el cuidar y el cuidarse, atendiendo al familiar, pero sin olvidarse de usted».