Límite 11 de marzo para Andrés y Mercedes
Con 90 y 81 años señalan que no tienen donde ir y se ven en la calle

Andrés y Mercedes en la casa de Segur de Calafell.
Las ganas son las mismas, pero con 81 años las fuerzas ya no acompañan como cuando Andrés Domènec estaba al volante de un trailer en rutas nacionales e internacionales y en el taxi durante décadas. Suerte ha tenido de Mercedes González, de 90 años, su esposa que ha aguantado sus manías y ha estado por él y por la casa. Y cuidándole en la lucha contra ese cáncer de riñón con metástasis en pulmón y que lleva un tiempo sin dar la lata.
Ahora Andrés y Mercedes viven con miedo. «Con angustia». Él aparenta fortaleza. A ella se le escapan las lágrimas. El próximo 11 de marzo deben dejar la habitación en la que viven desde 2020 en una casa de Segur de Calafell.
Dos pensiones no contributivas no dan para mucho. A Andrés no le cotizaron durante años. «Entonces nos trataban así», explica. Su historia laboral apenas refleja una década de trabajo después de deslomarse al volante una vida. Ella no trabajó y tiene una invalidez del 65%. Entre los dos juntan 1.200 euros.
Vecinos de la zona ayudan al matrimonio y controlan que estén bien. La comida la reciben de Cruz Roja.
La casa
El matrimonio alquiló una habitación en esa casa en la que vivían con el dueño, que residía en la planta baja. 260 al mes con derecho a agua y luz. «Pero no había contrato, entregábamos el alquiler en mano. Un acuerdo verbal», explica Andrés. También cuidaron al propietario hasta que falleció en noviembre de 2023.

Los abuelos explican que no tienen a dónde ir.
Ahora uno de los herederos tiene que ir a vivir a la casa y no mantiene el alquiler para Andrés y Mercedes que carecen de una alternativa habitacional. No tienen hijos ni familia. No saben a dónde ir.
Sin alternativa
En Segur de Calafell no hay vivienda de alquiler por menos de 500 euros y con la pensión no llegan ni puede hacerse frente a un depósito. Y con esa pensión nadie les alquilaría.
El matrimonio sí depositó en el juzgado 3.000 euros para hacer frente a las mensualidades, pero ahora una sentencia judicial ha dictado que no hay prórroga más allá del 11 de marzo.
La pareja se ve en la calle. Están apuntados a la mesa de emergencia habitacional, pero todavía no han recibido respuesta y el tic tac del reloj se clava en la cabeza de Andrés y Mercedes.
En una carpeta de plástico Andrés guarda todos los papeles, los informes... y la sentencia del juzgado a la espera de presentarlos ante quien sea que le pueda ayudar. «Una habitación que podamos pagar. Nos han dicho que el Ayuntamiento tiene algunos pisos de ayuda».
Un abogado les asesora y ha presentado un recurso, pero Andrés vuelve a sacar la sentencia del juzgado de la carpetilla de plástico. «Haga una copia si lo necesita».