Altafulla reúne a más de 200 comensales en el Dinar de l’Olla

Día soleado y ventoso, faena para evitar que manteles de papel y de plástico salieran volando de las bien dispuestas mesas alrededor de la pista del parque municipal del Comunidor, el escenario que acogió un año más el popular y opíparo Dinar de l’Olla d’Altafulla, el mediodía de ayer.

La alcaldesa de Altafulla, Montse Castellarnau, dio la bienvenida a los más de 200 comensales que no quisieron perderse la ocasión de deleitarse con el sabor de l’olla barrejada que ideó hace ya cuarenta años el entonces alcalde del municipio, Joan Pijuan. «Nos congratulamos por el reencuentro, de nuevo alrededor de la olla, unas veces con más gente y otras con menos, pero libres de restricciones y de poder compartir mesa», subrayó Castellarnau.

Familias enteras, altafullenses y amigos, grupos de hasta 25 personas, aguardaron el momento de llevarse hasta la mesa las ollas de loza de distinta capacidad, para 2, 3, 4 y 6 raciones, cuyas existencias se han renovado parcialmente este año, con las que ha elaborado un artesano alfarero de Miravet.

En la cocina al aire libre, miembros de la Brigada Municipal y voluntarias del Ateneu de Dones d’Altafulla a la hora de trocear las verduras, las carnes y los ingredientes para el suculento guiso. La elaboración se hizo en una olla de acero construida hace años expresamente para el evento, de cuatro metros de circunferencia y capacidad para un millar de raciones, aunque esta vez se preparó para 300 platos.

Al frente del equipo de cocineros y cocineras voluntarios, el popular y estimado Pepe Caro, el cual en plena tarea súbitamente se sintió indispuesto y precisó de las asistencias. El propio Pepe Caro nos indicaba los ingredientes y cantidades utilizadas para cocinar la Olla: 115 kilos de patatas, 50 más de garbanzos, 35 kilos de carne de pollo, 35 más de conejo, 25 kilos de costilla de cerdo, además de diversas verduras y la salsa de romesco que es el pequeño secreto de la receta para que el plato alcance el punto y sabor característico diferencial. El almuerzo se completó con aperitivos y complementos que cada grupo se trajo de casa, para dar paso a una buena sobremesa donde departir, con animadas tertulias.

Previamente a la comida y con motivo de la Festa de l’Arbre, pequeños y mayores participaron en la plantación de diversos almeces, alrededor de la pista del Comunidor, la especie de árboles de hoja caduca como contrapunto a los pinos que predominan en aquel entorno.