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La paralización del desahucio de Lluís Martí fue la primera acción de la PAH para frenar un desalojo

26 febrero 2019 18:34 | Actualizado a 26 febrero 2019 20:45
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Lluís Martí recuerda aquel día de hace 10 años cuando entró en el local La Solidaridad del barrio del Raval de Barcelona donde se reunía una incipiente Plataforma de Afectados por la Hipoteca (PAH). 

Martí, de La Bisbal del Penedès, fue a esa asamblea aconsejado por un amigo. Había recibido una orden de desahucio de su casa de La Bisbal y ya no sabía qué hacer.

Martí había sufrido un accidente de moto y perdió el trabajo. Los 426 euros que cobraba no daban para nada. Tenía una deuda de 100.000 euros por la hipoteca que pidió y no logró una refinanciación del banco.

«En aquel local había mucha gente explicando sus dramáticas situaciones», recuerda. Cuando le tocó hablar fue claro. «Me echan en pocos días. Voy a quemar la casa», dijo. Iba a perder la vivienda y encima le quedaría la deuda. «Compro bombonas de butano y salgo con los pies por delante».

La hoy alcaldesa de Barcelona, Ada Colau, entonces una activista, estaba en aquella reunión. Hace unos días recordaba cómo fue. «La gente estaba deprimida, pensando en suicidarse, en abandonar el país. Todo lo contrario a un grupo preparado para la movilización». También recuerda a Martí. «Parecía completamente loco».

Mira cómo fue aquella jornada:


El aviso del vecino de La Bisbal fue una espoleta. La PAH había asesorado a muchas familias. Pero hasta entonces no se había plantado ante comitivas judiciales ni cuerpos de seguridad.

El grupo de esa aún desconocida PAH pidió a Martí calma y que le ayudarían a parar el desahucio. Aquel 3 de noviembre de 2010 en la urbanización de La Bisbal comenzó parte de la historia de la PAH.

Decenas de personas se concentraron a las puertas de la casa de Lluís Martí.  Habían llegado en autocar. Entre ellas Ada Colau y la hoy diputada de En Comú Podem, Lucía Martín o la  portavoz de la Plataforma, Lucía Delgado.

Semanas antes de aquel día Martí  temía el final y había  lanzado a los contenedores de basura electrodomésticos, juguetes y recuerdos. Una empresa le prestó una caravana y allí tenía previsto vivir con su hijo de 9 años.


Cuando la representación de los organismos que debían ejecutar el desahucio llegaron, la puerta de la casa estaba bloqueda por decenas de personas y avisaron a  los Mossos. Hubo tensión. Era una situación nueva para todos. Para la autoridad judicial, para los bancos y para los activistas

Aquella resistencia ha quedado en el imaginario como la primera gran acción de la PAH y revelaba una realidad que sufrían miles de familias. Se supo qué eran las hipotecas subprime, la burbuja inmobiliaria explotaba y el desempleo se disparaba.

Ese día de la resistencia permitió paralizar el desahucio de Martí un mes. Una victoria. El vecino dijo: «Tengo un mes para luchar. Pido a todas las personas que luchen porque todos estamos expuestos. No puede ser que a un niño se le deje en la calle».

La de La Bisbal consta como la primera paralización de un desahucio. Martí habría logrado salvar su casa en otras dos veces. La primera porque argumentó ante el juzgado desconocer la situación. La segunda al presentar un escrito ante el tribunal. La tercera es la que ha pasado a la historia.

Horas antes del programado  desahucio el Diari acompañó a Martí. «No veo futuro porque no hay trabajo y la ayuda que recibimos se va a acabar. Esto va a peor. Cada vez va a haber más gente en la calle sin casa». Pedía ayuda. «Poder estar en una casa con mi hijo a cambio de cuidarla o mantener los terrenos o atender a una persona de la tercera edad».

Aquella acción cambió muchas cosas. Incluso se había pedido a Martí en diciembre de 2010 que llevase las llaves al juzgado o podría ser detenido. Era una situación inusual ya que pasaba  de ser un caso civil a penal y que prácticamente fuese un desahucio voluntario. Pero además, buscaba evitar las barreras de resistencia que ya asustaban.

El verde de la PAH se hizo popular. Los afectados ya no tenían el sentimiento de culpa ni de vergüenza. Ni miedo. Y no estaban solos.   En el caso de Martí incluso el juez pidió al banco que no se produjese el desalojo de la familia de una casa que la entidad pretendía vender pero mientras no lo hacía iba a quedar vacía.

Lluís Martí sigue en aquella casa de La Bisbal a la que un día llegó buscando más de tranquilidad que en en barrio de Bon Pastor de Barcelona. Y que su madre, en delicado estado de salud, no tviese que subir los escalones de un segundo sin ascensor. 

Pero llegó la crisis, el desempleo, el accidente y los 426 euros que no daban para nada. Pidió un alquiler social y por respuesta sólo recibió la amenaza de la expulsión de su casa. Por eso fue a aquella reunión en el Raval. 

Han pasado 10 años y miles de familias siguen amenazadas. Se ha reactivado la Ley 24/2015 que obliga a los grandes propietarios a no desahuciar sin garantizar realojamientos. Aunque hay muchos imcumplimientos

Queda mucho sin embargo hasta conseguir la dación en pago o un cambio legislativo que no trate igual a las familias vulnerables y a las ocupaciones de delincuentes. En una década la PAH ha parado 50.000 desahucios en España.
 

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