<iframe src="https://www.googletagmanager.com/ns.html?id=GTM-THKVV39" height="0" width="0" style="display:none;visibility:hidden">
Whatsapp Diari de Tarragona

Para seguir toda la actualidad desde Tarragona, únete al Diari
Diari
Comercial
Nota Legal
  • Síguenos en:

Carlos Marqués-Marcet: «Somos obreros del cine»

El director presentó ‘Polvo serán’ en Tarragona, en el marco de las previas del REC. El festival se celebrará la semana que viene, del 4 al 8 de diciembre

28 noviembre 2024 21:10 | Actualizado a 29 noviembre 2024 07:00
Se lee en minutos
Participa:
Para guardar el artículo tienes que navegar logueado/a. Puedes iniciar sesión en este enlace.
Comparte en:

El cineasta Carlos Marqués-Marcet cerró ayer las sesiones previas del REC, el Festival Internacional de Cinema de Tarragona. Su última película, Polvo serán llega avalada por numerosos premios. Uno de los últimos, la Espiga de Plata en la Seminci de Valladolid. Marqués estuvo ayer en Caixaforum, donde ofreció un coloquio posterior a la proyección del film. Con las previas finalizadas, la semana que viene, el REC arrancará su 24 edición del 4 al 8 de diciembre. Un festival que Marqués-Marcet ha visitado en otras ocasiones y del que ha formado parte del jurado. «Le tengo mucho cariño. Son muchos años. Tiene una muy buena programación. Se descubren muchas películas y a gente muy interesante. Es una mirada a lo que será el cine de aquí a unos años. Vale la pena no perdérselo».

Hace pocos días el director artístico del REC, Xavier Garcia Puerto, me decía que aquí vemos a profesionales que serán famosos en dos o tres años. No es su caso. ¿Cómo lo lleva?

Con los años te acostumbras a todo y también lo relativizas. En el fondo, lo que a mí me gusta es hacer películas. Lo que viene después es un trabajo. Pero, como digo siempre, mucho más duro es estar trabajando en una fábrica. En realidad, estás ahí, vas a sitios, te llevan a cenar... tampoco es tan malo. Necesitamos todo este circo para que se vean más las películas porque de otro modo, sería muy difícil llegar al público. Somos obreros del cine. Nos gusta hacer películas como al panadero le gusta hacer su pan.

¿Cómo pensó en Ángela Molina? La ha rescatado.

No. En realidad Ángela no para. Lo difícil fue encontrar un hueco para rodar. Ha rodado muchos roles secundarios, alguno casi como protagonista, pero obviamente no se escriben muchos roles para mujeres de casi 70 años.

«Claramente, Ángela Molina era la única actriz en España que podía traer esa aura que tiene el personaje»

Exacto.

Le apetecía mucho. Había visto las películas que habíamos hecho. Fue muy sencillo, estuvimos en su casa, me dejé la bufanda, tuve que volver al día siguiente a recogerla. Esos lapsus inconscientes. La conexión fue muy rápida. La película se desarrolló con unos amigos actores que la iban a interpretar porque era la opción que ellos querían hacer en su vida.

¿Amigos suyos?

Sí. La historia parte de ellos. Finalmente no pudieron hacerlo por problemas de salud. Y esa amiga me dijo, «llama a Ángela». Claramente, era como la única actriz que en España podía traer esa aura que tiene el personaje. Ella es muy divertida, me decía: «Mira Carlos, ensayamos demasiado. Buñuel no ensayaba». Y yo le contestaba que yo no hablo, pero ensayo mucho.

Buñuel...

Claro. Era Buñuel y su última película. Ella trabaja como si fuera su primera película y ya ha hecho más de 150. Lo enfrenta desde un lugar completo de entrega.

Ángela Molina, una mujer mayor, un director joven... ¿Esto cómo se lleva?

No tan joven ya. Pasados los 40, cuesta un poco decir joven. A una actriz de este calibre no le haces un cásting. Hay cosas que son diferentes, como la forma de trabajar. No están muy habituados a ensayar porque antes no se ensayaba, aunque también tenían más tiempo para rodar. Ahora hemos comprimido los rodajes y no tienes tiempo para fallar. Siempre digo que para mí los ensayos no son tanto para que se preparen los actores como para que me prepare yo. Para conocerlos, para saber cómo dirigirlos. Si trabajas con un actor que conoces, el ensayo es otra cosa. Me atrevería a hacer una película con David Verdaguer sin ensayar, pero con un actor nuevo necesito saber. El ensayo es sagrado.

‘Polvo serán’ habla de eutanasia, pero también de todo el entorno de personas alrededor del enfermo.

La eutanasia nunca fue el tema de la película. Es como un daño colateral. En realidad, es una película sobre una decisión. Me gustan las decisiones porque implican consecuencias y un debate. Ponen un cuestionamiento ético sobre lo que sucede. Nosotros no trabajamos sobre temas, sino sobre preguntas. En Polvo serán trabajamos sobre la idea de cuál es la condición de la muerte, sobre qué es confrontarte con tu propio final. Por encima de todo, trabajamos sobre la condicionalidad del amor. Me interesa el tema más allá de las decisiones individuales. Me interesa más cómo pensamos en comunidad, cómo queremos morir y cómo nos afecta porque, al final, esa pregunta responde directamente a cómo queremos vivir y qué es importante. La película quiere investigar sobre el amor, sobre esas relaciones complicadas que damos por hecho que son siempre claras entre padres e hijos...

«Si cada uno sale del cine con visiones completamente distintas del film significa que hemos hecho un buen trabajo»

Bueno...

Damos por hecho que el amor de un padre o una madre a su hijo es incondicional y que está por encima de todo. Yo creo que todo eso es un tópico, un cliché que no es cierto. Nuestra tarea no es juzgar, es plantear una situación determinada, donde hay diferentes maneras de verlo, intentar superar la moral para llegar a lo ético. Esta sería un poco la concepción de la película: dar un salto más allá y dejar simplemente de estar bien o mal, sino ver qué sucede. Es bonito así, porque cada uno sale del cine con visiones completamente distintas de la misma película.

Salir y debatir con los acompañantes.

Exacto. Es gracioso porque ves opciones completamente opuestas. Eso es lo que me gusta. Si es así, hemos hecho un buen trabajo porque para mí las películas son un punto de encuentro.

Pasa rozando a Almodóvar.

La comparación es un poco desigual. Fue todo un poco raro porque llevamos cinco años con esta película. Íbamos a rodarla con esos amigos, hubo que retrasarla y hemos caído en un año lleno de musicales.

Es cierto. Es un musical.

Bueno, entre comillas. El musical no encaja tanto por la parte de distanciamiento, ni para aligerar nada, sino principalmente para tratar el tema con más profundidad. En cualquier tradición de cualquier cultura la música siempre aparece en esos momentos. Incluso si pensamos en un funeral laico todo gira alrededor de la música que se pone.

«La eutanasia nunca fue el tema de la película. Es como un daño colateral. En realidad, es una película sobre una decisión»

Que le gustaba...

Exacto. La música, sobre todo, te permite llegar a donde no llegan las palabras. Y en el proceso de creación con estos amigos siempre nos dábamos cuenta de que había momentos en los que no había nada que decirse y siempre se ponían a cantar o a bailar. En ese sentido, la película para mí es un canto a la vida, al aquí y al ahora.

En su investigación, ¿visitaron Suiza?

Sí, la casa que aparece es de Dignitas. Pero no se trata de clínicas, sino que, sobre todo, son asociaciones de ámbito legal que ayudan a dar un paraguas legar a la gente que lo quiera hacer.

¿Hay quien se desdice una vez está allí?

Todo el tiempo. Lo que ocurre muchas veces es que cuando tienen luz verde, no van. Porque las personas no quieren despedirse de la gente que quieren, por eso estamos aquí. Yo creo que con un debate más abierto sobre este tema se evitarían muchos suicidios porque muchas veces se hacen de forma desesperada y no consensuada y pensada. Porque, una vez puesto el tema sobre la mesa, yo creo que al menos existe la capacidad de establecer vínculos, de intentar reforzarlos para que no suceda.

Comentarios
Multimedia Diari