Novela
Sergio Vila-Sanjuán: "Medio barrio Gótico de Barcelona es una invención"
El periodista y escritor invita a recorrer la Ciutat Comtal más emblemática con su última novela, 'Misterio en el barrio Gótico'

Sergio Vila-Sanjuán.
Sergio Vila-Sanjuán invita al lector a recorrer el alma secreta de Barcelona con su última novela Misterio en el barrio Gótico (Planeta). Todo empieza con un periodista a punto de jubilarse, Víctor Balmoral, unas cartas anónimas y un cadáver. La obra fue Premio Fernando Lara 2025
¿Usted, como periodista, seguiría como Balmoral la amenaza que le plantean?
Sí porque en parte es una amenaza y en parte también es un juego intelectual. Es como un reto. Y yo creo que a él todo esto le estimula mucho, como a todos los que somos de este oficio. Nos gustan los enigmas, las cosas misteriosas y seguir un poco la pista. Entonces, sí, yo creo que sí, que me lanzaría directamente.
¿Es un poco usted?
Creo que tiene un 40% mío. Le he dejado algunos gustos musicales, algunos problemillas de salud y también esta práctica diaria de ir a la redacción, de estar estimulado por la actualidad general y cultural. De hacer vida social, de mantener, pasados los 60, la curiosidad por hacer cosas, las ganas de estar activo y de participar un poco en la vida periodística y de la ciudad.
¿Nostalgia de otra Barcelona? ¿Un homenaje? Son aires de Ruiz Zafón.
Con Carlos éramos amigos. Lo que pasa es que él -salvando todas las distancias porque ha sido el gran best-seller español de los últimos tiempos- se movía más en un terreno de literatura fantástica, que fue su punto de partida. Así empezó como novelista. Yo me muevo más en una narrativa muy influida por el periodismo y la historia, yo soy periodista e historiador. O sea, creo que aunque hay puntos de conexión, algunos geográficos, nos movemos de una manera diferente.

Su detective periodista va investigando a partir del arte y de la historia, muy interesante para descubrir el barrio Gótico u otros tesoros de la ciudad.
Quería usar el barrio Gótico como escenario porque me permitía, por un lado, recrear una atmósfera que, a pesar del turismo y la masificación, conserva un punto mágico, misterioso y enigmático. Y por otro lado, me permitía coger una serie de historias antiguas y traerlas al presente. Con lo cual, a lo largo de toda la novela he intentado hacer este juego entre la trama del presente y las viejas historias del pasado que van reapareciendo y que tienen un sentido también dentro de la trama. Hay constantemente esta voluntad de hacer que las dos líneas se vayan alternando.
La pregunta, en el fondo, es qué hay de verdad en aquello que nos ha llegado.
Sí, esa es una de las preguntas. En el caso del barrio gótico, yo había ido de pequeño con mi padre. Él me había contado historias, me había familiarizado con ellas y después de mayor he vuelto mucho a pasear por las mismas calles porque me hicieron académico de la Academia de Buenas Letras, que está instalada en el Palacio Requesens. Y a medida que he ido profundizando en los estudios lo que he visto es que medio barrio es una invención, es una recreación.
Explique...
Hace unos 120 años aproximadamente un grupo de prohombres barceloneses decidió que organizarían en el centro de la ciudad un área con un carácter muy medieval. Conservarían, restaurarían y dejarían en buen estado lo que era más medieval, como la Catedral, lo que quedaba del Palacio Real y algunas cosas más. Y lo que no era de estas características lo derribarían. O sea, los edificios feos, las construcciones del siglo XIX se eliminaban. Con ello se mantenía lo que era realmente gótico y los huecos y vacíos se recreaban con edificios con aire gótico, pero que ya no lo eran porque eran nuevos restaurados o bien casas que se habían cogido de otros lugares de Barcelona, por ejemplo del derribo de la Via Laietana, y se habían transportado desde otras calles numeradas, piedra a piedra, al barrio Gótico. Eso pasa con la Casa Clariana, por ejemplo, de la plaza del Rei o con dos de las casas de la plaza de Sant Felip Neri y piensas: qué medievales y qué bonitas. Y lo son, pero resulta que no estaban allí, estaban en otro sitio.
El Pont del Bisbe no es tan antiguo como creía...
Pasamos por allí y todo el mundo cree que es de los tiempos de los obispos medievales, pero es un puente del año 1928. Todo esto también tiene unas características especiales que para mí han sido muy estimulantes. Porque se genera una cierta tensión entre lo que es verdad y lo que no y te hace reflexionar también sobre el motivo por el que las ciudades quieren tener un centro medieval, porque esto también ha pasado en Alemania. Después de la Segunda Guerra Mundial, muchas ciudades quedaron arrasadas y a la hora de replantearse la reconstrucción del centro se abrió el debate: ¿arquitectura nueva o reconstrucción tal como era? Como tenían los planos, se decidió que buena parte se reconstruiría. Y ahora no se nota la diferencia.
A pesar del turismo y la masificación, el barrio conserva un punto mágico, misterioso y enigmático
En la novela tiene un par de tramas como la de la mujer desaparecida años atrás. ¿Los misterios se pueden resolver tanto tiempo después o hay que dejarlos estar?
Esa es una gran pregunta. Hay una trama donde siguen la pista de una mujer desaparecida y uno de los personajes comenta que le gustaría volver a buscar la pista de sus padres. A lo que el periodista le pregunta si realmente cree que vale la pena volver a empezar con eso. Pero hay un hecho que es verdad y es que el árbol genealógico tiene mucho peso y todo el mundo quiere saber de dónde viene. En el caso de mi novela, además, había un retrato generacional. Porque yo soy de la generación del baby boom y de los que nos hicimos mayores en los años 80, una época muy movida, de cambios. Por un lado, muy atractiva y muy divertida, pero con una cara oscura, que es que mucha gente perdió el juicio, sobre todo con la droga quedaron fuera del transcurso del resto. Y cuando llegas a una edad, miras atrás y ves que amigos tuyos han desaparecido del mapa o no sabes qué ha pasado con ellos, te hace reflexionar. Eso es algo que yo he visto y, por lo tanto, era un tema que me interesaba colocar en una novela.
¿Usted habla con fantasmas?
El tema de la amistad me interesaba personalmente y también tiene que ver con la edad. Es decir, cuando tienes una edad y has tenido buenos amigos de verdad, amigos con los que te comunicabas y han desaparecido, todo eso deja un vacío que no se puede cubrir. Y vas por la calle y piensas: ¿qué diría aquel de esto que me está pasando? Porque tenías la costumbre de hablar con ellos, pero ahora ya no están. Es como si te hubieran cortado una mano. Te falta una cosa importante que es un frontón con el cual discutir cosas que te afectan mucho, pero con verdadera confianza, que eso tampoco es tan fácil. Es algo a lo que he dado muchas vueltas porque he tenido algún buen amigo que ya no está. Quería introducir eso, medio un alter ego del protagonista, medio un signo del agujero que deja una amistad cuando se pierde.
¿En 'Misterio en el barrio Gótico' hay más de historiador, de periodista o de novelista?
Mi trayectoria profesional ha sido sobre todo como periodista cultural. En el año 2000 me pasé a la novela, pero yo creo que todas mis novelas tienen una parte, un cierto background de periodismo cultural. Aprovecho cosas que he vivido, cosas que he leído, cosas que he conocido... En mi caso, la narrativa surge mucho de experiencias vividas o vistas. Y como mi trayectoria está tan vinculada al tema de la cultura, es inevitable meterse ahí.
¿Y cómo se está en el otro lado?
Pues es muy gratificante esto de que la gente lea tus libros, que pregunten por ellos. Que hagas una presentación y te pidan que se los dediques. Es una experiencia extraordinaria.