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El plan ganador del Nàstic de Tarragona ante el Murcia que fracasó ante el Sanse

El Nàstic no supo hacerle daño a un filial donostiarra que le penalizó con efectividad sus errores defensivos en la final

Pablo Fernández marcó su tercer gol en lo que va de play-off.foto: àngel ullate

Juanfran Moreno
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El Sanse fue mejor que el Nàstic de Tarragona, y el resultado reflejó la superioridad de un filial donostiarra que plantó su bandera en un infierno grana gracias a una exhibición de talento y madurez. Los potrillos demostraron ser un auténtico equipazo. Y eso que no contaban con tres de sus futbolistas más diferenciales: Aitor Fraga, Goti y Mariezkurrena —su portero, su estrella y su delantero. Casi nada.

Errores en el peor momento

¿Qué ocurrió para que el Nàstic se viese tan superado? Lo cierto es que el conjunto grana fue inferior al rival y cometió errores defensivos inadmisibles para una eliminatoria de play-off. De los tres goles del Sanse, solo el segundo tuvo más mérito del rival que demérito grana. La peor versión defensiva del equipo —esa que ha aparecido a lo largo del curso, con fallos individuales que lo tiran todo por tierra— volvió a escena en el momento menos oportuno.

Si a eso se le suma que enfrente había un equipo con talento diferencial en casi todas las líneas, el cóctel fue demoledor.

Sin control ni ritmo

Más allá del aspecto defensivo, que marcó claramente la ida, el conjunto tarraconense nunca se sintió dueño del partido frente al Sanse. Si ante el Murcia dibujó una eliminatoria de control total, frente al filial donostiarra esa cautela no sirvió para nada.

El equipo de Luis César quiso volver a ser un conjunto de posesión paciente y progresión asociativa, pero se topó con un rival ordenado, tácticamente trabajado y con una intención clara: salir a buscar al Nàstic. La posesión anestesiante no apareció. El primer gol visitante obligó al Nàstic a atacar más y con menos pausa. Y eso también le pasó factura.

Un ataque desconectado

En la zona ofensiva, el Nàstic tampoco estuvo acertado. Antoñín Cortés jugó incómodo en la banda izquierda, cuando ya ha demostrado que su mejor versión es como referencia en el centro. Víctor Narro, probablemente el mejor extremo a pierna natural de la categoría, volvió a jugar a pierna cambiada: puede generar peligro ahí, sí, pero es menos influyente.

Por su parte, Roberto Torres actuó como enganche, pero no conectó al equipo. Apenas apareció. Y cuando lo hizo, su golpeo no marcó diferencias. Para eso se le fichó.

La esperanza, en los últimos minutos

Solo tras el gol de Pablo Fernández, en el minuto 82, el Nàstic se liberó. El cabezazo letal del asturiano devolvió la fe a los granas. En ese tramo final, el conjunto de Luis César se soltó, embotelló al Sanse y mostró una versión más agresiva, a base de centros laterales y recuperación rápida.

Fue el único momento del partido en el que el Nàstic sometió al rival. Y en esa secuencia de empuje se marcó el camino. El milagro es posible. Pero con otro plan.

El Toralín decidirá la otra final por el ascenso a Segunda

División.

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