La transición de Repsol hacia la ‘Smart Factory’

Empresas como Repsol han adaptado su negocio, su estructura, además de su cultura empresarial a las exigencias de esta nueva revolución. La multinacional energética y petroquímica española es un buen ejemplo de modelo de Smart Factory encaminándose hacia una energía más segura, competitiva y sostenible

31 enero 2020 13:27 | Actualizado a 31 enero 2020 13:29
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A lo largo de los últimos siglos, las compañías industriales han evolucionado de la Industria 1.0 a la Smart Factory, avanzando hacia una industria mucho más personalizada y adaptada a las necesidades humanas.

La Primera Revolución Industrial, acontecida en la segunda mitad del siglo XVIII, supuso un hito laboral gracias a la máquina de vapor, que ayudó a mecanizar los procesos. La electricidad fue la clave en la Segunda Revolución Industrial, donde se generalizó el uso de las cadenas de montaje a mediados del siglo XIX. Internet y los sistemas informáticos dieron lugar al nacimiento, en 2006, de la Industria 3.0, caracterizada por mejorar la comunicación, trabajar a mayor velocidad, mejorar la eficiencia energética y, además, dar el salto a las energías renovables.

Este fenómeno ha dado lugar a que en los últimos años se diese el salto a la Industria 4.0, donde la interconexión de las máquinas y el Big Data son los grandes protagonistas. Esto transforma a la empresa en un nuevo concepto: la Smart Factory o fábrica inteligente: una instalación de producción que se encuentra altamente digitalizada y conectada, mucho más flexible que las factorías de antaño y que puede funcionar de forma autónoma. Smart Factory se traduce en una mayor eficiencia, seguridad y transparencia. 

¿Cómo se han adaptado las compañías? Con factores tecnológicos variados: control de datos, Inteligencia artificial, robótica, análisis e Internet de las cosas (IoT). Si se piensa en aplicaciones industriales, IoT, que nació hace más de 10 años para establecer una comunicación inteligente, es usado en la actualidad en muchas plantas de producción dónde los dispositivos y sensores conectados a la red permiten analizar los datos y generar alarmas y mensajes que son enviados a los distintos usuarios para que tomen las acciones necesarias o incluso iniciar protocolos de actuación de forma automática, sin interacción humana, para corregir o tratar dichas alarmas. Esto supone un incremento del control de la seguridad, tanto de los trabajadores como del cliente. 

Por otro lado, gracias al análisis de los datos y de toda la información (Big Data), los productos que se fabrican se adaptan a cada necesidad puntual. La producción es mucho más versátil y varía según la necesidad de cada momento.

Empresas como Repsol han adaptado su negocio, su estructura, además de su cultura empresarial a las exigencias de esta nueva revolución. La multinacional energética y petroquímica española es un buen ejemplo de modelo de Smart Factory encaminándose hacia una energía más segura, competitiva y sostenible.  

La digitalización de la energía

El cambio de paradigma, centrado en el ámbito de la digitalización industrial, supuso provocar un cambio de cultura y de nuevas formas de trabajo para Repsol, dirigido a trabajar la transición energética, la reducción de emisiones y el desarrollo de nuevos productos y servicios energéticos y de movilidad para ciudades, empresas, hogares y personas. 

De esta evolución se ha visto beneficiada la productividad y la seguridad de los empleados en las actividades de campo, la optimización de los activos, así como ha propiciado una gestión más sostenible de los recursos productivos y la priorización de tareas de mayor valor añadido.

Para todo ello y entre otras muchas otras iniciativas encaminadas a la digitalización de la energía, Repsol ha elaborado una combinación de tecnologías disruptivas como Data Analytics o la Inteligencia Artificial como herramientas para mejorar tanto en los procesos, como en transición energética, en un mayor conocimiento y beneficio de los clientes y en consumo energético. 

También se apoyan en IoT, la robotización o Blockchain para diseñar productos y servicios digitales. Por ejemplo, mediante IoT se consigue un mantenimiento predictivo, con el que monitorizar el estado de los equipos y anticiparse a las posibles eventualidades. O con la iniciativa Digital Twin, que genera un gemelo virtual de activos físicos para hacer simulaciones y contrubuir así a operaciones mucho más sostenibles con el medio ambiente. 

La creación de 10 hubs digitales que actúan de forma transversal en toda la compañía, le permite ser más ágil. Además, Repsol ha incluido la creación de equipos multidisciplinares que actúan de forma transversal en los que se incorpora talento y se genera nuevos roles digitales. 

Repsol también ha dado un paso de gigante en cuanto a movilidad. Sus aplicaciones digitales móviles, definidas de forma proactiva por personales propios para gestionar la Industria 4.0 y dar respuesta a necesidades reales. Como muestra un ejemplo: se ha creado una aplicación de mantenimiento donde pasan del ‘oído de experto’ de los operarios a plataformas que recogen en tiempo real los datos de instalaciones sensorizadas y los muestran de forma útil a través de dispositivos móviles a los supervisores y equipos en el propio campo. Para ello, se ha tenido en cuenta la singularidad de los entornos industriales sobre los que se trabaja, con un exigente hardware adaptado a normativas ATX, el mapeo de instalaciones para geolocalizar ubicaciones de auténticas ‘ciudades industriales’ o la incorporación de asistentes por voz para facilitar la operatividad en condiciones climáticas de todo tipo.

Además, en Repsol se vislumbra la reducción de la huella del carbono y tiene la intención de crear nuevos modelos de negocio digitales que definan el futuro de la energía que se desea tanto como consumidores como en empresa. 

Un reto en la ya avanzada Industria 4.0.

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