Cuando los niños se 'autogobernaron' en Calafell

Aquel modelo educativo fue una experiencia revolucionaria y de gran modernidad

16 junio 2019 16:01 | Actualizado a 16 junio 2019 16:47
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Hay quien recuerda que hace años, muchos años, la primera línea de mar de Calafell  era de pinares. De aquellos árboles no queda nada. Sólo el recuerdo y que a su sombra había centenares de niños que participaban en una de las experiencias didácticas que fueron un ejemplo para la educación del país.

La institución educativa de las Colonias de Vilamar han marcado la historia de Calafell. De hecho una de las principales calles del núcleo de la playa lleva ese nombre. Como explica el catedrático de historia de la Universitat de Barcelona, Joan  Santacana, en su Didàctica del Patrimoni, aquella iniciativa fue una «revolución didáctica».

La propuesta
Recapitulemos. Años 20 del pasado siglo. Calafell tenía de alcalde y también maestro a Jaume Jané. En 1922 Pere Vergés (1896-1970) se presentó en el Ayuntamiento junto a un grupo de hombres, entre ellos un médico. 

Plantearon la posibilidad de instalar en la playa de Calafell una casa de colonias infantiles impulsada por el Ayuntamiento de Barcelona. Era una experiencia pedagógica pionera en Catalunya y que fue un referente de modernidad. De hecho fue la más singular colonia que se estableció en el Estado organizada como una ciudad ideal.

Con estación y yodo
La playa de Calafell era muy plana y con mucho yodo. Contaba con estación de tren y un gran pinar hasta llegar al mar. Los pinos del Llagostera, recuerda Santacana.

La respuesta del alcalde de Calafel fue favorable. Habló con el propietario del terreno, se fijó un alquiler y se delimitó la finca. Pere Vergés, junto a maestros, arquitectos y pedagogos comenzó a trabajar en un proyecto que sería ejemplo educativo. 

Casetones
El clima de Barcelona generaba complicaciones respiratorias y en aquel mar de Calafell los niños encontrarían mejora. En agosto de 1922 llegaron los primeros grupos de niños y niñas. En grupos de 300, junto a sus profesores. Bajo los pinos se habían habilitado casetones de madera, zonas de juegos. cocinas, almacenes, aulas y hasta salas para proyectar películas y realizar teatro.

Joan Santacana explica en Didàctica del Patrimoni que los participantes estaban organizados como en una República de niños. «Había un gobierno, un parlamento y un tribunal para dirimir conflictos». Cada pabellón tenía a sus representantes en el parlamento de la República de niños de Vilamar.

Autogobierno
El objetivo era el autogobierno de los niños y la educación cívica con una estructura formada por el individuo, el jefe de casa, el alcalde de barrio y el presidente. También había funcionarios y los oficios necesarios para mantener la ciudad, que eran escogidos democráticamente. 

El catedrático de historia explica que en las colonias Vilamar «se ofrecía una formación integral a partir de una enseñanza individualizada y extraordinariamente participativa». Era un modelo «que se anteponía al aprendizaje memorístico y se fundaba en la experiencia», explica Jordi Brasó, profesor de la facultad de Educación y que ha estudiado a la Colonia de Vilamar.

Por un lado se completaba la formación de la escuela y por otro estaba la acción terapéutica de los baños de mar, el yodo y el sol que ayudaban a luchar contra la tuberculosis en los niños de forma gratuita para todos los escolares de Barcelona.

Los participantes realizaban excursiones para conocer el entorno y tenían encuentros con los pescadores para conocer la actividad del mar. Y con los agricultores para los ciclos del campo. También los vecinos les llevaban al castillo y a los lugares de historia.

Recelos conservadores
Esa experiencia innovadora fue muy valorada desde el campo educativo y político, pero también generó recelos en los sectores más conservadores ya que la consideraban demasiado revolucionaria. 

Pere Vergés dirigió la colonia hasta que Artur Martorell lo substituyó y luego la dirigió el profesor de música Enric Gibert de 1933 a 1939, cuando cerró la colonia. 

Editados

Todo quedaba reflejado en el Diari de Vilamar que recogía las vivencias del 24 de agosto al 14 de septiembre. En 1922 se publicaron 14 números. Recientemente la Universitat de Barcelona ha editado en fascímil los 14 números del Diari de Vilamar en los que queda constancia de la tarea de autogestión y reflexiones de los alumnos.

Aquella iniciativa educativa quedó grabada en la memoria de Calafell. Hoy su principal calle comercial del núcleo de la playa se llama Vilamar, su casa de colonias Artur Martorell y en el paseo marítimo la escultura de un niño con un barquito de vela en las manos recuerda a la experiencia.

Las colonias de mar aprovecharon el mayor índice de yodo del mar de Calafell para la mejora de la salud de los niños. Un yodo que también atrajo, en una época similar, al sanatorio de Sant Joan de Deu (hoy Hotel Ra). Pero esa es otra historia.


 

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