Así fue el ambiente que se vivió en el Nàstic de Tarragona-Murcia: El circo que se transformó en infierno

Un día grande. El Nou Estadi sí que presentó ayer ese aspecto. El de las grandes ocasiones. El de un templo que no se rinde. Que celebra cada paso adelante del Nàstic y que es una caldera para los rivales. Centenares de aficionados caldearon la previa con un recibimiento al autobús grana digno de los de las grandes ocasiones.

Y las 13.897 voces que llenaron el feudo grana demostraron por qué la del Nàstic es una afición que nunca se rinde. Por qué ni la más profunda herida los tumba. Con el himno a capela, el mosaico y una pancarta de Orgull Grana que decía ‘tradició de més d’un segle, patrimoni de la capital’, el Nou Estadi fue ese jugador número doce. El gol de Pedro Benito fue un jarro de agua fría, sí. Pero el de Pablo fue una explosión de alegría. Explosión de una marea grana que irá a Murcia con todo.