El cambio climático amenaza a más de 40 carreteras y vías de tren de Tarragona

Un informe señala en la provincia decenas de infraestructuras vulnerables a la subida del nivel del mar, incendios o las olas de calor: de tramos de la AP-7 al ferrocarril o al interior ebrense

11 junio 2023 08:45 | Actualizado a 11 junio 2023 20:00
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El Eix de l’Ebre, que cruza buena parte de las Terres de l’Ebre desde Flix a Amposta, la autovía C-42 Aldea-Tortosa, la T-310 de Reus a Pratdip, la vía de trenes La Plana Picamoixons-Reus o las mismísimas AP-7 y N-340 a su transversal paso por la provincia; son algunas de las infraestructuras de Tarragona que están amenazadas por el cambio climático. Hay más de 40.

Y no se trata solo de temporales o inundaciones en zonas cercanas a la costa. Desprendimientos, incendios forestales, deformación de raíles y catenarias o erosión en cursos fluviales, todo ello forma parte del listado de riesgos que acaba de detectar el Departament d’Acció Climàtica en la movilidad.

El impacto se traduce en «costes sociales y económicos». «La mayor parte de estas afectaciones se relaciona con temperaturas elevadas, una precipitación abundante o rachas de fuerte viento», reconoce la misma conselleria.

Temperatura superior a 35ºC

Los resultados del análisis cartográfico indican que, en los escenarios más desfavorables, «alrededor de un 30% de las redes viarias y ferroviarias se encontraría expuesta a temperaturas máximas diarias en verano superiores a 35ºC y un porcentaje equivalente en zonas en las que la precipitación acumulada en 24 horas en otoño superaría los 60 mm». Las Terres de l’Ebre figuran entre las áreas más afectadas. Además, en su interior, se solapan con un elevado riesgo de incendio forestal.

De ahí que el listado de zonas potencialmente en riesgo sea especialmente prolijo en el Ebre: las carreteras Amposta-Deltebre, Ulldecona-Alcanar, Horta-Bot, El Perelló-Rasquera, la de Prat de Comte, Batea o Santa Bàrbara están bajo amenaza en algún tramo. El informe señala que «otras afectaciones importantes se sitúan en la costa». Agrega que desde «el Empordà hasta el Baix Camp y el Delta de l’Ebre existe riesgo por inundabilidad y la subida del nivel del mar amenaza carreteras locales como la T-340 en el Delta», en el oeste del núcleo de Deltebre. El análisis agrega que «en la red ferroviaria el riesgo más elevado está en la R1 de Cercanías».

Todo ello es más preocupante si se tiene en cuenta que una buena parte de estas conexiones, tanto carreteras como vías de tren, tienen usos y tráficos muy intensos. El trabajo repasa algunas de las incidencias climatológicas padecidas en los últimos años, como el temporal Gloria o los aguaceros que afectaron gravemente a la Conca de Barberà; episodios cada vez más extremos y más habituales.

«El número anual de temporales de mar casi se ha duplicado a lo largo de los últimos 50 años», indica el informe. Las olas de calor son también cada vez más recurrentes y constituyen «una amenaza para el confort del transporte público», igual que los incendios. La Ribera d’Ebre es uno de los territorios más vulnerables.

La situación se agravará en los próximos años. En esta primera mitad de siglo XXI habrá aumentos cercanos al 3ºC que serán mayores en las zonas de interior y un incremento de las noches tropicales y de los días tórridos. El interior ebrense aparece como una de las áreas más agraviadas, pero también otras comarcas como Baix Camp, Montsià y Baix Ebre.

Sucesos extremos más comunes

Si hay algún lugar amenazado por estas casuísticas es el Delta, un área muy sensible a la subida del nivel del mar. En ese espacio, «sucesos extremos que antes ocurrían cada 100 años serán ahora más comunes».

En 2050 pasarán cada 15 y en 2100 solo cada cinco: «Acontecimientos frecuentes y menos extremos causarán el mismo tipo de inundaciones que otros menos frecuentes y severos».

Todo ello es susceptible de impactar en la movilidad y la logística y, en consecuencia, en la economía, a nivel de pérdidas de horas laborales y lectivas, incremento de costes laborales, gasto energético en climatización, necesidades de mantenimiento o afectación en las cadenas de suministro.

Esta misma semana, la consellera de Acció Climàtica, Teresa Jordà, lanzaba una advertencia muy gráfica en su discurso durante las Jornadas Ambientales celebradas en la Universitat de Barcelona: «Es muy posible que dentro de pocos años tengamos refugiados climáticos en nuestro país, y no será gente de otros países, serán catalanes. Cuando pienso en esto me viene a la mente el Delta de l’Ebre».

Jordà reivindicaba también que «es importante que desde la administración seamos valientes a la hora de afrontar la vulnerabilidad social y territorial a la que nos exponemos».

Afluencia e inundabilidad

El Departament constata que los efectos del cambio climático ya están afectando a Catalunya en múltiples niveles, entre ellos «en un sector estratégico como es el de la movilidad». El análisis sostiene que los «riesgos relativos a inundabilidad muestran numerosos tramos de flujo preferente en el litoral y prelitoral» y un factor añadido: «La intersección con la red fluvial muestra una especial concentración en casi toda la fachada litoral». Se trata, además, de la red fluvial de menor entidad, «por eso precisamente con más potencial de generar problemas en caso de incremento de precipitaciones sobre infraestructuras de drenaje con dimensionamiento modesto».

La nómina de vías vulnerables en un sentido u otro es vasta, y va más allá del territorio ebrense: la carretera de Gratallops o la de Margalef (Priorat), la del Coll de Fatxes, entre la Ribera d’Ebre y Baix Camp, o la de Colldejou también figuran en el amplio listado de la Generalitat. También hay vías mucho más importantes y con mayor afluencia de tráfico, como la AP-7, la A-7, la N-340 o la N-420 que se encuentran englobadas en esa categoría.

A su vez, hay infraestructura ferroviaria señalada. La vía regional La Plana Picamoixons-Reus, el tramo de Tarragona a Sant Vicenç de Calders, el de València Nord (desde Vandellòs) hasta Tarragona o varios tramos de mercancías, como la línea Reus-Constantí forman parte de esta cartografía en la diana.

Además del diagnóstico, el informe plantea estrategias de actuación, unas medidas de adaptación que el sector de las infraestructuras debe incorporar en su planificación sectorial, tal como ha previsto la Llei de canvi climàtic. Estas soluciones son técnicas y bien definidas.

Mejorar la capacidad de drenaje, de gestión de las inundaciones por parte de las instalaciones subterráneas, cubrir mejor las infraestructuras costeras, reforzar la robustez del suministro eléctrico y de los taludes o mejorar la protección solar en instalaciones al aire libre son solo algunas propuestas. Se plantea reforzar la prevención de incendios y la coordinación entre los organismos implicados para hacer frente a los riesgos climáticos.

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