El verano es, para muchos, coger el DeLorean. Es sinónimo de la eterna juventud. De, como diría El Canto, ‘aquellos años locos’. De las vacaciones escolares. De las tardes en el parque jugando a los tazos hasta las tantas. De los días eternos y las noches efímeras. De los recuerdos que nos han construido.
Dicen que el escritor Henry James pensaba que las palabras summer afternoon eran las más bellas de la lengua inglesa. Suscribo el fondo, pues, para un servidor, las tardes estivales son un extra de vida, paz y desconexión.
Eso sí, la situación es esa para los que nos consideramos privilegiados y podemos tener vacaciones y encender el ventilador cuando hace calor. Pero no hay que olvidar que muchísimas familias no se lo pueden permitir y que no estarían de acuerdo con el bueno de Henry. Ellas también existen.
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