Opinión

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En un libro de retratos de personajes, Jaume Miravitlles recordó que en la primavera de 1931 dos gritos resonaban por nuestras calles: «Visca Macià!» y «Mori Cambó!». En la euforia nacionalista se optaba por el corazón sobre la razón.

Macià representaba el sentimiento y Cambó, el pensamiento. Y Miravitlles lamenta que entre los dos no hicieran uno, porque en la política se requieren las emociones y la mente. Señala que el político que mejor los aunó, en años más recientes, fue Ramon Trias Fargas.

Las nuevas generaciones quizá oyeron por primera vez su nombre en un reciente debate. Fue presidente de Convergència, y como conseller, el primero que hizo un presupuesto de la Generalitat restaurada.

Antes, siendo director del servicio de estudios del Banco Urquijo, fue, según Jordi Pujol, quien determinó que la refinería no se levantara junto al Llobregat, primera opción, sino en Tarragona.

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