Molinos

La energía eólica ha ganado la batalla de la imagen y se ha convertido en el símbolo de la transición ecológica. Pero no puede olvidar los efectos menos positivos que provoca

28 junio 2021 15:05 | Actualizado a 28 junio 2021 15:13
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Ahora que empezamos a recuperar la libertad de movimientos y con el verano por delante, podremos cruzar la península y apreciar las bellezas de nuestra naturaleza salvaje. Pero también la aparición cada vez más chocante de grandes parques eólicos que estropean la perspectiva. Esta contradicción entre el impulso a la energía eólica y los efectos perjudiciales que provoca en el entorno y el medio ambiente, es cada vez más vehemente entre los ecologistas en toda Europa y especialmente en Francia. El pulso dialéctico entre la ministra francesa de Transición Ecológica, Bárbara Pompili, y el encargado de la Misión Patrimonio en peligro, el periodista Stéphane Bern, ha hecho saltar chispas entre defensores y detractores de los molinos.

Las contradicciones entre modernidad y conservación, energías limpias y polución ambiental, se han hecho más visibles con el apoyo de la primera dama, Brigitte Macron, a la Fundación para la Historia y el Patrimonio que dirige Bern. En su presencia se fustigó contra «la religión del progreso que desfigura nuestros paisajes». La esposa del presidente de la República aseguró su respaldo a la fundación «y al nuevo don Quichotte». Críticos con la instalación anárquica y abusiva de molinos en tierra y mar, los nuevos ‘quichottes’ del país vecino argumentan que la implantación con poco control de los parques eólicos «destruye el patrimonio natural y poluciona gravemente la naturaleza». Destacan que las instalaciones eólicas solo funcionan un 25% del tiempo, que los materiales con que se construyen no son reciclables, que son costosas, subvencionadas, molestas a efectos sonoros y visuales y que hunden el valor turístico de las zonas donde se instalan.

La ministra Pompili refutó los argumentos antieólicos revelando que los molinos funcionan al 75% de su capacidad y a pleno rendimiento el 25%. Pero sobre todo, reprocha al movimiento anti que se centre en esta cuestión cuando hay otros combates prioritarios para proteger el medio ambiente. Francia es uno de los países europeos más lentos en la implantación de energías renovables mientras mantiene uno de los parques de centrales nucleares más activos del mundo. Sin embargo, la voz de alarma del nuevo movimiento en defensa de la naturaleza y el patrimonio ha puesto encima de la mesa los problemas derivados de la implantación anárquica de molinos, hasta el punto de que algunas poblaciones han quedado perimetradas en una especie de cinturón metálico. La eólica ha ganado la batalla de la imagen y se ha convertido en el símbolo de la transición ecológica. Pero no puede olvidar los efectos menos positivos que provoca.

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