Reus

El derrumbe de la nave de La Sedera de Reus llega a su fin

Ayer sólo quedaban escombros de lo que una vez supuso uno de los últimos vestigios que recordaba el fulgor del sector textil en la capital del Baix Camp

Las máquinas han estado trabajando sin descanso durante varias semanas.foto: a.m/ A.G.

Cristina Valls
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La Sedera del Passeig Misericòrida está reducida a escombros. La panorámica de las obras de ayer dejaron intuir el punto final. A lo largo del proceso de derrumbe, aún se podían ver vecinos mayores observando cómo desaparecían los últimos pedazos de un pasado industrial. Además, aún resonaba el eco de la alarmante frase de «el histórico edificio de la Sedera se echará abajo». Una información que corrió como la pólvora al ser anunciada a principios del mes de marzo. Que despertó detractores, pero también gente de lo más práctica y funcional.

Esa frase y, muchas otras esencialmente parecidas, auguraban la desaparición de un edificio histórico que si más no, dejaría huella. Al menos de un proyecto urbanístico polémico. Y es que los vecinos del barrio Misericòrida se alzaron en cólera cuando se anunció que la inmobiliaria propietaria del solar, Solvia (Banc Sabadell), había decidido hacer desaparecer la construcción en la que, según aseguró, ninguna otra sociedad se quería establecer.

La problemática ya venía de lejos. Ya en 2014 el Tribunal Superior de Justícia de Catalunya (TSJC) suprimió el cambio puntual de la revisión del Pla General d’Ordenació Urbana (PGOU) aprobada el mes de julio del año 2009, donde se aprobaba la reconversión a suelo comercial de la Sedera a un espacio destinado a la creación residencial. La aprobación de 2009 fue motivo de controversia. Una sentencia judicial que obligaba a hacer un uso del espacio estrictamente comercial y no de creación de viviendas.

Desde la Regidoria d’Urbanisme, además se quiso llegar a un acuerdo, beneficiario para todos, en el que se contemplaba la posible construcción de una zona verde y un aparcamiento. Aun así, siendo la propietaria Solvia, poco quedaba por negociar.

Los efectos de las obras

En esta situación, el vecindario tuvo que amoldarse y esperar a que las afectaciones de las obras fueran mínimas para los residentes más cercanos. No obstante, desde la Associació de Veïns Monestir se reivindicó un fuerte descontentamiento con el derrumbe, dando lugar a la creación de la plataforma Salvem la Sedera, que luchaba por la zona residencial. Se quejaban además del «poco tacto político, al enterarse tarde» y «por lo medios» de lo que estaba por acontecer y «no por los mismos políticos». «Hemos sido los últimos en saberlo y las asociaciones vecinales enteradas no son las más afectadas y, además, han apoyado el derrumbe», decía a mediados de marzo el presidente de la Associació de Veïns Monestir, Alfonso Berbel Carrillo.Y es que pasó un año y cinco meses desde que el TSJC anulase el proyecto, hasta que según aportó Berbel y los vecinos se enteraron.

Los inicios del derrumbe

Y llegó el 17 de mayo. Primer día en el que se comenzaron los primeros trabajos de derrumbe, los cuales apuntaban a alargarse de dos a tres meses. En esa ocasión, el colectivo Salvem la Sedera también formuló una queja conforme no habían sido informados con anterioridad. «No se señalizaron bien los trabajos de obra», criticó el presidente de la plataforma, Josep Machado.

En el primer tramo de obras, también tuvo lugar una supuesta parada, pues según se informó desde la agrupación vecinal que «no se disponía de licencia necesaria para realizar las obras». Información que el Consistorio desmintió poco después. Por último, desde la plataforma contraria a la desaparición de la Sedera, se denunció a Inspecció de Treball del supuesto incorrecto cumplimiento de las normas de seguridad y salud de los trabajos.

cvalls@diaridetarragona.com

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