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    La incubadora TIC de Redessa impulsa trece ‘startups’ tecnológicas este año

    El programa de mentorías de la empresa municipal busca detectar y retener talento así como fomentar el empleo

    29 mayo 2022 09:45 | Actualizado a 29 mayo 2022 14:00
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    Redessa, la empresa municipal del Ayuntamiento de Reus encargada de apoyar a la iniciativa empresarial, generación de puestos de trabajo y la promoción económica, está inmersa en la segunda edición de la Incubadora TIC. Se trata de un programa para fomentar la creación de startups de base tecnológica y, concretamente, ahora se está asesorando a un total de trece proyectos que han conseguido llegar a la fase de incubación y mentorías, del total de 33 que se presentaron al programa inicialmente.

    Para los emprendedores, la Incubadora TIC «es una oportunidad para madurar la idea y crecer», explican algunos de los participantes. Para Reus, una herramienta para detectar talento, atraerlo y retenerlo, potenciando la creación de puestos de trabajo. «Nos ayuda a posicionarnos como ciudad tecnológica», destaca la concejala de Economia, Coneixement i Habitatge y consejera delegada de Redessa, Teresa Pallarès, siendo éste uno de los principales objetivos del programa.

    De hecho, de los trece proyectos que están en esta última fase, el 40% están liderados por emprendedores de Reus o el Baix Camp. El 60% restante proceden de comarcas cercanas como el Tarragonès, Baix Penedès, Baix Ebre, pero «también de Barcelona», explica Pallarès, lo que muestra este posicionamiento de ciudad. «Trabajamos para retener talento, lo hacemos también coordinadamente con otras áreas del Ayuntamiento, y cabe destacar que tenemos una fuente de conocimiento tan importante como lo es la Universitat Rovira i Virgili, que contribuye muchísimo en esta retención de talento», destaca la concejala.

    Los emprendedores que participan en la Incubadora TIC tienen una media de 35 años, con proyectos de temáticas muy variadas, dese el sector turístico, al ámbito sanitario, ciudades inteligentes, industria 4.0 o jurídico, entre otros. También hay distintos grados de desarrollo, aunque el 70% de los seleccionados eran ya empresas constituidas, en fase de crecimiento o consolidación, aunque también hay que entraron en fase inicial, como fue el caso de Kompy, vinculado al ámbito jurídico con Sebastià Navarro como impulsor inicial.

    «Cuando teníamos un primer boceto del proyecto, una persona de la Càtedra d’Emprenedoria de la URV nos comentó que nos apuntáramos a la Incubadora», dice Navarro, que recuerda que preparó la presentación inicial en 15 días, «nos escogieron como uno de los 16 finalistas y ahora seguimos entre los trece». En su caso, el proyecto Kompy consiste en una aplicación donde cualquier persona, tanto trabajadores como empresarios, pueden resolver dudas laborales «de forma rápida y sencilla, cuando quieras y donde quieras, desde tu primer contracto a la jubilación», relata. La idea es poder resolver cuestiones legales sin tener que acudir a un abogado. «Con 10 años de experiencia, me doy cuenta de que la administración de justicia no funciona y que no puede funcionar porque la gente está desinformada. A la que tenemos un problema legal, rápido lo pasamos a un tercero para que lo resuelva», muchas veces con casos que «de lejos ves quién ganará», y todo ello contribuye a saturar los juzgados. La idea la tenían clara, también el cómo hacerlo, pero en lo que la Incubadora TIC ha ayudado a estos jóvenes es en «convertir la idea en un producto mercantil», además de «darnos unas herramientas y una formación de la que era totalmente desconocedor, como el márquetin digital, el posicionamiento web...».

    Otros proyectos llegaron ya en una fase expansiva, como es el caso de Roomtability Hotels Strategy. Jaume Crusat relata que su herramienta –un software– estaba ya totalmente desarrollada al llegar a la Incubadora e incluso tenían cerca de una quincena de clientes. «Pero nos han ayudado a tener una visión más comercial», explica. La herramienta, desarrollada en pandemia, se centra en el mundo hotelero y analiza varios datos como la reputación de un establecimiento en redes, compara tarifas y genera alertas y recomendaciones. Todo, en tiempo real. «Son comparaciones y datos que se extraen manualmente y conlleva horas sacar conclusiones. Este software ofrece lo mismo al instante», resume Crusat, a la vez que cuenta que ya han llegado a la cincuentena de clientes.

    Otro caso es el de Everbright, encabezado por Ignasi Segura y Joan Molinas. «Previamente ya teníamos el proyecto. Incluso habíamos validado la propuesta de valor a finales del año pasado», recuerda Segura. La propuesta supone una solución para los actores del sector de las energías renovables y, concretamente, representa la digitalización y la automatización de los procesos de reclamación de garantías. Con una app, el trabajador puede reportar de forma ágil y sencilla en qué equipo hay un problema, aportando fotos, vídeos e incluso audios. Una información que se recibe automáticamente en el centro de control, agilizando un proceso que «hasta el momento se hacía todo manualmente, recopilando primeramente la información, después ir al ordenador para escribir un formulario, pegar las fotos, enviar por mail...». La herramienta estaba desarrollada, «y ofrecíamos 90 días gratuitos, pero no era suficientemente atractivo», admite Segura, que añade: «La Incubadora TIC nos ha ayudado, sobre todo, en el modelo de negocio y, ahora, ofrecemos un programa de dos años de duración a un precio muy competitivo que nos está funcionando muy bien», relata.

    Estos tres proyectos, y los diez restantes, se encuentran, ahora, en la fase de incubación y mentorías del programa Incubadora TIC. Para el 18 de octubre se prevé realizar la presentación de proyectos, con lo que se cerrará oficialmente esta segunda edición. «El acompañamiento ofrece estabilidad a un proyecto, pero es importante que vayan desvinculándose», explica Teresa Pallarès. En este sentido, los proyectos de la primera edición podían, ahora, seguir con el acompañamiento. Un total de seis lo han requerido porque, al fin y al cabo «cada uno necesita su tiempo», valora la concejala.

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