Tarragona

El nuevo modelo de turismo pasa por viajar menos a menudo y más cerca

El investigador y experto de la URV Antonio Russo apuesta por descongestionar los destinos más masificados

El investigador del Departamento de Geografía de la URV y experto en turismo Antonio Paolo Russo.

El investigador del Departamento de Geografía de la URV y experto en turismo Antonio Paolo Russo.FOTO: ALBA MARINÉ

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La masificación turística y su impacto sobre la sostenibilidad social, económica y medioambiental ha sido tema de debate en los últimos años. Pero la parada obligada por la Covid-19 y las restricciones derivadas de la pandemia han acentuado esta reflexión. Antonio Russo, investigador del Departamento de Geografía de la URV, fue el invitado a la tercera sesión del ciclo «Desconfinats. Una mirada al món que vindrà». El experto habló sobre los nuevos modelos turísticos que se abren paso tras la crisis sanitaria, y sobre las perspectivas del sector. Y también habló de la necesidad de buscar políticas para mantener un equilibrio sostenible entre el turismo y la calidad de vida de la población residente. Este es precisamente el objetivo del proyecto europeo SMARTDEST, que coordina y lidera Russo.

En su opinión, las restricciones de movilidad derivadas de la pandemia han sido una oportunidad para volver a poner en el centro de debate «la necesidad de transitar hacia un modelo turístico más sostenible y respetuoso con el espacio urbano y con la vida de los vecinos».

Este equilibrio, según el experto, se consigue «cuando los trabajadores del sector turístico pueden permitirse vivir en su ciudad, cuando los residentes pueden dormir por las noches, comprar los productos que necesitan para su vida cotidiana, utilizar el transporte público porque no está congestionado por turistas o cuando los vecinos no se van del barrio. Cuando todo esto deja de pasar, el turismo se torna insostenible».

Crisis económica y climática

Russo vaticina una crisis «muy dura que aún está por llegar, pero que no será tan dramática como la crisis climática que nos espera». Para mitigar sus efectos, apuesta por hacer cambios importantes, y uno de los primeros es revisar los sistemas de movilidad a gran escala. «Estamos pagando por viajar mucho menos de lo que deberíamos pagar si queremos proteger el medio ambiente», dijo en relación al turismo low cost, que si bien es «una gran fuerza de democratización que ha permitido que jóvenes o personas con pocos recursos hayan podido viajar y conocer otras culturas», también admite que la economía asociada al low cost –baja calidad y alta cantidad– es lo que perjudica este modelo.

En este sentido, apuesta por «sistemas de movilidad muy diferentes a los que tenemos hasta ahora. Y es posible que para resolver la crisis climática tendremos que viajar mucho menos y más cerca de casa, utilizando medios de movilidad menos contaminantes», teniendo en cuenta también el bienestar de los residentes que deben compartir espacio, consumo y experiencias de vida en las destinos turísticos con los visitantes.

De hecho, recordó que «los turistas cada vez más intentan no ser vistos como turistas, y quieren hacer lo mismo que la gente local. A la vez, hay una ciudadanía urbana que continuamente está redescubriendo su ciudad», y en este sentido aconseja, «antes de ir al Caribe de vacaciones, conocer mucho mejor tu comarca o comunidad autónoma, parajes naturales y pequeños pueblos de tu región».

«Si algo bueno nos ha dado la Covid-19 ha sido que ha puesto de manifiesto la extrema vulnerabilidad de las economías que dependen estrictamente del turismo. En su opinión, la solución pasa por la desestacionalización, pero también por promover otros sectores económicos que generen sinergias con el turismo, como la industria cultural, la rehabilitación del patrimonio, la economía social o la economía verde. «Son sectores que se pueden expandir, que dan valor añadido al turismo y que nos llevan hacia un modelo más sostenible», y recordó algunas acciones que se llevaron a cabo en este sentido antes de la crisis económica del 2008, como potenciar el turismo rural o el enoturismo en el Priorat, la Terra Alta o la Conca de Barberà. «Y entonces, para recuperar la economía, en vez de continuar diversificando hemos vuelto a centrarnos en el turismo de sol y playa, perdiendo de vista la ruta marcada años atrás de diversificar, buscar la sostenibilidad e involucrar las comarcas del interior en el modelo turístico de la Costa Daurada», concluye.

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