Tarragona

Algo se cuece en el laboratorio de SANSA

Sociedad. Fotografía, vídeo, grafiti, rap... En Sant Salvador el arte sirve para que los jóvenes descubran otra manera de aproximarse al barrio y a sí mismos

Imagen de una de las salidasfotográficas del grupo del SANSAlab de Sant Salvador. FOTO: yasser

Norián Muñoz
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Laila El Ghabra tiene 16 años y estudia bachillerato en un instituto del centro de Tarragona porque en su barrio, Sant Salvador, solo se puede cursar hasta la ESO. En un futuro quiere estudiar odontología, pero dice que no quisiera dejar la fotografía de lado. Hace cuatro años, cuando tenía doce, tuvo por primera vez una cámara en sus manos y desde entonces sintió una fascinación que le cuesta explicar. Y no se trata solo de que descubriera una inquietud creativa que no sabía que tenía, sino que la ha ayudado a verlo todo, también el barrio, con otros ojos, «con más curiosidad, con más aprecio», reconoce.

Y no es fácil llegar a esa conclusión en un barrio donde, entre los jóvenes, hay una visión bastante pesimista del entorno. Allí ‘dejar el barrio’ es algo bueno. Laila es una de las participantes del proyecto SANSAlab que lleva adelante la asociación Ariadna, una entidad cultural sin ánimo de lucro centrada en los jóvenes.

...Y se quedaron en el barrio

El germen de SANSAlab fue un proyecto de 2017. Ese año hubo actos vandálicos contra el centro cívico y la opinión pública puso a los jóvenes en el punto de mira. El Ayuntamiento de Tarragona pensó entonces en hacer una intervención.

Pero después de aquella acción, explica Nani Blasco, gestor cultural y miembro de Ariadna, se dieron cuenta de que para intervenir en el barrio hacían falta más que un par de talleres. Actualmente tienen actividad estable todo el año y reciben apoyo económico de la Generalitat. Puntualmente colaboran el Ayuntamiento y entidades como Mutua Catalana. Además, se apuntan a cuanta convocatoria encuentran para buscar recursos que les permitan seguir. Gracias a ello, por ejemplo, les dieron un premio de la URV.

Blasco reconoce que conseguir que los adolescentes se comprometan (las actividades son para jóvenes de 12 a 20 años) no siempre es fácil, ni en Sant Salvador ni en ninguna parte, y, sin embargo, lo cierto es que el laboratorio funciona. En los talleres gratuitos no solo aprenden a hacer fotos o a contar historias en vídeo, sino que sienten que su voz es importante. Algunos de los participantes, incluso, se han acabado implicando en otras entidades en el barrio. Una de sus grandes reivindicaciones es que no hay sitios al aire libre para jugar; solo la plaza que comparten con el resto de vecinos. Hay un solar que creen que sería perfecto para unas canchas deportivas.

Durante el verano, y después del confinamiento, se dedicaron a descubrir el entorno y a documentarlo en vídeo.

Blasco explica que los jóvenes cada vez tienen más peso y responsabilidad a la hora de decidir las actividades. En la temporada que comienza este otoño, por ejemplo, habrá talleres de fotografía, rap, storytelling, cooperativismo y solidaridad.

Y es que uno de los cursos naturales que siguió el grupo al involucrarse más con su barrio fue ver que había necesidades y que podían ayudar, por ejemplo, en el reparto de comida que hace Cáritas. Ahora se proponen colaborar en más acciones de este tipo.

Lo dicho, en el laboratorio de SANSA se cuece algo.

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