Sociedad
Un cuento infantil para romper los prejuicios sobre los CRAE
Educadores del CRAE Codina de Reus y un profesor de Trabajo Social de la URV crean un cuento sobre la cotidianidad de los centros residenciales

Jordi Navarro, trabajador social y Antonio Jiménez, director del CRAE Codina de Reus con el cuento.
¿Hay que ser huérfano para estar en un CRAE (Centre Residencial d’Acció Educativa)? Los niños que viven allí: ¿pueden ver a su familia?, ¿duermen todos juntos en pabellones como los de los de las películas?, ¿pueden ir a los cumpleaños de sus amigos?, ¿van a actividades extraescolares?, ¿han hecho algo malo para estar allí?...
Estas son algunas de las preguntas que han surgido cuando los creadores del cuento infantil El raconet del CRAE, publicado recientemente, han comenzado a presentarlo a niños de diferentes ámbitos. Son, en resumen, una muestra del desconocimiento general sobre cómo funcionan estos hogares y de los estigmas que pesan sobre ellos.
También queremos que sirva para sensibilizar. Los nuestros no son los niños malos
El cuento nace de la inquietud del equipo del CRAE Codina de Reus y del trabajador social, pedagogo y profesor de la URV Jordi Navarro Lliberato. Este último y el director del CRAE, Antonio Jiménez, cuentan que la intención era contar con una herramienta para explicar a los niños y niñas que ingresan en el centro cómo funciona todo en un momento en el que pueden estar en una situación de gran impacto emocional.
Un rincón especial
El cuento es la historia de Amal, Salma, Gabri y Raül, que se reúnen cada día para hablar de sus cosas en su rincón especial. De diferentes edades y orígenes, cuando se van a dormir se ven, por ejemplo, que los motivos para ingresar en un CRAE son diversos: que los progenitores no pueden garantizar unos cuidados adecuados, alguna enfermedad o situaciones de desamparo, entre otros.
También se muestran las distintas las circunstancias en las que cada uno va saliendo del centro; desde quien se hace mayor de edad, quien va a una familia de acogida o de adopción, o quien regresa a su familia de origen.

Las ilustraciones del libro son de la ilustradora Mii Marchena.
La historia destaca también la figura de Oli, la educadora social, que igual acompaña a un niño al médico que ayuda a otro con los deberes. Es una figura, reconocen los autores, poco reconocida socialmente, un trabajo donde los sueldos son bajos y hay mucho sacrificio, porque los CRAE, como todos los hogares, funcionan 24 horas.
Mucho más allá del cuento
Los creadores de la historia, no obstante, se dieron cuenta enseguida de que el cuento también podía convertirse en una buena herramienta para sensibilizar a la sociedad para que vieran que sus residentes «no son los niños malos».
El cuento, primorosamente ilustrado por Mii Marchena (y que cuenta también con algunos dibujos de los propios niños), ha sido editado por la Fundació per a l’Atenció Social y con la ayuda económica de la Fundació La Caixa a través de CaixaBank.
La historia va acompañada de una guía didáctica que permite profundizar sobre lo que es un CRAE. También cuenta con un código QR para acceder a información más técnica.
El cuento se está distribuyendo gratuitamente a otros CRAE, así como a otros centros de servicios sociales. También se ha comenzado a llevar a bibliotecas y algunas escuelas de Tarragona, Reus y Terres de l’Ebre, acompañado de talleres donde los alumnos reflexionan y hacen preguntas.
Cuando se les pregunta a los autores qué piensan de las noticias que aparecen de tanto en tanto de vecinos que se oponen a la instalación de un CRAE en sus barrios o municipios, Navarro los invita a informarse sobre los distintos tipos de servicios. Jiménez, por su parte, no puede más que responder con la propia experiencia del CRAE Codina, que desde un primer momento ha contado con unos vecinos que los han integrado completamente en la vida del barrio y hasta les han hecho un espacio en las fiestas. «Porque se han dado cuenta de que estos chavales tienen todo el derecho a vivir en cualquier sitio como cualquier otro chaval».