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Martínez Bravo: "El 80% de los jóvenes migrantes solos está trabajando o estudiando"

Mònica Martínez Bravo, consellera de Drets Socials i Inclusió, defiende la acogida, critica los discursos de odio y cree que hay que prestigiar el sector social

La consellera de Drets Socials i Inclusió durante la entrevista en el Diari de Tarragona.

La consellera de Drets Socials i Inclusió durante la entrevista en el Diari de Tarragona.Marc Bosch

Norián Muñoz

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La consellera de Drets Socials i Inclusió, Mónica Martínez Bravo (Barcelona 1982) es economista, investigadora y profesora universitaria. Esta semana ha estado en Tarragona para ver la evolución de las obras del albergue juvenil que hará que la antigua Ciutat de Repòs i Vacances vuelva a cobrar vida tras más de 13 años cerrada.

¿Qué piensa del visado por puntos para inmigrantes que propone Alberto Núñez Feijóo? ¿Ve algo así en Catalunya?

Creo que forma parte de una estrategia para acercarse a los postulados de la extrema derecha. El gobierno de España, que es quien tiene las competencias en inmigración, ya ha dado pasos para promover un tipo de migración ordenada, fomentando la contratación en origen, la migración por formación... Pero esto se tiene que hacer desde el rigor y no tergiversando la realidad, como diciendo que el ingreso mínimo vital debe excluir a las personas migradas, cuando realmente desde siempre se pide la residencia legal para tener acceso... El visado por puntos es una cuestión que se tiene que abordar, pero realmente creo que esta postura es mucho más fruto de intentar comprar los postulados de la extrema derecha que de haber hecho un análisis exhaustivo de cuál es la mejor política de migración para un país.

En los últimos años, cuando se anuncia la instalación de algún CRAE o, incluso, del albergue juvenil que ha venido a visitar, ha habido una gran oposición ¿Qué diría a esos vecinos?

Creo que hay mucha instrumentalización de la extrema derecha, hasta el punto de que están logrando que ciertas personas tengan fobia a que se construya cualquier cosa. El albergue de la Ciutat de Repòs es un ejemplo. Siempre ha habido un único planteamiento: hacer un albergue de turismo para familias, jóvenes y niños. Hemos llegado incluso al punto en que una obra que lleva parada más de 13 años, que podría revitalizar toda una zona, atraer turismo y actividad económica, genera desasosiego.

La oposición vecinal ha conseguido que se paralice algún equipamiento porque se suponía que podían alojar a menores no acompañados.

En el territorio tenemos una necesidad de tener espacios para acoger a los menores que llegan a Catalunya. Se le tiene que explicar bien al vecindario qué es y por qué se propone hacerlo allí, pero entre todos tenemos que ser conscientes de que tenemos una realidad y unas obligaciones legales como no tener menores durmiendo en la calle; porque es de esto de lo que estamos hablando.

Esto ¿cómo se consigue?

Esto lo podemos hacer con toda la delicadeza y garantizando al máximo la seguridad y la mínima disrupción a los vecinos; y ya lo hacemos así. También tendrían que saber que la mayoría de centros no da absolutamente ningún problema y de esto tenemos datos. Al final son un punto donde la gente del barrio hace voluntariado y muchos jóvenes que pueden tener una formación después incluso trabajan en las actividades del municipio. Si hay problemas de manera muy puntual, tenemos todo el compromiso del Departament para reforzar a los educadores y colaboración estrecha con Mossos d’Esquadra... También es verdad que a veces tenemos vecinos que nos dicen que no quieren que estos jóvenes vayan solos por la calle. Y si a una persona le molesta ver a un joven negro por la calle el problema no lo tiene la Administración que lo deja ir solo por la calle, el problema lo tiene la persona que percibe un miedo infundado. La mayoría de los jóvenes migrantes solos, el 80%, están o trabajando o estudiando. Como todos los jóvenes, como todas las personas, siempre hay quienes dan problemas, pero lo que no podemos hacer es adoptar los postulados de la extrema derecha. Por ejemplo, con las con las familias de los menores ucranianos no hubo ningún problema para acogerles, pero si vienen de Canarias, ¿sí que hay un problema?

La consellera durante la visita al futuro albergue de la Ciutat de Repòs.

La consellera durante la visita al futuro albergue de la Ciutat de Repòs.Marc Bosch

En materia de infancia. Ha insistido mucho en que urge ampliar el número de familias de acogida pero, ¿cómo lo va a conseguir?

Estamos escuchando a las familias acogedoras y respondiendo a sus necesidades. En este primer año, nos hemos centrado en resolver las principales dificultades que nos planteaban: hemos reforzado los equipos para agilizar los informes de los menores, incorporado gestores para ayudar con trámites y estamos buscando flexibilizar los horarios de visitas con las familias de origen. Aunque aún no hemos llegado al nivel de acompañamiento ideal; a ese Ferrari de la administración que queremos, hemos avanzado y confiamos en que, al mejorar este apoyo, más familias se animarán a acoger. Hay pocas cosas que podamos hacer que tengan un impacto en el bienestar tan grande como acoger a un menor y darle un hogar.

Muchas familias se quejan de las listas de espera en los CDIAP (Centres de Desenvolupament Infantil i Atenció Precoç). En alguno de Tarragona había más de 100 días de espera para una primera visita el año pasado.

Estamos reforzando este servicio porque es un recurso muy necesario y valorado por las familias. Funciona bien, especialmente en coordinación con educación y salud, pero aún debemos avanzar más. Por eso, una de nuestras prioridades en los nuevos presupuestos será fortalecer toda la red de CDIAPs, como ya hemos empezado a hacer con suplementos de crédito este último año, y seguiremos en esa línea.

Esta semana fue el día de los educadores sociales y el colegio explicaba que el 60% trabaja en servicios están concertados. ¿No estamos abusando de los conciertos?

Las entidades y fundaciones del ámbito social hacen una labor increíble, y nuestro objetivo ha sido dotarlas de los recursos necesarios para mejorar las condiciones laborales, especialmente de los educadores sociales. Por eso, hemos aumentado un 5% la tarifa en 2024 y otro 5% en 2025, con el compromiso de que estos incrementos se traduzcan en mejoras salariales de hasta un 10%. Aunque esto depende de la negociación colectiva y algunos convenios aún no se han actualizado, estamos trabajando para recuperar el poder adquisitivo perdido y superarlo. Además, queremos fortalecer y prestigiar el sector social.

¿Cómo lo hará?

Estamos reflexionando sobre la necesidad de construir una identidad común en el sector social, que hoy en día está muy descentralizado. Aunque esa descentralización tiene ventajas, también dificulta que el sector se reconozca como un sistema unificado y fuerte. Por eso, uno de los retos de esta legislatura es avanzar hacia un verdadero sistema social, con una identidad compartida, un branding que permita reivindicar su importancia al mismo nivel que la educación o la salud. Esto implica no solo mejoras salariales y de carrera profesional, sino también dignificar y poner en valor la labor de sus profesionales.

Volviendo a los conciertos le pongo un ejemplo. Cuando se ha querido ampliar el modelo Barnahus para menores que han sido víctimas de violencia de violencia sexual directamente se ha sacado a concurso. ¿Por qué no se ocupa directamente la Generalitat?

Yo creo que la externalización en sí misma no es negativa o perjudicial. Creo que se tiene que analizar servicio a servicio. Como ocurre en salud o en residencias. Quizás el ejemplo más práctico es salud, donde hay hospitales concertados y a veces la ciudadanía no los entiende como tales porque todo forma parte del sistema de salud, ¿no?. Entonces, yo creo que tenemos que ir hacia aquí. El ejemplo de Barnahus en Tarragona lo demuestra: empezó externalizado y ha sido un modelo de éxito que ha inspirado a nivel nacional e internacional. Hay otros ámbitos donde yo he dicho que no se debe externalizar, por ejemplo, el ámbito de las prestaciones. Cuando hay una persona que determina si se merece una ayuda o no, esto está internalizado.

Justamente Catalunya comenzará a gestionar el año próximo la prestación del Ingreso Mínimo vital. ¿Estamos preparados?

Estamos ilusionados con la implementación del Ingreso Mínimo Vital. Aunque es un proceso complejo, hemos priorizado hacerlo bien antes que hacerlo rápido. Ya contamos con el local, estamos contratando al personal, a punto de iniciar la formación y la estructura tecnológica está casi lista. Hemos avanzado mucho, aunque aún quedan algunos meses de trabajo por delante.

¿Qué permitirá esa gestión?

La gestión conjunta del Ingreso Mínimo Vital y la Renda Garantida permitirá una mayor eficiencia y una experiencia mucho más sencilla para la ciudadanía. Se avanzará hacia una ventanilla única, con una sola solicitud para ambas prestaciones. A partir de ahí, será la Administración quien calcule y resuelva cuánto corresponde de cada ayuda, reduciendo errores y pagos indebidos. Esto evitará problemas como duplicidades retroactivas y facilitará el acceso, haciendo que las prestaciones sean más seguras, claras y accesibles para las personas que las necesitan.

Respecto a listas de espera, otro gran problema son de las de la ley de dependencia y las de las residencias de mayores.

Los dos grandes retos que más preocupan son los tiempos en la valoración de la discapacidad y la dependencia, y la falta de plazas en residencias para personas mayores. Para el primero, se está desarrollando un proyecto tecnológico que agilice los trámites y se ha iniciado un piloto con el sistema de salud para utilizar la atención primaria como vía de entrada.

¿Y en las residencias?

El Govern se ha comprometido a crear 6.000 nuevas plazas durante la legislatura, de las cuales ya se ha alcanzado un tercio en el primer año. Se está actuando desde el inicio, combinando el aumento de plazas con mejoras en la calidad. Se ha aprobado un decreto que da un año más a las residencias para cumplir los estándares exigidos, pero se mantiene el compromiso firme de que solo se financiarán públicamente aquellas que cumplan con esos niveles de calidad. Además, se ha reactivado la construcción de residencias públicas y se ha lanzado una línea de crédito bonificado desde el Institut Català de Finances para que el sector privado, el tercer sector y las administraciones locales puedan construir nuevos equipamientos, con una respuesta muy positiva hasta ahora.

¿No cree que, además de residencias, tendríamos estar pensando en otros modelos en que las personas puedan vivir más tiempos en sus casas o en pisos compartidos con servicios?

También estamos trabajando en un nuevo modelo de cuidados que refuerce la atención en el hogar como una alternativa real a las residencias. Para ello, necesitamos recursos especializados en el domicilio y una mayor coordinación con el mundo local, que es quien presta muchos servicios clave como el SAD (Servicio d’Atenció Domiliciària). Desde la Generalitat, también se impulsarán recursos como centros de día o la tele asistencia avanzada, con el objetivo de ofrecer un acompañamiento más personalizado. Actualmente estamos en fase de estudio, y en los próximos meses esperamos concretar más.

¿Usted cómo se ve de mayor? ¿Dónde le gustaría vivir? ¿Ha pensado en ello?

Es una buena pregunta, en la que no había pensado mucho. Como todo, me gustaría un envejecimiento activo y en un entorno de comunidad. Creo que deberíamos repensar los equipamientos y el tipo de vivienda, porque llega un momento en la vida en que no necesitas un piso grande pero sí una comunidad grande. Recuerdo que, durante el doctorado, vivía en una residencia de estudiantes con un mini apartamento. Algo así, parecido a una habitación en una residencia o un piso con apoyos, sería un buen lugar donde me sentiría cómoda envejeciendo. Al final, lo más importante es estar bien acompañada, ya sea en casa o en una residencia con buenos niveles de calidad.

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