«Yo aquí no vengo sola ni que me paguen», Tarragona escanea los puntos negros para las mujeres

Son las seis de la tarde y el parking (el mismo que cada domingo se convierte en un hervidero de gente durante el mercado) ahora es la boca del lobo. No hay ni una farola encendida y una vecina reconoce: «yo aquí no vengo sola ni que me paguen».

Estamos en el primero de los ocho puntos del barrio de Bonavista que analizará una expedición de quince personas formada por técnicos (también participa la concejala de Feminismes i LGTBI+, Cecilia Mangini), voluntarios y vecinos.

Asistimos a una de las marchas exploratorias que ha organizado el Ayuntamiento de Tarragona en todos los barrios de la ciudad. La iniciativa forma parte de las actividades destinadas a recoger información para elaborar de los nuevos planes de Políticas Feministas y LGTBI+. Están previstos para el período 2026-2030.

Los participantes llevan un formulario en el que deben evaluar elementos como la visibilidad, la percepción de seguridad, la accesibilidad y el mantenimiento, entre otros. En este parking hay tan poca luz que toca sacar la linterna del móvil para rellenar el papel.

El siguiente punto es el parque de los Pinos, igualmente oscuro. La zona infantil y la de picnic están desiertas. Tropezamos con las raíces de un árbol.

Más adelante asistimos a un ejemplo clarísimo de cómo la iluminación puede transformar por completo el uso de los espacios. Hay una cancha deportiva abierta y de grandes dimensiones, pero desierta. Aquí, cuando se hace de noche, solo se puede jugar si se encienden las luces del campo de fútbol vecino, algo que no sucede hoy. Un grupo de niños y adolescentes juega a pocos metros, en unas plazas de parking, porque allí sí que llega la luz de una farola.

La situación contrasta con la de las calles más céntricas, bien iluminadas, con negocios en las plantas bajas y movimiento de gente. Se ve vida especialmente en la rambla y en la plaza, donde todavía es posible ver a niñas y niños jugando sin adultos cerca. La escena, no obstante, tiene su cara B: el parque infantil que se encuentra justo al lado está cerrado porque algún incívico hizo destrozos. Los mayores se quejan, además, de que si los pequeños se ponen a jugar con el balón ellos no pueden pasear o sentarse tranquilos.

Al final, la mayor parte del recorrido se resume así: una especie de isla con luz rodeada de descampados oscuros que sirven de aparcamiento; lugares donde la civilización acaba abruptamente.

Cuando termina la marcha, los participantes ponen en común lo que han apuntado. Ariadna Margalef, coordinadora de Igualdad de Género de Genera Innovació, consultora de Terres de l’Ebre que ganó el concurso para la elaboración de los planes de Feminisme y LGTBI+, ha estado haciendo preguntas a los participantes durante todo el recorrido. Graduada en Criminología y con un máster en Género e Igualdad, explica que en las tres marchas realizadas hasta ahora (ya recorrieron Llevant y Torreforta) la falta de iluminación ha sido una constante en los lugares donde los asistentes perciben mayor inseguridad.

Pero no es lo único que aparece en las conclusiones. En el caso de Bonavista se pone en valor la vida de barrio, pero se señalan problemas como aceras en mal estado o falta de espacios para socializar.

Para esta reportera, el recorrido acaba en una parada de autobús en penumbras entre el aparcamiento del mercado y un descampado. Lo desolado del lugar hace inevitable pensar lo de siempre: si me pasa algo, ¿quién se enteraría? Uno de los participantes entiende enseguida la sensación y se queda a acompañarnos hasta que llega el autobús.

Las próximas marchas

Las siguientes marchas exploratorias se realizarán el 10 de diciembre en Sant Pere i Sant Pau, el 11 en Sant Salvador y el 16 en la Zona Centre. Todas comenzarán a las 17.45 horas. Las dos primeras partirán desde los respectivos centros cívicos y la tercera desde el Ayuntamiento, en la Plaça de la Font. El día de la Zona Centre se llevarán a cabo tres marchas simultáneamente. Esos días habrá servicio gratuito de canguro para niñas y niños de 3 a 12 años en los centros cívicos, así como agua, café, bocadillos y pastas para las personas voluntarias.

Quienes no hayan asistido a las marchas de su zona pero deseen participar, pueden rellenar los formularios disponibles en los centros cívicos.