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La historia de María, madre de acogida de urgencia con 65 años en Tarragona: "Es un mundo desconocido"

El 22% de los menores de seis años tutelados vive en centros, algo que la Generalitat de Catalunya quiere erradicar a través de un plan de acción. María ya ha cuidado a dos bebés: uno durante 7 meses y otro 29

María Columna con el último bebé al que acogió.

María Columna con el último bebé al que acogió.Cedida

Joel Medina

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La primera vez que María Columna acogió a un bebé, la pequeña tenía apenas cuatro días de vida. Llegó a su casa envuelta en un silencio frágil, como si todavía tratara de orientarse en un mundo desconocido. Para ella, todo era nuevo; para María, que lo hizo como madre monomarental, aquel instante marcaría un antes y un después.

Esa niña recién nacida necesitaba protección inmediata, calor humano y un hogar donde empezar a construir un vínculo seguro capaz de sostener su desarrollo emocional. A sus 65 años, enfermera jubilada y vecina de Tarragona, María forma parte del reducido grupo de familias que asumen el acogimiento de urgencia, una modalidad destinada a cubrir el periodo crítico que sigue a la retirada inmediata del entorno familiar.

Este recurso tiene un papel especialmente relevante en Catalunya, donde el 22% de los menores tutelados hasta los seis años vive en centros. El Govern trabaja en un plan para aumentar el número de familias acogedoras y asegurar que ningún niño o niña menor de seis años pase sus primeros meses en un centro residencial.

"Tengo a mi favor el haber sido enfermera y haber estado durante muchos años en pediatría"

Un recurso aún por descubrir

María se acercó al acogimiento casi sin buscarlo. Conoció a la ONG Vida Significativa y, a través de sus actividades, descubrió la existencia de distintas modalidades de acogida. Hasta ese momento, desconocía que hubiera bebés de días o semanas viviendo temporalmente en centros por falta de familias preparadas para recibirlos. 

Decidió entrar a formar parte: "Entiendo que un pequeño al que acoges permanentemente o que es más mayor tiene que estar con gente más joven, pero pensé que el acogimiento de urgencia con bebés podría ser mi lugar", analiza.

Movida por esa intuición, acudió a la Casa Sant Josep de Tarragona, gestionada por la Xarxa Santa Tecla: "Me dijeron 'ningún problema, nos hace falta gente'". Esa primera respuesta directa, casi urgente, la convenció de que podía ser útil. 

Después de las sesiones informativas, la valoración personal y la formación, comprendió mejor el papel que podía desempeñar. "Tenía a mi favor el haber sido enfermera y también que he estado durante muchos años en pediatría", resume. Los requisitos fijan un marco claro: ser mayor de 25 años, tener al menos 14 más que la persona acogida, ofrecer un entorno estable y disponer de suficiente flexibilidad horaria.

Desde entonces, ha acogido a dos pequeños. Después de la primera, apenas había pasado la emoción de la despedida cuando, quince días más tarde, llegó un bebé de 27 días que acabaría permaneciendo 29 meses en su hogar, a pesar de que el acogimiento de urgencia está pensado para una duración aproximada de seis. La experiencia demuestra que los expedientes pueden extenderse mucho más. "Hay ayudas para la manutención", precisa, aunque insiste en que lo económico nunca es el motor de quienes se implican.

"Depende de cómo se haga la transición, el menor puede sentir otro abandono"

Lo que un hogar sí puede dar

El acogimiento de urgencia tiene una función clara: ofrecer a un bebé la calidez de un hogar mientras los equipos técnicos estudian las circunstancias que motivaron la retirada y valoran la posibilidad de un regreso a la familia de origen o no. "Hay diversos motivos por los que se retira al bebé de los padres, que a veces no pueden hacerse cargo", explica María. Durante ese periodo, la prioridad es sostener al menor en un momento de máxima vulnerabilidad, proporcionándole rutinas, presencia y seguridad.

Gracias a su experiencia en pediatría, conoce la importancia del apego temprano: la continuidad en las figuras de referencia, el contacto diario con la misma persona y la creación de un espacio previsible. Aunque los centros cuentan con profesionales cualificados, la propia dinámica institucional y la rotación de equipos hacen difícil ofrecer esa constancia.

Las despedidas, una prueba

Las despedidas son parte inevitable del proceso. María ha acompañado a muchas personas en duelos durante su vida profesional y ha tenido que afrontarlos en primera persona al decir adiós a los dos bebés que ha acogido. Lo asume con convicción: "Si el acogimiento de urgencia dura más de los seis meses establecidos, puede crearse un vínculo y, depende de cómo se haga la transición, el menor puede sentir otro abandono".

Del primer bebé, puede seguir en contacto con la familia biológica, algo que le permite ver cómo crece y cómo se adapta. "Me mandan mensajes cada dos por tres", explica, y esa continuidad es para ella una confirmación de que todo se hizo bien. El segundo bebé fue adoptado por una pareja, un desenlace que recuerda con especial emoción: "Ha sido mágico".

Visibilizar lo invisible

Uno de los aspectos que más sorprenden a María es el enorme desconocimiento social sobre el acogimiento de urgencia: "Es un mundo desconocido". Esa falta de información reduce la disponibilidad de hogares y, en la práctica, prolonga la estancia de los menores en recursos institucionales.

La Sonrisa que Une, el libro de cuentos ilustrados elaborado por María.

La Sonrisa que Une, el libro de cuentos ilustrados elaborado por María.Cedida

Por eso, ha decidido implicarse activamente en la difusión de esta realidad. Ofrece charlas, participa en iniciativas informativas y ha puesto en marcha proyectos propios que explican la importancia del acogimiento. Entre ellos destaca La Sonrisa que Une, un libro de cuentos ilustrado y autopublicado inspirado en la historia del último bebé que acogió.

Su objetivo es sencillo, pero decisivo: animar a más familias a considerar la posibilidad de convertirse en ese primer hogar temporal que tantos niños necesitan.

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