Sociedad
Más de 1.800 menores de Tarragona, en riesgo o desamparo: "En el centro descubrí el mundo de los adultos"
Los equipamientos para tutelados están prácticamente al límite de su capacidad y el Departament de Drets Socials i Inclusió proyecta nuevas plazas. El Camp es el territorio de Catalunya con una mayor tasa de expedientes de peligro abiertos

El centro de acogida de La Mercè, ubicado en la ciudad de Tarragona.
Yasselin fue incorporada al sistema de protección a la infancia el mismo día que cumplió dos años. Nacida en Tarragona en 2007, sus padres no pudieron asumir su cuidado desde el principio. Fue derivada a un centro de acogida –un recurso transitorio–, aunque conserva pocos recuerdos: “Mi abuela me acogió enseguida”. Sin embargo, llegó un momento en que no pudo continuar asumiendo la responsabilidad y Yasselin regresó al circuito de protección.
Como ella, miles de menores atraviesan situaciones similares. Actualmente, 3.476 cuentan con un expediente abierto en el sistema de protección en la provincia (ha habido un aumento desde 2021, pero en el último año no se detecta ningún incremento). De ellos, aproximadamente 1.840 se encuentran en condiciones de riesgo grave o de desamparo. El primero de estos términos hace referencia a situaciones en las que “el desarrollo y el bienestar se ven limitados o perjudicados por circunstancias personales, familiares o sociales, siempre que no sea imprescindible la separación del entorno familiar”.
Yasselin: En un centro, aprendes cosas mucho antes de lo que tocaría
En cambio, el desamparo implica “la carencia de los elementos básicos para un desarrollo integral de la personalidad, siendo necesaria una medida que conlleve la desvinculación del núcleo familiar”. Actualmente, el Camp de Tarragona registra la tasa más elevada de expedientes por riesgo entre menores de 0 a 17 años en toda Catalunya, mientras que las Terres de l’Ebre concentran el mayor número de niños y adolescentes tutelados en esa proporción.
Crecer en un centro
Tras la etapa con su abuela, Yasselin vivió en el centro de acogida y en un Centre Residencial d’Acció Educativa (CRAE), destinado a ofrecer atención integral a menores bajo tutela. “Pienso que los educadores hacen un gran trabajo”, sostiene, aunque reconoce la cruda convivencia: “A veces había rifirrafes con otros compañeros”.

Yasselin se encuentra el sistema de protección.
Recuerda especialmente el centro al que fue trasladada después de vivir con su abuela: “Entré con cinco años y comencé a ver cómo era el mundo de los adultos”. “En un centro aprendes determinadas cosas demasiado pronto”, añade.
Los recursos de que dispone la DGPPIA, anteriormente conocida como DGAIA, presentan una media de ocupación del 101%
Con apenas seis años, compartía espacio con menores de distintas edades: “Había prácticamente las mismas normas para un niño de ocho que para un adolescente de quince”. Eso no siempre era sano: “Sufrí bullying y acabé despreciándome a mí misma”, afirma con contundencia. Por ello, considera que “debería establecerse una separación más clara por edades, sobre todo en una sociedad donde todo se adelanta cada vez más”.
Tras un tiempo, logró salir, pero, al cabo de un tiempo, volvió. Finalmente, un mes antes de cumplir los 18, ingresó en un piso de emancipación para jóvenes de entre 16 y 18 años, gestionado por la entidad Esplai Blanquerna, y actualmente reside en uno destinado a personas de entre 18 y 21.
Yasselin: "Entré a los dos años, salí y volví a entrar a los cinco"
Al 101% de ocupación
Los recursos de que dispone la Direcció General de Prevenció i Protecció a la Infància i l’Adolescència (DGPPIA), anteriormente conocida como DGAIA, presentan una media de ocupación del 101%, lo que evidencia una presión sostenida. Desde el Departament de Drets Socials i Inclusió aseguran que “se activan nuevos recursos y plazas constantemente para adaptarse a las necesidades”.
Los centros de acogida, de carácter temporal, tienen una ocupación del 104,8%. Los CRAE registran un 98,9%, y los Centres Residencials d’Educació Intensiva (CREI), que acogen a jóvenes con conductas disruptivas, alcanzan el 100%. Los serveis de protecció d’emergència y los de primera acollida, para menores migrantes no acompañados, superan el 110% de ocupación.
A nivel laboral
Ese constreñimiento en el que está sumido al sistema provoca otras disfunciones. El personal de los centros reclama mayores ratios para poder asumir la demanda. Argumentan que no se revisan desde hace años: “Ahora, nuestro trabajo está mucho más profesionalizado, lo que implica más burocracia y cosas que antes no se pedían”, señala una educadora social al Diari.
El personal de los centros reclama mayores ratios para poder asumir la demanda
Esa dinámica supone un aumento del volumen de faena junto con un cambio de perfil laboral. “Hay veces que no llegamos a todo. Te vas a casa con la sensación de no haber podido atender bien, y eso duele”, sentencia este testimonio.